"La migración que llega a la frontera de Estados Unidos gradualmente ha cambiado. De migrantes, principalmente mexicanos, en busca de trabajo mejor pagado a personas de toda Latinoamérica que huyen de la violencia generalizada y del impacto del cambio climático", dijo el director del Comité de Servicios de los Amigos Americanos en la frontera, Pedro Ríos.
Ríos dirige el comité que actúa en los límites entre Estados Unidos y México desde el 2003, y platicó con LPO luego de ayudar durante 11 días y sus noches a miles de migrantes que buscaban asilo y quedaron encerrados entre dos muros paralelos de Trump en la frontera con México. Solo su comité y voluntarios de la Universidad Popular mantuvieron permanentemente su ayuda.
"Algunos reporteros de diversas partes del mundo que cubrieron el campamento me preguntaban si había visto antes grandes grupos como ese que cruzaran la frontera. Lo cierto es que sí, en los años ochenta y un poco en los noventa, pero cruzaban en grandes grupos para huir de la patrulla fronteriza, encontrar trabajo, trabajar un tiempo y volver a sus casas", dijo.
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"Ahora los grandes grupos no buscan huir de la patrulla fronteriza, sino entregarse a sus agentes, para solicitar asilo; vienen huyendo de la violencia de todo el subcontinente y del impacto del cambio climático en las tierras de cultivos y la economía en general", explicó el dirigente, quien acaba de cumplir 50 años y lleva 31 de activismo en favor de los inmigrantes.
La patrulla fronteriza cambió esta vez su estrategia. Como los miles de migrantes buscaban entregarse, los oficiales negaron que todas esas personas estuvieran bajo su custodia. El fin de semana que siguió al fin del Título 42 la misma patrulla llevó a toda la gente a formar un asentamiento en el desierto durante al menos cinco días, presuntamente también fuera de su custodia, para que no pudieran pedir asilo.
Y ya que no estaban bajo su custodia, la patrulla solo entregaba una botella de una onza -- 29.5 mililitros-de agua y una barrita de granola a una persona por día, incluidos niños y mujeres embarazadas.
Una de las características de esta ola de migrantes que llegó esperanzada de encontrar asilo al terminar la medida Título 42 el 11 de mayo pasado es que por primera vez trajo grandes grupos de migrantes colombianos, peruanos, caribeños, hondureños y nicaragüenses, aunque llegaron de diversas partes del mundo, entre ellos cientos de musulmanes.
"Ahora, en cambio, en ese gran grupo ya no vinieron mexicanos, porque a ellos los han dejado fuera", dijo Ríos a LPO. Es que oficialmente ninguno de los dos países reconoce a grandes grupos de desplazados por la guerra entre carteles. México afirma que no hay zonas bajo control de las organizaciones que explotan el negocio narco y Estados Unidos los considera directamente migrantes económicos.
Otras comunidades llegaron antes que este último grupo en grandes números a la frontera, principalmente venezolanos, cubanos y haitianos a lo largo de los últimos dos años. En años anteriores, había grupos de cientos de brasileños. Ahora todo el fenómeno migratorio en la frontera se alinea en torno a las posibilidades de solicitar asilo.
En la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con San Diego, los albergues se reportan llenos, y al menos el director de uno de esos sitios, Albert Rivera, del albergue Ágape con más de 750 personas, advirtió que no aceptará a personas a las que Estados Unidos niegue la posibilidad de pedir asilo.
"Esas personas van a necesitar abogados para pedir perdón a Estados Unidos y nosotros no tenemos abogados, además sus casos van a ser muy prolongados y no podemos albergar a personas por años, cuando hay tantas familias que llegan tan necesitadas", dijo Rivera.
Desde que cerraron el campamento en la frontera, no han llegado grupos grandes de migrantes porque el gobierno de México suspendió los permisos que necesitaban los migrantes para cruzar su territorio. Estados Unidos insiste en que todas las peticiones de asilo deben ser pre aprobadas mediante la aplicación para móviles CBP One.
Sin embargo, Ríos confirmó que ninguna de las miles de personas que llegaron en las últimas semanas al campamento ahora desalojado tenía conocimiento de esa aplicación.
Estados Unidos puede con esa aplicación dosificar a su conveniencia, pero se va a generar un caos en los países con violencia de los que huyen las personas.
Ríos inició su carrera en favor de los derechos de los migrantes en San Francisco en la década de los años ochenta en el Centro Legal La Raza. Después organizó universitarios contra una ola antiinmigrantes que inició en San Diego en los años noventa. Y finalmente trabajó como voluntario hasta convertirse, más tarde, en director del Comité.
El Comité de Servicios de los Amigos Americanos es un grupo de defensa de los derechos humanos de los migrantes que se formó con base en la fe cuáquera. Los cuáqueros fueron los primeros cristianos que aceptaron a los nativos americanos como iguales y convivieron con ellos, en sus creencias se basa el Día de Acción de Gracias. Por definición, los cuáqueros, en general, defienden la justicia, la vida sencilla, la honradez estricta y el pacifismo.
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