La Comisión Europea y el Reino Unido buscan avanzar en un acuerdo definitivo sobre Gibraltar, pese a la desconfianza de Londres, que mira de costado la situación en Irlanda del Norte. En el caso del Peñón, el nudo está en los controles fronterizos.
Llegados a este punto, los negociadores comunitarios indicaron que el control en el aeropuerto y en el puerto de Gibraltar será gestionado por España, aunque la asistencia de Frontex es una alternativa más que segura y, sobre todo, cuenta con el respaldo del Ejecutivo central de Pedro Sánchez.
Boris Johnson amenaza con usar el ejército para defender la soberanía de Gibraltar
España y el Reino Unido alcanzaron en diciembre de 2020 un acuerdo parcial para evitar trastornos a los miles de trabajadores que cruzan todos los días la Línea de la Concepción y mitigar el impacto económico del Brexit en el Campo de Gibraltar. Pero en Bruselas confían en que los británicos deberán hacer concesiones para mantener los privilegios en el Peñón.
El control comunitario de la frontera es clave y al mismo tiempo constituye un reaseguro para el Reino Unido, que prevé pactar un estatus para Gibraltar bastante beneficioso, sin que el territorio pertenezca ya a la unión aduanera y al espacio Schengen. Los funcionarios británicos y los de la CE volverán a verse las caras el próximo mes y en diciembre, cuando esperan llegar a un acuerdo permanente.
Por su parte, el Reino Unido dejó en claro que protegerá la soberanía de Gibraltar, cuyo gobierno rechaza que el control de las fronteras aéreas y marítimas del Peñón recaiga en España. De hecho, las autoridades gibraltareñas habían aceptado de mala gana el acuerdo bilateral entre Londres y Madrid, parcial y a la espera de un acuerdo mayor con la CE.
El vicepresidente del Ejecutivo comunitario, Maros Sefcovic, a cargo de las negociaciones por el Brexit, tiene en cuenta la difícil situación para el Reino Unido, que tras la salida de la UE debe contemplar un estatus especial en dos de sus territorios: más que Gibraltar, la situación en Irlanda del Norte podría hacer que el entendimiento con Bruselas colapsara.
El gobierno quiere evitar un Brexit duro que perjudique a Gibraltar
Y las negociaciones por ambos territorios se están dando en simultáneo. Pero el protocolo de Irlanda, que impide una frontera física entre el Norte -territorio británico- y la República de Irlanda -miembro de la Unión Europea-, es aún más delicado, en cuanto cualquier mínima modificación podría traducirse en un estallido de violencia.
Echar por tierra ese protocolo significaría dejar sin efecto esa frontera "invisible" en la isla y excluir a Irlanda del Norte del mercado común europeo, trasladando los controles aduaneros del mar de Irlanda hacia la isla misma. Esa situación hipotética podría alentar el contrabando y el recelo entre los unionistas norirlandeses y sus vecinos.
La única alternativa sería establecer una frontera física entre las dos Irlandas, que violaría el Acuerdo del Viernes Santo, y seguiría sin tranquilizar a Bruselas. El temor entre los Veintisiete es que el gobierno de Boris Johnson extienda las negociaciones o directamente se retire de la mesa sin más, no solo en la cuestión de Irlanda sino en Gibraltar.
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