01 de mayo, 2024
La sucesión: En el gobierno ya se lamentan porque Zannini no fue el vice
El problema político central del kirchnerismo es la sucesión de Cristina. No le encuentran la vuelta y por eso oscilan entre la demolición de Scioli y la re reelección. Amado Boudou no convence y ya hay lamentos porque Zannini no fue el vicepresidente y el candidato natural para el 2015.
En las democracias presidencialistas consolidadas hay una regla no escrita que registra excepciones, como toda regla: el vicepresidente suele ser el candidato mejor posicionado de la fuerza gobernante cuando su líder ya no puede competir por otro mandato. Así Bush padre fue presidente luego de ser vice de Reagan y Al Gore fue el candidato demócrata que siguió a Clinton.
En la mesa chica del kirchnerismo el problema político central hoy es la sucesión. Problema que se agiganta porque no le encuentran la vuelta. La jugada de manual fue plantear la re reelección de Cristina para obturar un debate inevitable, el mayor tiempo posible.
Pero más allá o más acá de la seriedad de esa iniciativa –que en definitiva depende de los legisladores que metan en el 2013-, el problema tiene una peculiaridad: con cada día que pasa se agrava. Los peronistas, perros de caza para olfatear los nuevos vientos del poder empiezan a hacer la cuenta de Moyano. Por ahí que me pongan en la vereda de enfrente puede ser un buen negocio político en el mediano plazo, para dar el salto a la próxima mutación del PJ.
Por eso, en la Casa Rosada empieza a crecer un diagnóstico: fue un error estratégico considerable haber excluído a Carlos Zannini de la candidatura a vicepresidente, como en su momento se analizó en el más salto nivel y reveló La Política Online.
Es que era la decisión natural. Zannini es el número del no ya del gobierno, sino del dispositivo más amplio del kirchnerismo. Es uno de los pocos –o acaso el único- que habla con Cristina de política en profundidad. Es el ideólogo de buena parte de sus ideas fuerza y el articulador final de la mayoría de las alianzas que va definiendo la Casa Rosada.
Si hubiera sido el vicepresidente esto a la fuerza lo posicionaría como lo que es, el número dos, el sucesor natural, el hombre de la máxima confianza de la Presidenta, acaso el único que podría representar una continuidad más o menos fidedigna para ese amplio abanico de expresiones políticas y culturales que amalgamó el kirchnerismo, desde La Cámpora hasta los gobernadores peronistas, pasando por los intelectuales de Carta Abierta y los movimientos sociales.
El problema de Zannini es que ponerlo de vicepresidente con proyección a la Presidencia era sacarlo de su zona de confort, que consiste en el perfil bajo, el manejo puertas adentro y cero presencia mediática.
Pero en el kirchnerismo está cada vez más claro que Boudou no es el indicado para pelea del 2015 –por motivos que ellos conocerán-, aunque el propio drama de la sucesión los lleva a tener una política errática o histérica con el vicepresidente, que pasa de ser el gran castigado casi a nivel de Cobos, a el principal vocero del gobierno, como ocurre por estas horas, hasta que se dispare el próximo correctivo.
En la mesa chica del kirchnerismo el problema político central hoy es la sucesión. Problema que se agiganta porque no le encuentran la vuelta. La jugada de manual fue plantear la re reelección de Cristina para obturar un debate inevitable, el mayor tiempo posible.
Pero más allá o más acá de la seriedad de esa iniciativa –que en definitiva depende de los legisladores que metan en el 2013-, el problema tiene una peculiaridad: con cada día que pasa se agrava. Los peronistas, perros de caza para olfatear los nuevos vientos del poder empiezan a hacer la cuenta de Moyano. Por ahí que me pongan en la vereda de enfrente puede ser un buen negocio político en el mediano plazo, para dar el salto a la próxima mutación del PJ.
Por eso, en la Casa Rosada empieza a crecer un diagnóstico: fue un error estratégico considerable haber excluído a Carlos Zannini de la candidatura a vicepresidente, como en su momento se analizó en el más salto nivel y reveló La Política Online.
Es que era la decisión natural. Zannini es el número del no ya del gobierno, sino del dispositivo más amplio del kirchnerismo. Es uno de los pocos –o acaso el único- que habla con Cristina de política en profundidad. Es el ideólogo de buena parte de sus ideas fuerza y el articulador final de la mayoría de las alianzas que va definiendo la Casa Rosada.
Si hubiera sido el vicepresidente esto a la fuerza lo posicionaría como lo que es, el número dos, el sucesor natural, el hombre de la máxima confianza de la Presidenta, acaso el único que podría representar una continuidad más o menos fidedigna para ese amplio abanico de expresiones políticas y culturales que amalgamó el kirchnerismo, desde La Cámpora hasta los gobernadores peronistas, pasando por los intelectuales de Carta Abierta y los movimientos sociales.
El problema de Zannini es que ponerlo de vicepresidente con proyección a la Presidencia era sacarlo de su zona de confort, que consiste en el perfil bajo, el manejo puertas adentro y cero presencia mediática.
Pero en el kirchnerismo está cada vez más claro que Boudou no es el indicado para pelea del 2015 –por motivos que ellos conocerán-, aunque el propio drama de la sucesión los lleva a tener una política errática o histérica con el vicepresidente, que pasa de ser el gran castigado casi a nivel de Cobos, a el principal vocero del gobierno, como ocurre por estas horas, hasta que se dispare el próximo correctivo.
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