26 de abril, 2024
Máximo Kirchner resiste la avanzada de Brito para quedarse con la impresión de billetes
La Casa de la Moneda envió a la papelera Ciccone una inspección para verificar si están en condiciones de imprimir papel moneda. Se trata de una iniciativa -largamente anunciada por LPO- del dueño del Banco Macro, Jorge Brito, que habría comprado la empresa a través de una oscura sociedad "The Old Fund". Pero el banquero enfrenta las resistencias de Máximo, Moreno y Marcó del Pont. La reunión de Cristina con Katya Daura.
Uno de los capítulos más truculentos que tuvo que sortear el vicepresidente Amado Boudou en su ascenso a lo más alto del poder se vincula con la guerra empresaria desatada en torno a la plata de papeles de seguridad de última generación de Ciccone Calcografica.
Tiempo atrás, la AFIP mandó a la quiebra a esa compañía y cuando el juez de la causa la entregó en alquiler a Boldt, la firma de los Tabanelli; un sector del kirchnerismo –que fuentes del mercado atribuyen a Boudou- comenzó a operar desembozadamente para expulsar a esa firma acusándola de “duhaldista”.
Se llegó al ridículo que la misma AFIP, que en una decisión insólitamente dura había mandado sin más trámite a la quiebra a Ciccone, rehabilitó a esa firma, le perdonó gran parte de la deuda, expulsó a Boldt de la planta y la entregó a una oscura firma “The Old Fund” radicada en un paraíso fiscal y casi sin capital.
Si bien en el mercado siempre se sospechó que Boudou estaba detrás de “The Old Fund”, con el paso del tiempo y la irrupción del abogado Alejandro Vanderbroele como “presidente” del fondo, empezó a consolidarse la idea que el verdadero financista y dueño de la operación para quedarse con la planta de Ciccone no era otro que el dueño del Banco Macro, Jorge Brito.
Ya en junio del año pasado, cuando Vanderbroele se presentó ante los trabajadores como nuevo encargado de la plata en una reunión en el sindicato de los gráficos, anunció suelto de cuerpo que tenía el visto bueno del gobierno para imprimir billetes. Lo curioso es que el gobierno había negado esa posibilidad a Boldt, cuando se enredó en una amañada licitación que terminó generado la famosa crisis de falta de billetes del verano pasado.
De hecho ese escándalo terminó con la expulsión del presidente de la Casa de la Moneda Ariel Rebello –un hombre de Juan Carlos Pezoa- y su reemplazo por Katya Daura, una ex gerenta de la Anses inicialmente cercana a Sergio Massa que luego se alineó con Boudou, quien la llevó al organismo encargado del papel moneda.
Ahora Daura parece estar retribuyendo viejos favores y como vaticinó Vanderbroele seis meses atrás con una precisión notable, días atrás envió a Ciccone una delegación de 15 técnicos de la Casa de la Moneda para que constaten si la planta está en condiciones de imprimir billetes. Se completaría así un círculo trazado con desprolijidad pero trazado al fin.
El problema es que la política muta de manera permanente. Y dos de los hombres que aparecían más cercanos al poder a mediados del año pasado y al parecer garantizaban la ejecución de este plan de negocios, hoy atraviesan zonas de turbulencia: Brito y Boudou están, por lo menos, en “observación” para el núcleo duro del kirchnerismo.
El estigma de la fuga
El dueño del Banco Macro quedó muy dañado cuando en plena corrida del dólar Guillermo Moreno le mostró a la Presidenta una planilla de Excel con los tenedores personales que encabezaban la fuga de divisas. En esa hoja –que discriminaba los que compraban dólares y los dejaban en el país y los que los sacaban- el primer lugar lo ocupaba Jorge Ezquiel Carballo, histórico socio de Brito y cerebro financiero de sus distintas aventuras en el mundo de los bancos.
El cuarto lugar de esa planilla lo ocupaba el propio Brito, con un agravante: Carballo había dejado todos los dólares que compró en el país, mientras que el dueño del Banco Macro los había retirado, según la información a la que accedió LPO. La furia de Moreno fue de tal magnitud que Carballo directamente abandonó el Macro y se fue a vivir en el exterior.
Esa bronca continúa hasta nuestros días –Cristina se encargó de subrayar en su discurso de asunción que había sufrido un intento desestabilizador del mundo financiero apenas reelegida-. De hecho, todo el universo político vinculado a Brito –que es amplio- está en zona de riego, como le sucede al actual ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
Es este el marco que dificulta la iniciativa de Brito para quedarse nada menos que con la impresión de billetes –un resorte crítico del Estado-; y que en el plano personal excede a la figura de Guillermo Moreno. La propia presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, tiene una pésima relación con el dueño del Macro, que además concentra las desconfianzas de Máximo Kirchner.
A favor, cuenta Brito con la eficaz Katya Daura, que en un reciente encuentro con la Presidenta, “deslumbró” a Cristina.
Tiempo atrás, la AFIP mandó a la quiebra a esa compañía y cuando el juez de la causa la entregó en alquiler a Boldt, la firma de los Tabanelli; un sector del kirchnerismo –que fuentes del mercado atribuyen a Boudou- comenzó a operar desembozadamente para expulsar a esa firma acusándola de “duhaldista”.
Se llegó al ridículo que la misma AFIP, que en una decisión insólitamente dura había mandado sin más trámite a la quiebra a Ciccone, rehabilitó a esa firma, le perdonó gran parte de la deuda, expulsó a Boldt de la planta y la entregó a una oscura firma “The Old Fund” radicada en un paraíso fiscal y casi sin capital.
Si bien en el mercado siempre se sospechó que Boudou estaba detrás de “The Old Fund”, con el paso del tiempo y la irrupción del abogado Alejandro Vanderbroele como “presidente” del fondo, empezó a consolidarse la idea que el verdadero financista y dueño de la operación para quedarse con la planta de Ciccone no era otro que el dueño del Banco Macro, Jorge Brito.
Ya en junio del año pasado, cuando Vanderbroele se presentó ante los trabajadores como nuevo encargado de la plata en una reunión en el sindicato de los gráficos, anunció suelto de cuerpo que tenía el visto bueno del gobierno para imprimir billetes. Lo curioso es que el gobierno había negado esa posibilidad a Boldt, cuando se enredó en una amañada licitación que terminó generado la famosa crisis de falta de billetes del verano pasado.
De hecho ese escándalo terminó con la expulsión del presidente de la Casa de la Moneda Ariel Rebello –un hombre de Juan Carlos Pezoa- y su reemplazo por Katya Daura, una ex gerenta de la Anses inicialmente cercana a Sergio Massa que luego se alineó con Boudou, quien la llevó al organismo encargado del papel moneda.
Ahora Daura parece estar retribuyendo viejos favores y como vaticinó Vanderbroele seis meses atrás con una precisión notable, días atrás envió a Ciccone una delegación de 15 técnicos de la Casa de la Moneda para que constaten si la planta está en condiciones de imprimir billetes. Se completaría así un círculo trazado con desprolijidad pero trazado al fin.
El problema es que la política muta de manera permanente. Y dos de los hombres que aparecían más cercanos al poder a mediados del año pasado y al parecer garantizaban la ejecución de este plan de negocios, hoy atraviesan zonas de turbulencia: Brito y Boudou están, por lo menos, en “observación” para el núcleo duro del kirchnerismo.
El estigma de la fuga
El dueño del Banco Macro quedó muy dañado cuando en plena corrida del dólar Guillermo Moreno le mostró a la Presidenta una planilla de Excel con los tenedores personales que encabezaban la fuga de divisas. En esa hoja –que discriminaba los que compraban dólares y los dejaban en el país y los que los sacaban- el primer lugar lo ocupaba Jorge Ezquiel Carballo, histórico socio de Brito y cerebro financiero de sus distintas aventuras en el mundo de los bancos.
El cuarto lugar de esa planilla lo ocupaba el propio Brito, con un agravante: Carballo había dejado todos los dólares que compró en el país, mientras que el dueño del Banco Macro los había retirado, según la información a la que accedió LPO. La furia de Moreno fue de tal magnitud que Carballo directamente abandonó el Macro y se fue a vivir en el exterior.
Esa bronca continúa hasta nuestros días –Cristina se encargó de subrayar en su discurso de asunción que había sufrido un intento desestabilizador del mundo financiero apenas reelegida-. De hecho, todo el universo político vinculado a Brito –que es amplio- está en zona de riego, como le sucede al actual ministro de Economía, Hernán Lorenzino.
Es este el marco que dificulta la iniciativa de Brito para quedarse nada menos que con la impresión de billetes –un resorte crítico del Estado-; y que en el plano personal excede a la figura de Guillermo Moreno. La propia presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, tiene una pésima relación con el dueño del Macro, que además concentra las desconfianzas de Máximo Kirchner.
A favor, cuenta Brito con la eficaz Katya Daura, que en un reciente encuentro con la Presidenta, “deslumbró” a Cristina.
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Si tiene que renunciar por ladri, que el último apague la luz !
Cambiamos la religión católica, de la culpa eterna, por la religión progresista de la culpa ajena.
ESTO NO DÁ PARA MÁS......¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡
QUE SE VAYAN UN RATO A.L.R.P.M.Q.L.P
Destruyeron la industria nacional, dejando a los trabajadores sin empleo. Gracias a Dios, esa época nunca más volverá con este gobierno que privilegia de pleno a nuestro "laburantes" y su bienestar social, recuperando fuentes de trabajo y exigiendo la sustitución de importaciones.
Si tu apellido es Kessler, deberías llamarte a silencio, traidora.
COINCIDO CON TU COMENTARIO.
Esta semana se pudieron leer articulos donde hacian referencia a algunos medio que estaban empecinados en instalar politicamente al hijo. pero que a el no le interesaba.