“Somos la agrupación creada por Máximo Kirchner”, suele chapear Andrés “Cuervo” Larroque cuando se sienta frente a gobernadores y dirigentes con el mandato y la tarea de pedirles lugares en las listas de diputados nacionales y, en menor medida, en las locales.

La elección de octubre es lo que más importa en la Casa Rosada. Cristina Kirchner pretende ser reelegida en compañía de legisladores que luego le sean afines en el Congreso, como no ocurrió hace cuatro años, cuando meses después de asumir soportó varios desaires en la recordada votación por las retenciones móviles.

Los jóvenes de La Cámpora son el vehículo para cambiar esa suerte y Larroque el emisario. Acostumbra a viajar en auto con su novia y, cuentan quienes lo escucharon, su presentación “no sale de generalidades”.

“Tenemos la responsabilidad de profundizar el proyecto” y “Estamos reivindicando la militancia” son algunas de sus frases recurrentes.

Lo cierto es que La Cámpora se expandió velozmente tras la muerte de Néstor Kirchner pero su construcción en ningún caso salió de grupos de jóvenes iniciados en la política. En pocos casos tomaron a quienes ya venían trabajando en la Juventudes del PJ, que comenzó a rearmarse en los últmos años y ahora se ve sumergida debajo de los ahijados de la Casa Rosada.  

Santa Fe fue el mejor ejemplo. La lista joven fue encabezada por Leandro Busatto, secretario general de la Juventud Peronista de Santa Fe, y tomó referentes de los espacios progresistas como la CTA, organizaciones sociales y la Federación de Gays y Lesbianas.

Y obtuvo 50 mil votos, en la primera elección con boleta única por categoría, sin posibilidad de arrastrar imagen de otros candidatos.

Larroque recién llegó la semana previa a la interna y fue tan improvisada su visita que llegó a compartir una reunión con integrantes de la lista de Rossi y otros que estaban en la de Bielsa.

Es que el ex canciller fue el candidato amparado por Zannini, brazo ejecutor de los deseos de Cristina Kirchner. “Estos chicos es que no tienen peso territorial alguno entonces negocian directamente con los dirigentes. Lo novedoso es que sólo hablan de cargos legislativos”, sostuvo ante LPO un de los dirigentes que se sentó a escucharlos.

Jorge Capitanich también se comprometió a darle un lugar a los jóvenes K en sus listas. Puede costarle una discusión difícil en el partido: la sola confirmación de su candidatura le valió una interna con el senador Fabio Biancalari, que ganó con comodidad. Larroque ya estuvo en el norte con el chaqueño.

También fue a La Pampa, donde ungió por su cuenta a Luciano Di Napoli como primer candidato a diputado nacional. Trató de no pisar zonas desfavorables, como Córdoba, donde José Manuel De la Sota le puso freno al kirchnerismo en el armado local.

“Tal vez en las listas nacionales se negocie algo. Pero no en las locales, donde tenemos que revalidar los territorios. Y La Cámpora son sólo universitarios”, dijo a LPO uno diputado ligado a De la Sota.

El afán de conseguir bancas llevó a los jóvenes K a casos curiosos. El más llamativo fue el apoyo a Gildo Insfrán, gobernador hace dos décadas, expresado por el secretario de Interior de La Cámpora Formosa, Marcelo López Foressi.

Es que aunque nunca se apartó de la línea oficial, Insfrán le ocasionó los mayores problemas a Cristina en el Congreso el último año cuando no logró detener la rebeldía de Adriana Bortolozzi.

En esa línea menos debería sorprender el alineamiento de La Cámpora a Daniel Scioli, capaz de prometerle mayores bancas que Martín Sabbatella. Aprovechar esas oportunidades es, en definitiva, el mandato que Larroque debe cumplir pueblo por pueblo.