Hasta los más habitúes del Senado buscan por estas horas una explicación sobre lo ocurrido en la madrugada del jueves, cuando durante el debate por la ley de glaciares el bloque kirchnerista abandonó su solidez tradicional y presentó con posturas disímiles nada menos que a sus dos máximos referentes: Miguel Pichetto, jefe de la bancada; y el santacruceño Nicolás Fernández, principal emisario de los Kirchner en la Cámara alta.

Y una de las tesis más escuchas es una virtual fractura del bloque entre quienes reportan con más frecuencia a Cristina Kirchner, como Pichetto; y los nestoristas de siempre, como Fernández.

Sobre todo porque a diputados y senadores oficialistas no dejan de sorprenderlos las últimas encuestas que ubican con mejor intención de voto a la presidenta. Esos datos son también una excusa perfecta para desactivar el retorno de Kirchner que tienen quienes nunca se entusiasmaron del todo con esa idea.

Pero ninguno de ellos logró aún que el titular del PJ diera una señal de que, si los pronósticos lo ubican debajo de su cónyuge, está dispuesto a dar un paso al costado. “Él dice que gana en segunda vuelta y no contempla no competir”, resumió un senador que habló del tema con él hace poco más de un mes. Un sindicalista de peso fue más osado e intentó sugerirle que le abriera paso a una reelección de su esposa. Recibió duros reproches como respuesta.

Pichetto había adelantado a senadores, ambientalistas y hasta a empresarios mineros que avalaría la reforma de Diputados a la ley de glaciares, con restricciones más severas a explotaciones mineras sobre los mismos bloques de hielo pero también en sus zonas aledañas, definidas como periglaciares.

El texto es similar al proyecto sancionado hace dos años y vetado por la presidenta. El lunes Néstor Kirchner defendió aquel veto durante una conferencia que brindó en un colegio de New York, lo que pareció una señal clara al bloque sobre cual era el camino a seguir. Es que esa iniciativa, ahora convertida en ley, altera varios proyectos de inversión millonarios de la minera canadiense Barrick Gold, que la propia jefa de Estado visitó en julio.

Durante la reunión de comisión del martes, el secretario de Ambiente, Homero Bibiloni, también rechazó las reformas de Diputados y defendió el proyecto aprobado el año pasado en el Senado, que planteaba una protección a los glaciares más laxa.

Pero esa misma noche Pichetto se desentendió de esos mensajes y ratificó lo que el lunes había adelantado por twitter: que daría libertad de acción en su bloque. Y a quien lo cruzara, le aclaraba que avalaría las reformas de Diputados.

El sanjuanino César Gioja, principal detractor de esos cambios, siguió buscando aliados para imponer el otro dictamen con la única ayuda de Nicolás Fernández, quien no disimuló lo más mínimo su rol y agradeció personalmente a cada senador opositor que le adelantó que lo acompañaría.

Su lobby parecía destinado al éxito cuando al anochecer José Pampuro, Roxana y Latorre arribaron al recinto, horas después de haber viajado con New York a acompañar a la presidenta a la asamblea anual de la ONU, donde también estuvo Kirchner. “Él nunca votó contra el Gobierno; y si va no va a ser para eso”, explicaban los voceros del senador cuando partió hasta el Senado.

El desenlace fue el menos esperado: como Pichetto, Pampuro y Latorre optaron por el dictamen de Diputados. E hizo lo propio Elena de Corregido, la otra senadora que compartió vuelo con los Kirchner, y la rionegrina María José Bongiorno.

Toda una señal: Latorre y Bongiorno nunca habían volcado una votación contra el Gobierno tras aquella sesión en la que contribuyeron para arrebatarle al oficialismo el control de las comisiones.

A diferencia de su esposo, Cristina nunca se pronunció sobre la discusión de los glaciares. Sólo se supo que no vetaría la ley por un twett de Aníbal Fernández posterior a la aprobación de Diputados, en el que también aclaraba que el Gobierno no estaba de acuerdo con el proyecto redactado por Miguel Bonasso.

Aquel día, el periodista tuvo un extraño apoyo final del senador Daniel Filmus, autor también de la iniciativa del Senado que el miércoles ninguneó sin matices en el recinto de la Cámara alta.

Durante los dos más de dos meses que transcurrieron entre una sesión y otra, Filmus militó para la sanción del texto de Bonasso y hasta intentó sin éxito un acuerdo final con el gobernador de San Juan José Luis Gioja, que abortó el mismo el viernes pasado.

Cuando ambientalistas le preguntaban si la presidenta lo amparaba en su patriada por endurecer la ley de glaciares, el ex ministro de Educación tenía una sola respuesta: “Mejor no le consulto a la presidenta, porque si me dice que no, no tengo retorno”, se justificaba.

¿Bandos opuestos?

La mayoría de los senadores K consultados por LPO no creen a Pichetto y Pampuro capaces de una patriada personal por el medio ambiente. “Acá se está abriendo un nuevo espacio, ya pensando en 2011”, coinciden.

Este dueto no tiene nada fácil su tránsito a la próxima elección. El jefe del bloque K deberá decidir si vuelve a intentar ser el primer peronista que gobierna Río Negro tras el retorno de la democracia, objetivo que le frustró en 2007 el radical Miguel Saiz con apoyo de Néstor Kirchner.

A Pampuro se le vence su mandato y su peso electoral es ínfimo: sólo mantiene una cuota de poder en su Lanús natal, gobernador por su aliado Darío Díaz Pérez, uno de los intendentes del conurbano con peor augurio para 2011.

Su virtud, coinciden en la Cámara alta, fue evitar mayores deserciones en el bloque en épocas de fugas masivas, mérito suficiente para continuar como presidente provisional.

Kirchner prefería darle ese cargo a Fernández, su más fiel soldado, habitué de los agasajos que brinda los viernes en la quinta de olivos, donde rara vez se lo ve a Pichetto. Incluso, entre los diputados presentes pocas veces está Agustín Rossi, otro que mantiene mejor vínculo con la presidenta que con su esposo.

“No lo admite como incondicional, pero le reconoce entidad. Que no es poco”, describe la visión del ex presidente sobre el rionegrino uno de los asistentes a esas tertulias.

La misma fuente contó a LPO que en de sus últimas visitas a Olivos Kirchner despotricó a Filmus por su viraje en el tema glaciares. “Va a ser difícil que vuelva a atenderle el teléfono”, resumió el testigo.

Pero el resultado final de la votación dejó perplejos a todos, mucho más a quienes usan más horas hablando con Néstor que con Cristina. Al parecer, más que nunca, es muy distinto hablar con uno u otro.