El líder de la UOM, Antonio Caló, comenzó a tomar distancia de los Kirchner. No tanto por decisión propia, sino por la presión de las segundas líneas del poderoso sindicato metalúrgico.

“Metete en otras reuniones que no sean con Cristina y Kirchner”, le dijo el dirigente de una poderosa seccional. Y él parece haber acatado la orden.

Así lo demostró en las últimas semanas con tres gestos claves que pusieron en alerta a la Casa Rosada.

Primero se bajó del viaje a Vancouver, Canadá, para participar del II Congreso de la Confederación Sindical Internacional. La propia Cristina Kirchner lo había incluido a él y al líder de la CGT, Hugo Moyano, en la lista de la comitiva oficial que luego seguiría camino a la reunión del G-22. Caló finalmente no fue.

En cambio, en esos días, sí estuvo presente en la cumbre de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social organizada por monseñor Jorge Casaretto. Participó del encuentro junto con el duhaldista, Gerónimo “Momo” Venegas. Allí la Iglesia pidió “diálogo” y “un nuevo liderazgo”.

Esta distancia de los Kirchner se da en el marco de una creciente tensión entre Moyano y el Gobierno por la inflación, el impuesto a las Ganancias y la conducción del PJ bonaerense.

La interna de la UOM

Los gestos de Caló se dan en un sindicato poderoso, pero peculiar. En la UOM, a diferencia de lo que sucede en otros gremios, las regionales no se alinean al líder nacional, sino que las seccionales mantienen su fuerza y su abanico ideológico.

Así es que se encuentran en la Comisión Directiva a los duhaldistas Hugo Curto, intendente de Tres Febrero e histórico dirigente sindical de allí, Carlos Gdansky de La Matanza y Naldo Brunelli de la seccional de San Nicolás. Este último ya tuvo un encontronazo con Caló en junio del año pasado cuando Hugo Chávez decidió nacionalizar tres empresas del Grupo Techint y el Gobierno no se inmutó en su relación con el presidente venezolano y simplemente lo trató “decisión soberana” de ese país.

Poco le costó a Brunelli juntar las firmas de los dirigentes Enrique Salinas de La Plata, Abel Furlán de Campana, Gerardo Charadía de Morón y Alberto Piccinini de Villa Constitución, que nunca respondió en forma lineal a la conducción nacional del gremio ya que pertenece a la CTA. Se trata de cuatro dirigentes con fábricas del grupo de Paolo Rocca emplazadas en sus seccionales.

Y es desde ahí abajo que viene la presión a Caló quien desde 2004 está al frente de la unión metalúrgica.

Hace un mes le pidieron a Caló que no esté tan pegado al matrimonio presidencial y le recordaron que el sindicato no es un partido. Los gobiernos cambian, pero ellos quedan, fue le razonamiento que le hicieron y le pidieron que tuviera matices en la cuestión política. “Metete en otras reuniones que no sean con Cristina y Kirchner”, le sintetizaron.