Hay apodos que se esconden y otros que sus protagonistas gustan exhibir. Guillermo Moreno, el polémico secretario de Comercio Interior, se ufana del sobrenombre con el que lo denominan tanto sus acólitos como quienes lo padecen: "Patota". Ayer a la tarde, cerca de las 5, hizo una nueva manifestación de su capacidad para gritar y tratar de amedrentar en las oficinas de Papel Prensa en el microcentro. Aunque el lunes se conoció un fallo judicial que dispuso el nombramiento de un coadministrador en la compañía, el funcionario hizo caso omiso del mismo. Y fue hasta la sede de la papelera -cuyo control accionario es de Clarín y La Nación- para gritar un rato y tratar de dar órdenes, según publica Clarín.

En línea con el llamado a desconocer los fallos judiciales que hizo Cristina Kirchner la semana pasada, Moreno quería constatar que Jorge Bianchi, nombrado coadministrador judicial, estuviera cumpliendo sus funciones. Algo que efectivamente estaba sucediendo por la vía legal y para lo que no se necesitaba su intimidación.

Acompañado por Beatriz Paglieri y Omar Gallo, directores del Estado en Papel Prensa, Moreno fue a la empresa para hablar con "los accionistas" Como suele suceder en estos casos, al apoderado de la empresa, Enrique Pigretti, le tocó recibirlo. Pero Moreno empezó a maltratarlo y manifestó su intención de echarlo de la empresa en la que Pigretti es apoderado y empleado.

"¿Dónde está su saco?", interrogó Moreno a Pigretti, que es abogado, y que vestía camisa y corbata. "Andá a agarrar el saco y andate", lo increpó. El argumento del funcionario es que Pigretti no podía permanecer allí por un fallo judicial. En realidad, la Justicia relevó al actual apoderado para desempeñarse como asesor legal del directorio. Pero Pigretti continúa siendo el apoderado de Papel Prensa para otros asuntos legales de la compañía.

Moreno intervino ayer en su calidad de "accionista" en nombre del Estado (que tiene 27,5% de Papel Prensa) y cuestionó a cuanto empleado se cruzó en el camino. Con algunos fue violento, con otros se mostró más cordial.

El principal encono de Moreno era con Pigretti. Cuando Jorge Noseda, gerente general de Papel Prensa, llegó para dialogar con el funcionario, solicitó que Pigretti permaneciera en el encuentro, en carácter de apoderado. "No, a él lo echaron", manifestaba Moreno.

Allí comenzó un nuevo griterío, en el que Moreno "patoteaba" a Pigretti, con gestos violentos y palabras en tono elevado. Gallo, uno de los directores estatales, le hacía de coro a su jefe político. Paglieri, de plena confianza de Moreno, se mantuvo callada. Distintas personas que trabajan con Pigretti trataban de atemperar los ánimos. Pero Moreno quería mostrarse enojado con más abogados. Igual, después de 20 minutos dijo que tenía que irse, y le indicó a Gallo que le indicara por teléfono cómo seguía el asunto. A esa altura, ya habían llegado los síndicos estatales (que reemplazaron a Vidal y Turri, que renunciaron cuando Moreno amenazó con lastimar a quienes estaban en desacuerdo con él).

Los representantes estatales se quedaron con Bianchi labrando actas. "Hubo mucho nervio durante un rato, después pasó", comentaron varios empleados, poco acostumbrados a estas situaciones. "El Estado siempre fue accionista de Papel Prensa, pero nunca vi algo así", añadió Osvaldo Verdaguer, abogado de la firma desde hace más de 30 años.