Néstor Kirchner ya hizo su primera jugada tras el duro golpe de ayer: renunció en forma "indeclinable" a la presidencia del justicialismo y le pidió al gobernador Daniel Scioli que "asuma el desafío de llevar adelante la conducción partidaria".

Según Télam, Kirchner les pidió a Scioli y al vicegobernador Alberto Balestrini que continúen en sus cargos en la provincia de Buenos Aires, y declinen asumir sus bancas para la que fueron electos tras los comicios realizados ayer. Kirchner mantuvo un encuentro en la residencia de Olivos con Scioli y Balestrini.

Tras la noticia, empezaron a volar los telefonazos. Es que el kirchnerismo residual que sostiene el partido teme la embestida del peronismo disidente por el control del partido, por lo que el primer plan es intentar conseguir “consenso” para rearmar la mesa de conducción sin recurrir a internas.

Para esto, deberían ampliar la puerta del partido para el ingreso de algunos de los peronistas más raleados con la conducción K. Entre ellos varios gobernadores que en los últimos días empezaron, de a poco, a alejarse de la figura de Kirchner.

Si esto no es posible, no les quedará otra que ir a internas. Ramón Puerta dice que el está “de acuerdo” en que se arme una mesa para discutir como se arma el PJ después del 28-J, pero que hay que discutir una mesa nueva.

Desde el peronismo disidente ya hablan de un encuentro del peronismo federal para hacer un análisis de la situación y el futuro. Estarían Puerta, Juan Carlos Romero y hasta Felipe Solá, Juan Schiaretti, Jorge Busti y Carlos Reutemann.

Lo único en lo que casi todos coinciden, es que si la salida de Kirchner se traduce en un “dedazo” designando como reemplazante a Scioli, sería un error. Más de lo mismo.