Una de las alianzas más visibles del kirchnerismo fue con el sector automotriz. Tan evidente fue que hasta le entregaron cargos de relevancia a directivos provenientes del rubro. El más notable fue la designación al frente de la Secretaría de Industria de Fernando Fraguío, directivo de Iveco, que llegó recomendado por el mandamás de Fiat, Cristiano Ratazzi.

Pero no fue la única. Cristina también nombró como embajador en Francia al ejecutivo de Peugeot-Citroën, Luis Ureta Saenz Peña, y las especiales relaciones con el ex premier de Austria y mandamás en Volkswagen argentina, Victor Klima, que por ejemplo organizó la gira de Cristina por Alemania.

El problema es que este sector al que los Kirchner mostraron como la bandera de su proyecto “neo desarrollista” es el primero que entró en crisis y desde el que llegan las peores noticias de despidos, suspensiones y líneas de producción descontinuadas, incluso en la propia Iveco de Fraguío.

Esto ubicó en la línea de los asesinos al Secretario de Industria, que tuvo que soportar al menos una reprimenda directa de Néstor Kirchner –que valga la pena recordar no ostenta ningún cargo en el Poder Ejecutivo, pero así son las cosas en el planeta k-.

La soledad de Fraguío y Nofal

Hombre forjado en el sector privado, Fraguío sufrió -y sufre- un verdadero shock cultural al ingresar a la administración pública, donde los jefes no siempre son los que mandas, las líneas jerárquicas no son verticales sino zigzagueantes y el poder es un lujo de unos pocos.

Tal vez por esa ignorancia de los códigos profundos del kirchnerismo y la política, no tuvo el cuidado de respetar los espacios de su antecesor en el cargo, Miguel Peirano. Un hombre vinculado a la UIA que hoy celebra la llegada de otra amiga de esa casa, Débora Giorgi, al gobierno nacional.

La flamante ministra de la Producción tendrá bajo su órbita a Fraguío, y a los secretarios de Agricultura Carlos Cheppi, y de Turismo Enrique Meyer. Así como la titular de la inexistente Agencia de Inversiones, Beatriz Nofal, otra de las que entró en zona de crisis con la designación de Giorgi.

Es que esta funcionaria ya venía de capa caída, ya que sus dos padrinos para ingresar al gobierno fueron Alberto Fernández y Julio Cobos, ambos mala palabra en la Casa Rosada de estos tiempos. Además, los allegados de Nofal al conocerse el nombramiento no tuvieron mejor idea que filtrar en los medios que esta funcionaria no iba a depender de Giorgi.

Bueno, hoy la ministra reunió a todos los mencionados, incluída a Nofal, por si esta aún tenía alguna duda de quien es su jefa. Además, ambas comparten un pasado común vinculado a la UCR y el mundo de las pocas mujeres economistas que lograron descollar en política. Más de una rivalidad se mece entre ambas.

Maquinaciones

Pese a que ambos cargos son apetecidos hace rato por los kirchneristas de paladar negro. Tanto Fraguío como Nofal, todavía no deberían dar todo por perdido. El caso más serio es el del secretario de Industria que maneja poder real. Como su sector –el automotriz- entro en zona de turbulencias, algunos kirchneristas sostienen que lo mejor es dejarlo para que pague los costos un hombre del rubro y no uno propio.

“Que se quede y pague por los despidos y suspensiones, y cuando las empresas ya hayan hecho el ajuste lo echamos y metemos uno propio, explicando que tuvimos que hacernos cargo directamente del sector, porque Fraguío fracasó”, especulaba un operador kirchnerista.

El cargo de Nofal salvo para gastar enormes recursos del Estado en viajes al exterior, folletería y sueldos altísimos, no demostró mayor utilidad. Era obvio, nunca una dependencia burocrática va a lograr atraer inversiones, si la macroeconomíaa y las condiciones jurídicas del país no acompañan.

Pero precisamente, porque se paga bien, se viaja mucho con todo pago y hay poco para hacer, es que la Agencia de Inversiones resulta tan atractiva para algunos kirchneristas desempleados. Habrá que ver.

Los otros dos

Menor relevancia tienen para Giorgi los secretarios de Agricultura y Turismo. El primero porque es poco más que un holograma en un área que en lo que importa manejan el titular de la ONCAA, Ricardo Echegaray y el secretario de Comerio Interior, Guillermo Moreno.

Es más, Cheppi se vive lamentando ante sus habituales interlocutores de su absoluta falta de poder. “Repite el síndrome de Javier de Urquiza –su antecesor en el cargo que se fue sin pena ni gloria-, es increíble lo que ese cargo en la administración Kirchner, puede hacer en la autoestima de las personas”, confesó a La Política Online, un habitual conocedor de los entretelones de Agricultura.

En tanto que el secretario de Turismo, Enrique Meyer, difícilmente deba preocuparse por su futuro. Es casi el ejemplo perfecto del funcionario kirchnerista: No habla, gestiona poco y nada y hace lo que le piden sin pestañear.