María Eugenia Vidal y Emilio Monzó se reencontraron tras seis meses de no dirigirse la palabra -como reveló LPO en exclusiva- y uno de los temas en común fue la necesidad de reducir la dependencia de Sergio Massa para conseguir la aprobación de leyes el año próximo, que será electoral.
“Bastante bien nos fue”, coincidieron, al evaluar la sociedad que ambos tuvieron con el tigrense para obtener mayorías parlamentarias en el primer año de Gobierno.
Vidal necesitó de legisladores del Frente Renovador en ambas Cámaras de la Legislatura bonaerense y Monzó se recostó en el massismo y sus aliados del Bloque Justicialista que lidera Diego Bossio, para aprobar proyectos sin siquiera tener que romper la intransigencia del Frente para la Victoria, que en Diputados mantiene como conductora a Cristina Kirchner.
Aunque el Congreso es territorio de leyes conflictivas y donde recae la presión de la opinión pública, Massa obtuvo más rédito de su pacto en la Provincia, donde ubicó al presidente de la Cámara de Diputados bonaerense a Jorge Sarghini.
Se trata de una poderosa caja de la política provincial, con un presupuesto de 2400 millones de pesos que por primera vez en la historia el peronismo miró desde lejos. Cuando ganó la Alianza en la provincia con Graciela Fernández Meijide, el peronista Osvaldo Mércuri creó la "firma cruzada" de presidente y vice en la Cámara de Diputados bonaerense para asignar los gastos y de esa manera el PJ mantuvo el control de esos fondos.
Ese mecanismo continúa hasta hoy y es el que permitió a Vidal cogobernar esos fondos ubicando a Manuel Mosca como segundo de Sarghini. Como reveló este medio, luego de coquetear sin éxito con la idea de reemplazar la alianza con Massa por un acuerdo con Florencio Randazzo, la gobernadora se resignó en el 2017 a reeditar el pacto esta vez con Mosca como presidente y el massista Ramiro Gutiérrez como vice.
Conocedor de ese territorio, cuando no lograba sentar en el recinto a Massa y sus dirigidos y su diálogo con Vidal estaba cortado, Monzó detallaba los beneficios que tenía el tigrense en La Plata en sus reuniones semanales de la Casa Rosada.
“Es verdad que hay 2400 millones de presupuesto, pero 1600 son para sueldos”, tranquilizó a la gobernadora Mosca.
La continuidad del acuerdo bonaerense que reeditó Vidal con Massa se conoció tras las dos reuniones entre Monzó y Vidal, promovidas por Macri y con Rogelio Frigerio como intermediario. En la primera línea del PRO lo entienden con pragmatismo: Era inevitable, pero no empaña la intención de fondo de buscar el modo de limitar la dependencia de Massa.
Una de las consecuencias del retomado diálogo político de Vidal con Monzó fue la modificación del Gabinete bonaerense, para darle más vuelo político: Federico Salvai fue ascendido a la recuperada jefatura de Gabinete y como ministro de Gobierno se designó al peronista Joaquín de la Torre, hasta entonces ministro de Producción.
El ex intendente de San Miguel cobra poder y tendrá el rol central de aceitar la negociación con sus ex colegas y los diferentes bloques del peronismo de la Legislatura provincial, claves para marcarle la cancha a Massa, quien de todos modos seguirá con el poder de garantizarle mayorías a Vidal con un llamado telefónico. Se entiende la jugada: De la Torre fue mano derecha del tigrense, hasta que emigró este año al macrismo.
Además de las urgencias electorales, el problema de Monzó para apostar a Massa en el Congreso es la heterogeneidad de su bloque, donde a diferencia de la Legislatura provincial hay miembros con otros jefes.
Aún así, hábil, el tigrense logró reunir a 37 diputados en el Frente Una que votaron juntos casi siempre, con ocasionales rebeldías de los sindicalistas Héctor Daer y Juan Moyano. O sea: Sigue siendo el aliado con más volumen y capacidad de mando que a la hora de la verdad encuentra el Gobierno, como sucedió en leyes muy complicadas como blanqueó o presupuesto.
La estrategia funcionó y tal es así que las quejas de Axel Kicillof por no conocer los proyectos que se van a tratar ya son un clásico de las comisiones, aunque últimamente el Gobierno inició un discreto acercamiento al ex ministro que insinuó una fisura en el monolítico -hasta ahora- bloque kirchnerista al votar en contra de Máximo la ley de promoción de empresas pymes.
Suma a eso Monzó que en vísperas de 2017 muchos diputados a mirar más hacia dentro de sus provincias, como los seis del bloque de Unión Por Córdoba o los dos chubutenses, por eso el Gobierno apuntará a complacerlos cada vez más, para ver si logra articular una relación directa que le permita acotar la dependencia del tigrense.
Para lograrlo, el Gobierno necesitará además consolidar la división del FpV-PJ, aun compuesto por 70 miembros pero no menos de una veintena son leales a sus gobernadores.
En los últimos meses se vieron algunas grietas. El chaqueño Juan Pedrini y José Luis Gioja firmaron un dictamen de reforma política con propuesta de cambios, diferente al rechazo del resto del bloque.
Pedrini soportó el reproche de La Cámpora en la reunión de bloque pero no así Gioja, que dejó de asistir a esas reuniones desde junio y ayer volvió a diferenciarse del kirchnerismo al apoyar la ley de emergencia social, que La Cámpora consideró innecesaria.
En 2017 la fractura debería quedar más expuesta y el Gobierno apuesta a que de una buena vez los más hartos de La Cámpora se asocien al bloque Justicialista en forma permanente. Es lo que necesitan.
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- 119/11/1617:24Vidal sin el apoyo de Massa, tiene que renunciar a la semana. Ya hace unas semanas Marcos Peña amago a lo mismo, y lo sacaron a patadas. Diganle a Heidi que se viene diciembre, y sin el peronismo, le prenden fuego la casa de la gobernacion.