A diferencia del último año de Enrique Peña Nieto, cuando el frente a defender frente a posibles colapsos era el económico, ahora ese lugar es ocupado por la inseguridad y la violencia política contra candidatos.

Andrés Manuel López Obrador está consciente de que si hubiera un acontecimiento de gran calado alcanzaría para descarrilar un proceso electoral que el oficialismo tiene controlado con Claudia Sheinbaum a la cabeza de las preferencias.

Según pudo conocer LPO, el presidente le ha pedido a la cúpula militar elevar al máximo la vigilancia sobre los candidatos presidenciales, los candidatos a las nueve gubernaturas y también a las principales alcaldías. Es un tema sobre el que el Gobierno no quiere hablar, pero eso no quita su intensa operación subterránea.

El tema se mencionó en la visita de este fin de semana de Luis Crescencio Sandoval y Rafael Ojeda a Washington DC. Los jefes de las fuerzas armadas escucharon de parte de un interlocutor de Joe Biden que una elección empañada por episodios violentos de alto impacto va a alimentar la noción de ingobernabilidad en Estados Unidos que a su vez funciona para el discurso de los republicanos que piden operar militarmente en México contra los cárteles.

Un tema que agarra fuerza tras la crisis de los días pasados en Ecuador cuando las ramificaciones de los cárteles de Sinaloa y Jalisco sumieron al país sudamericano y a su gobierno (muy afín a Washington) en una crisis de seguridad.

Otra orden desde la cúpula es que el INE se abstenga de hablar de la violencia contra los candidatos. El presidente ha sido enfático es que el INE puede opinar de muchos temas, pero la violencia y la seguridad son cuestiones que deben ser ajenas.

"La semana pasada el presidente le dijo a todos los embajadores que promuevan a México en el extranjero y que traigan inversiones, no puede ser que en paralelo a eso el INE hable de violencia", desliza un entornista de Palacio.