La intervención del FBI en la trama de espionaje polÃtico desatada por The New York Times es acaso la jugada más audaz del gobierno federal desde que comenzó el periplo en torno al software Pegasus, aunque para algunos analistas impone un nuevo obstáculo para Los Pinos: no caer en el mismo error con el que sà tropezaron ante el GIEI. Es decir, llamar a expertos para luego refutar sus lÃneas de investigación.
Con esos reparos, Enrique Peña Nieto le dió luz verde a una estrategia concebida por el entorno de Raúl Cervantes que es la de convocar a la agencia de investigaciones más respetada del mundo y con la cual México tiene convenio de cooperación judicial para aclarar una tema que lastima al presidente dentro y fuera del paÃs.
El plan se pone en marcha a partir de dos certezas que se manejan en la intimidad de Los Pinos. Por un lado, la firme convicción de que el FBI correrá el velo y se conocerá que la empresa israelà que posee Pegasus no solo vende sus servicios de espionaje a gobiernos federales, sino también a gobernadores y a grandes corporaciones. En definitiva, a todo aquel que cuente con los US$ 80 millones que se requieren. "Business", repiten en el Gobierno.
En la PGR ya se encargó a todas las dependencias estatales y federales que notifiquen si cuentan con el sistema Pegasus. Allà existe la firme creencia de que hay por lo menos cinco entidades que tiene este sistema.
De hecho, uno de la plumas periodÃsticas más amistosas con el Gobierno ya revelaron que fuentes del Gobierno admitieron la contratación del software pero que está inactivo porque -según esta versión- no servirÃa para los efectos de inteligencia. "No podrÃamos haber atrapado a más de 100 objetivos de seguridad en estos años mandando mensajes de texto con esa modalidad", argumentaron.
La otra jugada es polÃtica y tiene que ver con la pelea que sacude a Washington entre el FBI y la Casa Blanca. El buró está en pésima relación con el procurador Jeff Sessions, cercano a Steve Bannon. En Los Pinos creen que el FBI podrÃa aportar claridad desde la objetividad y su posición de neutralidad respecto al discurso anti México que esboza Donald Trump.
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