
Esta semana el embajador de Estados Unidos Ken Salazar animó diversas conversaciones en las que relató la última cena de gala que Joe Biden ofreció en la Casa Blanca al primer ministro japonés Fumio Kishida. Un acontecimiento de estado en el que, según el relato del embajador, empresarios muy allegados a Donald Trump hicieron todo tipo de malabares para poder asistir. El concepto es obvio: el empresariado busca hacer negocios, obtener ganancias y eso va más allá del poder polÃtico. En Estados Unidos y en el resto del mundo.
Es la misma tónica del mensaje de Enrique Peña Nieto a Andrés Manuel López Obrador en un libro de reciente aparición en el que el último presidente del PRI carga contra los industriales regiomontanos, el llamado Grupo de los 10.
Para ese mundo mÃnimo el mensaje del libro no tiene que ver con la elección estatal del 2015 en la que triunfó Jaime RodrÃguez Calderón. No es el pasado, es el futuro: Peña Nieto, que quiere volver a jugar en la polÃtica mexicana, le indica a López Obrador que los nexos empresariales son absolutamente circunstanciales y mutables. No se trata de quienes lo traicionaron a él en la elección de Nuevo León sino de quienes pueden traicionar a López Obrador una vez que este deje Palacio Nacional.
Peña le comparte a López Obrador lo que él mismo ha vivido en su exilio, de ver como magnates que lo fueron a ver para descarrilar al actual presidente luego se desvivieron por cortejarlo y ganaron mucho dinero en el sexenio que ahora languidece. No por nada la anécdota va acompañada del recuerdo de esa comida en la cual un López Obrador que recién llegaba al poder le pedÃa consejo a quien debÃa suceder.
La referencia que circula por estas horas en un grupo de chat para muy pocos miembros es la de Armando Garza Sada, protagonista de Grupo Alfa y con gran capacidad de ubicación en las arenas de la polÃtica.
En esa elección del 2015 Garza Sada apoyaba con entusiasmo a la candidata perdedora del PRI pero cuando las encuestas comenzaron a reflejar que el triunfo de El Bronco era inevitable el empresario ajusto la sintonÃa y lo invitó a cenar a su casa. Para quienes hoy en dÃa recuerdan esa campaña, ese convite fue la confirmación de que la suerte ya estaba echada. Faltaban dos semanas para la votación.
Garza Sada era parte de los apoyos troncales del sexenio de Rodrigo Medina en Nuevo León. Una voluntad que no cedió siquiera cuando un episodio tenebroso terminó de dinamitar la relación del gobernador tricolor con buena parte de los industriales.
En 2018 algo muy similar ahora al plano presidencial. El hombre de López Obrador entre los magnates regios era Alfonso Romo, a quien Garza Sada detesta. La situación también se fue acomodando a una mejor interacción, más equilibrada: Garza Sada le organiza cenas en su casa a Alejandro Moreno Cárdenas, pero también a Claudia Sheinbaum, a quien le juntó a todo el Grupo de los 10 en la CDMX el año pasado.
El mensaje de Peña tiene peso hacia adelante porque el expresidente conoce de la relación que el magnate ha desarrollado con Sheinbaum y entiende que los negocios no tienen ideologÃa, simplemente se adaptan a la oportunidad que, en el caso de Sheinbaum, está en intentar convencerla de desarmar las estructuras de la 4T que todavÃa incomodan, principalmente, el predominio de CFE en el mercado eléctrico.
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