José Antonio Meade insiste en que él no será el candidato presidencial. Así lo ha mencionado a su entorno esta semana al punto de arriesgar que según su visión ningún integrante del gabinete será abanderado presidencial. El secretario de Hacienda señaló las encuestas del Grupo Reforma que dan a Enrique Peña Nieto una imagen positiva del 20% para explicar que es muy difícil elegir a un funcionario.

Meade no detiene ni por un momento su cabildeo para el Banco de México aunque ahora vuelven a persistir las dudas sobre si es factible que Agustín Carstens se quede hasta el final del sexenio actual.

La relación con Carstens no es mala, en palabras del secretario, aunque está marcada por permanentes tensiones sobre el manejo de la política económica y un nuevo factor de malestar: Carstens está llevando a todos los eventos importantes con empresario a Alejandro Díaz de León, favorito del círculo presidencial para la sucesión. Carstens le aporta a Díaz de León lo que a este le falta: roce empresario y conocimiento del establishment. 

En paralelo, el jefe de Banxico le ha dado aire a Manuel Ramos Francia para que también se anime a disputar la sucesión por lo que este está haciendo viajes relámpago a grandes centros financieros con la meta de tener apoyo desde el exterior. Un doble juego de Carstens con los subgobernadores a tener muy en cuenta: en el interior crece Díaz de León y en el exterior Ramos Francia. 

Esta táctica tiene su explicación en que Carstens, debido al complejo escenario internacional, está recibiendo la recomendación de que su lugar sea ocupado por un subgobernador. De ahí su reciente apertura con Díaz de  León.

Según la encuesta que realizó Bloomberg meses atrás entre 20 economistas, el 55% de ellos consideró que será elegido Díaz de León, seguido por Ramos Francia, con el 20% y José Antonio Meade, con el 15%, como los mejor posicionados.

Pero Díaz de Léon no es favorito en el mercado. Según la misma encuesta aunque le reconocen altas posibilidades, el 50% de los encuestados se mostró a favor de Alejandro Werner del FMI, mientras que el subgobernador apenas tiene el 10% de preferencia.