
El Gobierno insiste en ignorar que al menos el 40% de los trabajadores están en negro y recarga el peso tributario sobre los formalizados. |
En 1931 el poeta EE Cummings viajó a la entonces Unión Soviética, y al contestar en un reportaje sobre si era socialista dijo “ignoro todo sobre esas cosas importantes y estoy aún menos interesado en ellas.” Con ironía, tal vez podríamos pensar en aplicar la máxima al anuncio del Ministro Kicilloff sobre Impuesto a las Ganancias en los salarios.
Un problema fundamental es la falta de fiabilidad de las estadísticas oficiales: ¿cuánto es el desempleo real?¿ Cuánta es la pobreza? Además de su número, ¿cómo se compone? ¿En cuáles lugares de Argentina y a que sectores hay que dirigir el esfuerzo coordinado del Estado en materia socio-laboral financiado con este impuesto? Según voceros oficiales hay una dura y grande persistencia del empleo irregular o no registrado, el propio Gobierno reconoce que un tercio de la fuerza laboral está sin registrar. Otras fuentes hablan del 40%, tras 12 años de gobierno.
La cuenta es fácil, a mayor registración mayor ingreso estatal por efecto de ella y tal vez no habría que cobrar a tantos trabajadores impuestos odiosos como el de Ganancias y tal vez su declamado componente “solidario”, podría ser real, con otra estructura, para que sean fondos aplicables a las industrias de donde se los toman, cuando suceden despidos, o bien, para desarrollar industrias nuevas en lugares determinados del país con mayor recurrencia de crisis de desempleo.
Pero la ANSES pese a sus 450 mil millones de pesos al año de Presupuesto, no realiza las inspecciones de la seguridad social, sino que se la ha delegado a la AFIP. Un inspector de la AFIP no está centrado por su formación en el empleo en negro, sino en la faz impositiva, en ver libros contables, y declaraciones juradas, antes que personas concretas que son el rostro humano de ciertas actividades.
Sumado a ello, está claro que ha habido políticas determinadas del Gobierno que han producido precarización y caídas en los niveles de empleo: por poner un ejemplo, la industria avícola y la de carnes, tan luego, en Argentina.
En este contexto, las paritarias que en rigor técnico son libres (desde 1987) transcurren hoy con un sistema “administrado”, pues el Gobierno ha tenido que recurrir a instar a las partes a ciertos artificiales techos pues la inflación que alienta por un lado, teme se desboque por la vía de aumentos salariales. Curioso que no ponga el mismo “techo” para sus déficit fiscal y energético.
El reciente anuncio desconectado del Ministro de Trabajo que opera como árbitro de las negociaciones, ha privado a éste de una herramienta de negociación, francamente no parece un gran avance, pues el mínimo no imponible sigue artificialmente retrasado, bajísimo en comparación con el de países vecinos y además lo anunciado se aplicará a sueldos que a agosto de 2013 estaban entre 15 mil y 25 mil pesos.
Ese es otro efecto odioso, con los sucesivos parches han creado categorías de trabajadores que ganan diferente, haciendo la misma tarea.
En definitiva, pareciera que el problema de Ganancias no fuera realmente relevante para el oficialismo, y que lo que se busca con éste y otros inminentes anuncios en el área legislativa del Trabajo es romper las filas sindicales que de aliados pasaron hace tiempo a enemigos predilectos a los que se ignora y se trata con menor interés del necesario, dejando las cosas pendientes para el próximo gobierno.
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- 106/05/1512:23No te da el coco pelado. Si no sabes, cerra la boca.