En el PSOE dan por hecho el acuerdo con Carles Puigdemont. Como publicó LPO, el equipo de legales del socialismo trabaja contrarreloj para redactar el proyecto de amnistÃa que reclaman los independentistas.
Para el gobierno, ha quedado claro, es una situación incómoda e intenta jugar a la ambigüedad a la hora de mostrar lo que por lo bajo confirman. "Es evidente que nos separa un mundo, estamos en algunas cuestiones en las antÃpodas. Pero tenemos nuestro planteamiento y nuestro camino, y en nuestro camino el diálogo es el método y la Constitución es el marco en el que nos desenvolvemos y del que no vamos a salir", dijo el portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, luego de la propuesta pública de Puigdemont.
Sánchez considera que pasar la pagina de la crisis catalana es una necesidad y repite hasta el cansancio que el problema es de "convivencia". Desde el primer momento con los indultos que permitieron la liberación de, entre otros, el ex vice catalán Oriol Junqueras. La ausencia de conflicto en Cataluña producto del diálogo con Perè Argonés es una medalla para el Gobierno pero la figura de Puigdemont es vidriosa y eso genera la reacción de un sector de la vieja guardia socialista que no acuerda con el liderazgo de Sánchez.
Felipe González, que no emitió palabra para pedir el voto a Sánchez durante la campaña, fue el primero de varios en rechazar el pacto. En los deseos del felipismo aparece la idea de la abstención de 2016 que facilitó la investidura de Mariano Rajoy y forzó la renuncia de Sánchez. El panorama no es el mismo y el presidente del Gobierno está fortalecido ante la resistencia de los barones.
La portavoz del Gobierno y ministra de PolÃtica Territorial en funciones, Isabel RodrÃguez, mostró una cara contraria a la de su par en el Congreso y dijo que "la próxima legislatura será la legislatura de la convivencia y del progreso". En el sentido se expresó la portavoz del partido Pilar AlegrÃa cuando resalta que el PSOE propone "soluciones".
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Con todo esto, el dilema más fuerte al que podrÃa enfrentarse Sánchez con un acuerdo con Puigdemont no es el enojo del PP, Vox o las crÃticas en algunas tertulias televisivas sino en el grado debilitad con el que deberá transitar su segunda Legislatura.
En el Congreso quedará a la merced de los nacionalismos y con poco margen para avanzar en iniciativas que vayan en clave transformadora y en el Senado muy condicionado al tener el PP mayorÃa absoluta.
"Constitución y Convivencia", como repiten en Ferraz, no parece ir de la mano con los tres ejes que puso sobre la mesa Puigdemont para destrabar la parálisis polÃticas el 23J, ni mucho menos explica como serÃa el método para "superar las heridas de 2017".
Los catalanes no pueden abandonar la idea de la independencia porque es el combustible que mueve el sentido de existencia de su dirigencia polÃtica pero un partido como el PSOE tiene que cuidarse en hasta donde forzar el lÃmite de lo posible en lo que respecto a los grandes acuerdos logrados con la Constitución de 1978.
Como vemos, con resistencias internas, lÃmites institucionales y más riesgos que garantÃas de victoria, Sánchez deberá poner a prueba nuevamente su astucia polÃtica para resolver un rompecabezas imposible.
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