La Atribución de Eventos Extremos (AEMA) es una metodología científica que examina cómo las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero han cambiado en las últimas décadas la ocurrencia de eventos climáticos extremos en el mundo.
Un grupo de científicos ha utilizado esta herramienta para, por primera vez, cuantificar los costes económicos inducidos por el cambio climático. La cifra, que podría ser aún mayor por muchas subestimaciones que reconoce la investigación, promedia los 140 mil millones de dólares (132 mil millones de euros) al año desde 2000-2019.
Los últimos datos recabados, de 2022, uno de los años con más eventos climáticos extremos que se tenga registro (2023 sigue en esa línea) duplica la cifra: 280 mil millones de dólares (264 mil millones de euros), lo que equivale a 723 millones de euros por día y más de 30 millones de euros por hora.
El estudio explica que los fenómenos meteorológicos extremos (tormentas, incendios forestales, inundaciones, olas de calor y sequías, etc.) "tienen importantes costos adversos para las personas, las empresas, las comunidades y las economías regionales".
Según la Organización Meteorológica Mundial, estos eventos han multiplicado por siete las pérdidas reportadas desde 1970. Dos tercios de los costes están relacionados a las vidas humanas perdidas, mientras que un tercio se debió a la destrucción de infraestructura, propiedades y otros activos.
Según esta investigación, el número de personas afectadas por condiciones climáticas extremas debido a la crisis climática fue de 1.200 millones en dos décadas.
El análisis utilizó un valor estadístico de vidas perdidas de 7 millones de dólares, un promedio de las cifras utilizadas por los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido.
"Mucha gente se siente muy incómoda con la idea de que le pongamos precio a la vida, pero esta es una práctica económica muy estándar", le explicó a The Guardian el profesor Ilan Noy, de la Universidad Victoria de Wellington en Nueva Zelanda, uno de los autores del trabajo.
El cruce de datos solo abarca los costes económicos "directos" asociados con los fenómenos meteorológicos, que ocurren durante o inmediatamente después del evento. En el caso de las inundaciones, estos daños incluyen la destrucción de viviendas y carreteras, o la pérdida de cultivos.
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Sin embargo, aclara la investigación, un fenómeno meteorológico extremo también puede provocar pérdidas económicas "indirectas". En el mismo ejemplo de las inundaciones, estos podrían ser impactos microeconómicos como la pérdida de ingresos para las empresas cuando las rutas de acceso se inundan con agua, impactos como el desempleo temporal en el área afectada o incluso perturbaciones de mayor alcance en la cadena de suministro.
El estudio sólo se centra "en las stock de daños directos", por los que las cifras podrían estar "muy subestimadas", más atendiendo la falta de datos de los países de bajos ingresos.
Los datos sobre muertes por olas de calor, por ejemplo, no están disponibles en África. "No tenemos idea de cuántas personas murieron a causa de las olas de calor en toda el África subsahariana", aclara Noy.
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"Nuestros resultados sugieren que las estimaciones frecuentemente citadas de los costos económicos del cambio climático pueden estar sustancialmente subestimadas", aclara por tanto la investigación.
En lo que hace a la relación costes y tipo de evento climático extremo, más del 64% de los daños atribuidos al cambio climático están relacionados con tormentas, el 16% a olas de calor, mientras que las inundaciones y las sequías son responsables cada una del 10%.
Los investigadores utilizaron la "Base de Datos Internacional de Desastres", que recopila los datos disponibles sobre todos los desastres en los que murieron 10 personas o 100 resultaron afectadas, y aquellos eventos en los que el país damnificado declaró el estado de emergencia o solicitó asistencia internacional.
La investigación podría servir para calcular cuánto financiamiento se necesita para dotar de recursos al Fondo de Pérdidas y Daños acordado en la última cumbre climática de la ONU en Egipto para las reconstrucciones que cada vez más países demandan por estos eventos extremos.
Si bien estas cifras económicas por los daños causados por la crisis climática impactan, se proyecta que aumentarán de forma considerable en las próximas décadas. "Esto es una miseria comparado con lo que está por venir", lamentó el científico climático británico Bill McGuire en su cuenta de X al hacerse eco de la investigación.
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