
En el ‘Partido Sanchista', el otrora PSOE, se atribuye esta condición a su ‘número tres', el señor Ábalos. Y esta misma función parece haberle correspondido dentro del actual Gobierno.
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Fontanero, según el diccionario de la RAE, es la persona especializada en la instalación, mantenimiento y reparación de las conducciones de agua y otros fluidos, así como de otros servicios sanitarios y de calefacción en los edificios. No alude el diccionario de la RAE al sentido figurado con que se usa tal palabra en referencia a aquellas personas que dentro de una organización se encargan de todas aquellas tareas que se consideran necesarias para la subsistencia de la propia organización, pero de las que nadie quiere ocuparse. Son necesarias, pero no agradables de ejecutar, pudiendo incluso llegar a bordear la legalidad. En toda gran empresa se dice que hay un fontanero de este tipo, al igual que en todo partido político.
En el ‘Partido Sanchista', el otrora PSOE, se atribuye esta condición de fontanero a su ‘número tres', el señor Ábalos. Y esta misma función parece haberle correspondido dentro del actual Gobierno.
Esto es lo que explica que hayamos asistido al espectáculo de todo un señor ministro del Gobierno desplazándose con nocturnidad y alevosía al aeropuerto de Barajas a medianoche, a escondidas, a rendir pleitesía a la señora Delcy Rodríguez. Esta señora, por cierto, tiene prohibida la entrada en territorio comunitario, junto con otras 24 personas, por su supuesta participación en las torturas infringidas a los presos políticos en Venezuela, entre otras lindezas.
El señor Ábalos, cual fontanero en servicio de guardia, acude a medianoche al aeropuerto, llama al ministro del Interior y da instrucciones para que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no detengan a esta señora, como sería de esperar, porque ya va él hacia allá a asegurarse de que no va a entrar en territorio español. Ya saben: "no te preocupes, Fernando (Grande Marlaska), que ya me ocupo yo".
El problema es que la señora Delcy ya estaba en territorio español, y no solo eso, sino que sobrevoló el espacio aéreo español, siendo así que la prohibición también se extendía a este espacio.
Pillado ‘in fraganti', el señor Abalos, el ‘fontanero', empezó su particular descenso a los infiernos: negó la reunión; dijo que no había hablado con ella; que la saludó pero solo un poquito porque se vio obligado por cortesía; que ella no bajó del avión en 14 horas; que al final sí habló con ella 25 minutos; que sí bajó del avión pero solo un poquito; que en ningún caso pisó suelo nacional; que él estaba allí prestando servicios a su país resolviendo un conflicto internacional, etc. Mientras, y al calor de esto, Ciudadanos ha conseguido llevar las mentiras de Ábalos y este escándalo a Europa. Lamentablemente, en el Congreso, el PSOE, con la ayuda de sus socios populistas y nacionalistas, ha bloqueado la comisión de investigación exigida por Ciudadanos.
[La oposición acorrala al Gobierno por el 'caso Ábalos' en la primera sesión de control]
Lo cierto y verdad es que la señora Delcy Rodríguez pisó suelo español, porque el aeropuerto de Barajas es territorio nacional, se estuvo paseando por la sala de autoridades y pudiera ser que cambiara de terminal para subirse a un avión comercial y continuar su viaje hacía Turquía.
El incidente es de extrema gravedad. Ha supuesto romper la unidad mantenida por los países de la UE frente a la situación en Venezuela. No olvidemos que tras esta sorprendente visita el señor Sánchez se ha negado a recibir al legítimo presidente Guaidó, en contra de lo que han hecho las naciones de nuestro entorno, como Francia y Alemania. Pero no solo afecta a nuestras relaciones con la UE: desde EEUU todavía se están haciendo preguntas sobre esta visita, y se empieza a comentar que quizás no sea conveniente que el ‘fontanero' de la Moncloa trate de viajar a EEUU.
Y seguimos conociendo nuevos detalles de este viaje, que no hacen sino sumirnos en un estupor aún mayor: el avión en el que viajaba Delcy Rodríguez parece que iba cargado de oro, con destino a Turquía para ser fundido.
Los ciudadanos nos merecemos una explicación sobre este incidente, y sobre la inaceptable actuación del señor Ábalos, de quien ya se rumorea que podría tener un pie fuera del Gobierno. Porque la principal característica de los fontaneros es la de que siempre acaban siendo el chivo expiatorio cuando son descubiertos en sus trapicheos. El ministro de Fomento debería pensar ya en otro trabajo.
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