Opinión
Similitudes y diferencias de Milei con Bolsonaro
Por Augusto Taglioni
Las similitudes son tan inevitables con las limitaciones para dominar un sistema que ordena y disciplina. La experiencia de Bolsonaro con el Congreso y el rol de la Corte Suprema.

 Trazar un paralelismo entre Javier Milei y Jair Bolsonaro es inevitable. Ambos son parte de una nueva derecha radical global inspirada en la experiencia de Donald Trump en Estados Unidos y las ultraderechas europeas como Vox en España o las más exitosas, Viktor Orban en Hungría o Giorgia Meloni en Italia. Denostan la burocracia estatal, se espantan con la corrupción y dejaron de lado todo tipo de corrección política. 

Son hábiles para canalizar el humor social y nadan como pez en el agua a la hora de mostrarse, aunque no lo sean tanto en algunos casos, como lo nuevo en medio de lo viejo. Es un nuevo tipo de derecha, liberal y conservadora, sin pudor.

Bolsonaro y Milei tienen una relación personal. El libertario es amigo de Eduardo Bolsonaro, el hijo menor de Jair que trabaja como arquitecto ultra de lo que el bolsonarismo denomina como "conservadurismo tradicionalista", nacido como reacción al progresismo global que se movilizó para legalizar el aborto y avanzar en la agenda de género. Lo de Milei es distinto porque le añade su anarco-capitalismo, no pasa tanto por lo conservador aunque contenga figuras y espacios que si lo sea, como Victoria Villarruel o el escritor Agustín Laje.

Bolsonaro y Bukele, los aliados regionales que Milei quiere en su asunción

En ambos casos, estamos frente a una maquinaria de campaña letal y efectiva, una experiencia de derecha popular despojada de miedos y prejuicios, salida por completo del closet. Pero al mismo tiempo la experiencia de Bolsonaro supo mostrar dificultades a la hora de gobernar con una agenda radicalizada porque, como se sabe, la política real es más compleja y no puede gobernarse con gritos y proclamas. 

Uno de los activos de Bolsonaro fue comerse por completo a la derecha tradicional que en Brasil la encarnan "los tucanos" del Partido Socia Demócrata Brasileño (PSDB) que gobernó con Fernando Henrique Cardoso y monopolizó los mano a mano con Lula y el Partido de los Trabajadores durante dos décadas. 

La llegada de Bolsonaro absorbió a la derecha de la misma forma que Trump rediseñó los liderazgos posteriores en el Partido Republicano. Milei puede lograr eso con parte del PRO aunque en este caso con la supervisión de Mauricio Macri. 

Bolsonaro institucionalizó el paso a la política de las Fuerzas Armadas y reforzó una narrativa negacionista con la dictadura que incluso llegó a calificar el golpe de estado de 1964 como "revolución del 64". El ex presidente brasileño llegó a capitán el ejército egresado de la Academia de Aguas Negras de Río de Janeiro y sumó a sus viejos colegas de armas y profesores en la primera línea de su gobierno. 

La llegada de Bolsonaro absorbió a la derecha de la misma forma que Trump rediseñó los liderazgos posteriores en el Partido Republicano. Milei puede lograr eso con parte del PRO aunque en este caso con la supervisión de Mauricio Macri.

La comparación con Argentina es más compleja en este caso porque Brasil no avanzó en el juzgamiento de los militares responsables de la represión ilegal del 64 al 85 y siempre contaron con un poder de lobby mas fuerte para boicotear la Comisión por la Verdad que impulsó Dilma en 2012. La reputación de los militares brasileños siempre fue mayor que la de los argentinos. 

Sin embargo, en el país del Juicio a la Juntas y la defensa de los derechos humanos, Milei se dio el lujo de citar los argumentos de Massera sobre los "excesos" de la dictadura y puso de compañera de fórmula a alguien reivindica los indultos, cuestiona el número de desaparecidos y equipara el terrorismo de estado con los delitos de las guerrillas armadas de los 70. 

Similitudes y diferencias de Milei con Bolsonaro

Villarruel es, como Bolsonaro y la primera línea de su gobierno, integrante de la familia militar y podría conducir el ministerio de Defensa y Seguridad. ¿Es este el comienzo de una nueva etapa dentro de las Fuerzas Armadas? La intención de la vice parece ser esa, pero aún no queda claro si tiene el acompañamiento de toda la institución militar formada en democracia o de viejos resabios que encuentran en el nuevo gobierno un forma de legitimar su discurso.

El poder del Congreso y la fragilidad de Lula

Otro de los problemas que puede encontrar a Milei en línea con la experiencia bolsonarista es su debilidad política en el Congreso. Bolsonaro llegó al gobierno con el Partido Social Liberal pero a los pocos meses rompió. Sin partido casi todo su mandato, se vio obligado a negociar con los partidos tradicionales que denostó durante la campaña, con la casta brasileña que se dedica a negociar gobernabilidad con todos los gobiernos a cambio de cajas y cargos. 

Mile tiene su bancada pero cuenta con 37 diputados y 7 senadores. Ahí es donde juega Macri que de todas formas con su tropa no le permite llegar a la mayoría propia y necesitará de la UCR y otros partidos.  Los aliados de Bolsonaro en el Congreso fueron Rodrigo Maia en primera instancia y Arthur Lira después, dos políticos profesionales que presidieron la Cámara de Diputados y manejaron los tiempos de los debates, las mayoría y la posibilidad real de un impeachment.

El filtro parlamentario hizo que la idea de Bolsonaro de privatizar todas las empresa públicas  frenaran su marcha y, si bien se pudo avanzar con Eletrobras y Correos, no alcanzó para pasar a manos privadas Petrobras, la joya de la abuela que el ministro Paulo Guedes deseaban privatizar desde el minuto uno de la gestión. Lo mismo con la reforma previsional que fue sumando modificaciones para lograr su aprobación y terminó siendo menos regresiva o la ley de posesión de armas que Bolsonaro tuvo que sacar por decreto. 

El filtro parlamentario hizo que la idea de Bolsonaro de privatizar todas las empresa públicas frenaran su marcha y, si bien se pudo avanzar con Eletrobras y Correos, no alcanzó para pasar a manos privadas Petrobras, la joya de la abuela que el ministro Paulo Guedes deseaban privatizar desde el minuto uno de la gestión.

El politólogo Patricio Talavera hizo un mapeo de lo que será la composición de la Cámara de Diputados y proyecta 80 bancas oficialista (la suma de la LLA, PRO y otros aliados), 48 para la oposicion no K (UCR+CC+Encuentro Federal+ Evolución Radical), 17 para partidos de centro, y provinciales y 112 para la oposicion dura del Unión por la Patria, Frente de Izquierda y Partido Socialista.  En el Senado, el reparto sería de 16 para el oficialismo, 13 para la UCR, 8 los provinciales y 35 para la oposición peronista.

El contexto requiere de espadas negociadoras y Cristian Ritondo, Miguel Angel Pichetto o Florencio Randazzo podrían ser los jugadores que reúnan los consensos que Milei necesita en Diputados y moldeen las iniciativas, a prori radicalizadas, que el nuevo gobierno necesita pasar por el Parlamento. 

Esto abre otro dilema al interior del futuro gobierno. En el caso de Brasil, la división fue entre olavistas (el sector más radicalizado identificado con las posturas más extremas con el gurú Olavo de Carvalho como faro moral), el ala ultraliberal de Guedes y los moderados pragmáticos representados en los militares y el Centrao (bloque de partidos conservadores tradicionales) que frenaron las locuras hiperideologizadas y el afán privatizador del equipo económico en pos de la estabilidad política y las elecciones.

Similitudes y diferencias de Milei con Bolsonaro

En la medida que el gobierno fue avanzando, los puros olavistas fueron perdiendo peso, los liberales se quedaron sin nafta y Bolsonaro se apoyó en su ministro de Defensa y luego candidato a vice Walter Souza Braga Netto y Ciro Nogueira, el último Jefe de Gabinete. 

La necesidad de acuerdos y gobernabilidad obligó a Bolsonaro a rodearse de políticos profesionales y militares pragmáticos, algo que Milei puede encontrar en figuras como Guillermo Francos que neutralicen a quienes piensan en privatizar los mares, hacer un ajuste de 15 puntos del PBI o impulsen proyectos para renunciar a la paternidad. 

Bolsonaro, como Milei, tienen un capital que le permite contrastar en parte el poder institucional que carece y es la movilización de seguidores incondicionales que creen en la batalla cultural que proponen, en la idea de refundación de la república que ambos abrazan y de la que pueden mostrar músculo. 

En Brasil sirvió para amenazar con el cierre del Congreso y presionar a la Corte Suprema, siguió con bloqueos en las rutas para denunciar fraude en las elecciones de 2022 y terminó trágicamente con el intento de golpe de estado de enero de este año y derivó en la inhabilitación de Bolsonaro por 8 años.

La Corte Suprema es otro actor de relevancia. En Brasil ocupó el rol de "poder moderador" en clara disputa con los militares en el gobierno y el propio Presidente y desde allí vinieron los golpes más fuertes contra muchas medidas de Bolsonaro. Especialmente contra lo que se consideraron excesos antidemocráticos o imputaciones como la que pesa sobre Carlos Bolsonaro por montar un gabinete paralelo de comunicación para la distribución de noticias falsas, algo que Fernando Cerimedo, Iñaki y todo el equipo de redes libertaria debería tener en cuenta.

Lo que pase con la Corte Suprema y Milei es una incógnita, ya que, por un lado busca darle autarquía en el financiamiento pero fue el propio Horacio Rosatti el que puso reparos en la admiración de Milei por Margaret Thatcher y habló de la inconstitucionalidad de la Constitucion. Tal vez, en un escenario de un poder dividido con Milei dueño de su Ejecutivo y  el PRO y algunos radicales manejando los tiempos del Congreso, Rosatti imagen un perfil más alto con la Corte jugando un rol similar a sus colegas brasileños. Un poder partido en tres. 

Las experiencias ultras han logrado ser atractivas para electores enojados en tiempos de crisis, reconfiguraron el estilo de las derecha tradicionales y movilizaron su base pero se toparon con las limitaciones del ejercicio del poder. El sistema modera, condiciona y pone las cosas en su lugar

En política exterior el caso común de las experiencias bolsonaristas y libertarias es China. Bolsonaro asumió con un discurso idéntico al de Milei y no viajó a Pekín en su primer viaje oficial. En su lugar fue su vice Hamilton Mourau que fue recibido por Xi Jinping se encargó de aclarar que ambos países  tienen "un matrimonio imposible de separar". 

El control de daños fue clave y la presión del agronegocio brasileño que vive de la soja fueron suficiente  para que Bolsonaro corrija y defienda la alianza estratégica, la pertenencia a los BRICS y todo lo que el gigante asiático ofrece. ¿Cuánto puede tardar Milei en entender que la cosa viene por ahí? ¿Un libertario anarcapitalista contra el libre comercio de la Sociedad Rural o multinacionales del agro? Sería un caso de estudio. 

En conclusión, la experiencias ultras han logrado ser atractivas para electores enojados en tiempos de crisis, reconfiguraron el estilo de las derecha tradicionales y movilizaron su base pero se toparon con las limitaciones del ejercicio del poder. El sistema modera, condiciona y pone las cosas en su lugar, obliga al pragmatismo. Será por eso que Milei explora un acuerdo con el peronismo. Bolsonaro no necesitó un acercamiento con sus adversarios porque el PT hace tiempo que no controla la calle y la movilización popular no es determinante, como sí lo es en Argentina. 

La paradoja es que Milei no es ningún producto oligárquico como analiza buena parte de la progresía latinoamericana, ganó casi sin apoyo de los factores de poder local e internacional y es un dolor de cabeza para cierto establishment económico y político. Es una bomba en medio del sistema que solo puede desactivar el mismo sistema del que ahora es parte. Trump y Bolsonaro perdieron, el tiempo dirá la suerte de Milei.

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