Lo que debía ser una Corte abarrotada de medios para ver a Donald Trump en la recta final de su juicio por fraude civil en Nueva York se ha convertido en un triste lunes de lluvia sin apenas cámaras. El ex presidente decidió no testificar por segunda vez alegando que ya lo hizo "de manera muy exitosa y concluyente" el mes pasado y que no ve la necesidad de hacerlo de nuevo.

Se esperaba que Trump regresará al estrado de los testigos, pero parece que ha cambiado de estrategia. Aunque las preguntas del hoy hubieran sido más amigables, ya que estaba programado que fuera interrogado por sus propios abogados, Trump no tiene interés en presentarse de nuevo ante los medios y parece ser consciente de la derrota que va a sufrir en Nueva York.

Principal candidato para la nominación republicana, el magnate de 77 años considera que sus apariciones en la Corte no le rinden más. Lo comprobó la semana pasada cuando presenció la intervención del último testigo de su defensa, Eli Bartov, profesor de contabilidad en la Universidad de Nueva York, "uno de los grandes expertos del país", de acuerdo a las palabras de Trump.

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Es que cuando el ex presidente se dirigió a los medios para lanzar sus consignas, los periodistas no paraban de interrumpirle. Parecía no haber interés en los ataques de Trump al juez Arthur Engoron. Tampoco en las insistentes denuncias con las que suele presentarse como víctima de una caza de brujas. El republicano acabó abandonando el improvisado púlpito cuando uno de los reporteros le pidió explicaciones por haber anunciado que será un "dictador" en el primer día de su eventual segundo mandato.

Las polémicas declaraciones las hizo Trump en un debate de Fox News en el que afirmó que no sería un dictador al regresar al cargo "más que el primer día". Pese a que Trump nos tiene acostumbrados a mensajes contundentes y polémicos, este tipo de retórica favorece a un Joe Biden que ve en la "amenaza Trump" su mejor baza para atraer votos.

Trump no tiene interés en presentarse de nuevo ante los medios y parece ser consciente de la derrota que va a sufrir en Nueva York.

El entorno de Biden quiere enmarcar las próximas elecciones como una batalla por la democracia misma y el favorito del Partido Republicano continúa brindando amplias oportunidades para que Biden se aferre a su tema predilecto. Aunque sea un modo de hablar, los ecos del 6 de enero y el asalto al Capitolio regresan al debate cada vez que Trump hace ese tipo de comentarios.

Trump habla ante la jueventud republicana en la gala de Cipriani Wall Street, el sábado último.

AP

En 2020 a Biden le funcionó lo que consideró una batalla por el alma de la nación, un argumento en el que volvió a apoyarse con éxito en las elecciones intermedias del año pasado. En esa oportunidad, la Casa Blanca advirtió que los extremistas pro Trump representaban una amenaza para el futuro del país.

La gran ganadora de la batalla legal en la corte suprema de Manhattan ahora que se acerca a su final, es Letitia James, la fiscal que alega que Trump infló su riqueza en los estados financieros utilizados para obtener préstamos y cerrar acuerdos. El caso que amenaza el imperio inmobiliario de Trump y toca el corazón de su imagen como empresario exitoso ha sido un objetivo para la fiscal que ha recibido constantes ataques del republicano.

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Trump ya no arremete contra James ni se presenta en la Corte, pero no deja pasar oportunidad para presentarse como el favorito de cara a los comicios presidenciales. Lo hizo, durante el fin de semana, en el púlpito de la 111ª Gala Anual del Club de Jóvenes Republicanos, en Cipriani Wall Street de Nueva York.

El republicano fue coreado por los jóvenes simpatizantes del partido en Nueva York cuando reiteró casi textualmente sus declaraciones ante Fox News. "Quiero ser dictador por un día. ¿Sabes por qué quería ser dictador? Porque quiero un muro y quiero perforar, perforar, perforar", insistió.

A falta de una sentencia que parece que no va a sorprender a Trump, las encuestas le siguen otorgando una ventaja aplastante en el Partido Republicano, ahora con un apoyo del 51 por ciento según la encuesta de Iowa. Los numerosos desafíos legales que enfrenta el ex presidente son apenas una cosquilla en su campaña.