En "Default" no hay héroes ni villanos. A lo largo de 400 páginas, el libro cuenta la historia de la crisis argentina de 2001, de la reestructuración de la deuda del paÃs en 2005 y de las dos décadas de litigios subsiguientes. El académico Gregory Makoff revela entretelones de lo ocurrido en reuniones, salas de negociación y tribunales donde se decidió el futuro financiero de la Argentina. Experto en gestión de deuda soberana e investigador en la Harvard Kennedy School, Makoff evita tomar partido como método. Se pone en la piel de los polÃticos que gobernaron la Argentina en los últimos 25 años, en la del juez Thomas Griesa y en la de los acreedores.
Para este influyente académico, el litigio por los bonos argentinos cambió el mundo. Por eso lo estudió en detalle a lo largo de siete años. El resultado es "Default: La histórica batalla judicial por la reestructuración de la deuda de Argentina por 100.000 millones de dólares". En diálogo con LPO, el autor repasa las consecuencias del caso argentino en la arquitectura financiera global, opina sobre el papel del FMI, habla sobre el peligro que representa la acumulación de deuda pública para los Estadios Unidos y marca un fuerte contraste entre Javier Milei con Donald Trump.
¿Cuál es la importancia y las consecuencias históricas que tuvieron el default de Argentina en 2001 y la reestructuración posterior de la deuda?
El litigio por los bonos argentinos cambió el mundo. Debido a la disrupción del litigio el mercado adoptó poderosas cláusulas para acabar con los holdouts, estableciendo que, si el 75% de los acreedores de un paÃs acepta un acuerdo de reestructuración, el 100% quedará obligado por el acuerdo. Una de las razones por las que el acuerdo de 2020 de Argentina se desarrolló tan bien fue porque tiene estas cláusulas. Con iniciativas de acción colectiva sin prever, Argentina tardó 15 años en sanear la deuda de 2001. Y en tres meses, el gobierno hizo su reestructuración de la deuda de 2020 porque podÃa conseguir el 99,9% de los bonos en una sola votación. Otros paÃses también se han beneficiado.
"Milei tiene que aprender de sus errores porque si fracasa le van a echar la culpa a Trump"
¿La incorporación de cláusulas de acción colectiva tras el default argentino fue la consecuencia positiva de esa crisis?
Completamente. Pero sólo resuelve el problema de reestructuración de los bonos. El default soberano involucra un conjunto de default sector por sector. Cuando un paÃs entra en default, se desencadenan una serie de "incumplimientos". No brinda educación, no brinda alimentos, no brinda servicios públicos, incumple con las personas que requieren retribuciones por sus impuestos, el gobierno no les retribuye su dinero ni siquiera a largo plazo. No puedes conseguir medicamentos, surgen todo tipo de problemas. Tal vez soluciones el default en cuanto a reestructuración de los bonos, pero se necesitan un par de años para solucionar las demás fallas y que el Estado funcione normalmente. Si simplemente se resuelve la votación de los tenedores de bonos, se detiene el conflicto de los fondos, pero aún hay problemas.
¿En qué paÃs pasó eso?
Zambia lleva varios años sin poder cerrar su reestructuración, pero porque las grandes potencias, EE.UU., China y los demás paÃses, no se ponen de acuerdo. Entonces, algunos problemas -como los de los tenedores de bonos- tienen una solución más accesible que los más arduos e incluso el de los tenedores de bonos sigue siendo un área complicada. Estudiar el caso argentino ayuda porque hubo mucho disenso en el directorio del FMI. Los directores italianos, alemanes y japoneses no estaban contentos con el acuerdo porque tenÃan muchos tenedores de bonos minoristas en sus paÃses y no creÃan que Argentina debiera ser tan terminante. Hubo muchas disputas por ese motivo y eso no ayudó. Hay cosas que aprender sobre polÃtica internacional y diplomacia de la deuda en los primeros capÃtulos del libro, mientras que en los posteriores se aprende sobre tenedores de bonos, el juez y la ley.
En su libro el difunto juez Thomas Griesa aparece casi acorralado entre dos posturas intransigentes, la de Argentina y la de los holdouts. ¿Fue as�
Es una buena pregunta. Un libro tiene que tener un personaje principal y una trama. Y el libro planteaba la pregunta, ¿por qué hizo lo que hizo el juez Griesa? ¿Por qué sentenció con esa tremenda imposición a la Argentina? ¿Por qué estableció lo que, a los tenedores de bonos que aceptaron la oferta de Argentina, les implicó una enorme pérdida comparativa? Bloquear los pagos a quienes trabajaron con el paÃs para obligarlo a pagar a los holdouts que se resistÃan a acordar y querÃan obtener mucho más que los demás fue una decisión drástica.
¿Por qué en 2014 Griesa tomó esa decisión drástica, forzando a la Argentina a pagarle al 8% de acreedores que habÃan quedado fuera del arreglo?
Él pensó que la Argentina sencillamente pagarÃa, porque los demandantes holdouts remanentes- exigÃan un par de miles de millones de dólares y la Argentina contaba 50 mil millones en reservas. ¡Fue ingenuo! Argentina no iba a pagarles a los tipos que le secuestraron su Fragata. Terminó de un modo triste porque no estaba preparado para la disputa que se desencadenó, aunque fuera legalmente. Visto con cierta cuota de simpatÃa, aparece como un personaje frente a un problema imposible.
Pero con su cautelar tomó partido en contra de la estrategia del gobierno argentino de Cristina Kirchner...
El juez Griesa no quiso imponer el amparo. En la audiencia dijo: "No quiero hacer esto. No quiero hacerlo". Pero la alternativa también era inaceptable. No hacer nada equivalÃa a que Argentina le dijera al tribunal que podÃa dictar lo que pagaba por sus contratos. Argentina aceptó la jurisdicción de Nueva York. Según el tribunal, se trataba de contratos que eran ejecutables acorde la ley y, a falta de opciones, él decidió hacerlo.
En la Argentina se lo pintaba como ensañado con el gobierno y el paÃs.
Tenemos un sistema legal de tres niveles: un juez de primera instancia, tres de apelaciones en un panel y nueve tribunales supremos. Se puede decir que era un anciano malhumorado y enojado al que no le gustaba Argentina. Pero nuestro sistema aborda el error humano o la emoción al tener tres jueces desapasionados que son versados y experimentados. Escuché todas las audiencias. Confirmaron su fallo por unanimidad. Entonces, no lo personalizo, y creo que fue triste que lo convirtieran en un villano en la prensa argentina. Los primeros años protegió completamente a Argentina. Hasta 2005. Cada vez que los demandantes intentaban hacer algo, él rechazaba y les decÃa: "No se interpongan en el camino de los acreedores que quieren llegar a un acuerdo con Argentina. Es asunto tuyo si no quieres aceptar la oferta". Dijo literalmente que a veces obtener una pequeña cantidad es mejor que no recibir nada.
¿No hay buenos y malos entonces en la larga historia del default y la reestructuración de la deuda argentina, simplemente puja de intereses?
Es justamente lo que pensé en relación a mi rol como escritor: que no debÃa elegir entre buenos y malos. Por eso para el libro escogà fotografÃas en que todos y cada uno, luciera bien. No querÃa fotografÃas de alguien con una mosca en el cuello porque esa persona no me guste.
¿Qué cambios faltan en la arquitectura financiera global para evitar la vulnerabilidad de los paÃses emergentes?
Es responsabilidad de cada paÃs gestionar su macroeconomÃa de forma prudente. El mundo exterior siempre creará vulnerabilidades, por ejemplo, la volatilidad de las monedas, de las materias primas y los flujos comerciales. También es importante una gestión cuidadosa de la deuda. La mayorÃa de los paÃses de América Latina aprendieron de la crisis de la década de 1980 y de la crisis del peso en México de 1994 a trasladar financiamiento al mercado interno y extender el vencimiento de sus carteras de deuda. Estos cambios técnicos han contribuido en gran medida a reducir la vulnerabilidad de la mayorÃa de los paÃses a las crisis. Los paÃses también deben reaccionar rápidamente ante nuevas crisis. El COVID, por ejemplo, fue un gran golpe financiero porque requirió un gran gasto en atención sanitaria, pero la mayorÃa de los paÃses han reducido el gasto a niveles más sostenibles.
¿El tamaño y poder de fondos como BlackRock es un problema para la estabilidad global?
No. El problema de estabilidad lo causa el deudor, no los inversores. Independientemente de quién sea el propietario de la deuda, un paÃs experimentará una corrida si su deuda o sus déficits son demasiado altos. Ningún paÃs es inmune. El mercado de deuda del Reino Unido se desplomó en septiembre de 2022 debido al anuncio de polÃticas irresponsables. No tenÃa nada que ver con quién era el dueño de la deuda.
En Argentina hace más de 20 años, el FMI tenÃa muy mala reputación en el paÃs. ¿Cree que esa imagen cambió?
No puedo hablar de la reputación del FMI en Argentina. Pero en todo el mundo hay polÃticos que juegan al juego de la culpa, acusando al FMI de ser mezquino cuando la crisis casi siempre es culpa del paÃs. Mire a su alrededor en América Latina: la mayorÃa de los paÃses han dejado de incumplir sus pagos y han acudido al FMI en busca de ayuda. Desde los planes Brady en la década de 1990, no hemos visto a México, Brasil, Chile, Colombia, Panamá o Perú incumplir, mientras que Argentina ha incumplido tres veces: en 2001, en 2014 (por orden judicial) y en 2020. En mi opinión, el FMI ayuda a paÃses profundamente atribulados cuando nadie más lo hará, y no es culpa del FMI que haya que tomar medidas duras para estabilizar las cuentas.
¿El presidente Javier Milei es un producto de la crisis del 2001?
Argentina nunca se recuperó realmente de su default de 2001. El plan de estabilización de Lavagna iniciado bajo la presidencia de Eduardo Duhalde fue muy efectivo y se basó en tener fuertes superávits fiscales. Pero estos avances nunca se consolidaron porque el paÃs volvió a adoptar una polÃtica fiscal y monetaria laxa después de que Lavagna fuera expulsado. Además de eso, los problemas de servicios públicos nunca se resolvieron y el incumplimiento de los bonos tardó 15 años en solucionarse. Y luego el paÃs volvió a caer en una profunda crisis. Es triste. La gente se enojó y ahora está Milei.
En el libro usted elogia la actuación de Luis Caputo y Santiago Bausili, quienes ahora están en el gabinete de Milei, en el acuerdo alcanzado durante el gobierno de Mauricio Macri. ¿Por qué?
Le consiguieron a Argentina un trato increÃble al resolver el litigio de bonos en 2016, un descuento del 25% de los demandantes más importantes y un descuento mayor que ese en general. Consiguieron este gran acuerdo al convencer al juez Griesa de que anunciara que levantarÃa la orden después de llegar a un acuerdo con algunos demandantes importantes y luego abrir rápidamente la oferta a todos. Los grandes demandantes no supieron lo que les afectó hasta que fue demasiado tarde.
¿Qué idea o prejuicio suyo se modificó tras los siete años de investigación que le llevó escribir el libro?
Creo que soy una persona más justa como consecuencia de ver el caso a través de los ojos del juez, ver a la Argentina presentar sus argumentos y a los demandantes los suyos. Tiendo a tomar menos partido anticipadamente y me detengo a conocer la verdad desde ambos puntos de vista. Generalmente, en cuestiones polÃticas difÃciles, de algún modo ambas partes tienen razón. No hay taxativamente un lado del bien o del mal. Hay gente pobre que necesita ayuda y el gobierno también se enfrenta a problemas, demandas en tensión frente a las que necesariamente debe equilibrar el presupuesto. En este caso, lo lamentable fue que tanto Argentina como los que se resistieron al acuerdo se negaron a ceder. Eso lo convirtió en un gran drama. Por eso duró 15 años.
¿Cuál es la lección de esa dilación?
La lección es que la sociedad está mucho peor si uno se niega a ceder año tras año. Asà como la gente necesita seguir adelante y para proseguir desenvolviendo sus vidas, las economÃas necesitan seguir desarrollándose.
¿Qué puede pasar con el litigio en Nueva York por la expropiación de YPF por parte de Argentina?
Estoy deseando ver qué sucede en la apelación en el caso YPF. El gobierno de Milei tiene que limpiar estos lÃos heredados.
¿SerÃa positivo y viable dolarizar la economÃa en Argentina?
Lo importante ahora es estabilizar la economÃa. Es mejor abordar más adelante la aceptación del fuerte papel del dólar estadounidense en Argentina.
¿Ve similitudes entre Milei y Donald Trump?
Creo que son opuestos. Hay bastante diferencia entre un populista y Milei. Un populista te promete festejar ahora y que no te preocupas por pagarlo más tarde, porque mágicamente se pagará. En cambio, Milei dice que te dolerá ahora y que todo estará bien más adelante. No le promete nada al mundo. Está haciendo algo muy difÃcil para lograr la estabilidad a largo plazo. Eso es lo más impopular del mundo. Y creo que eso es impresionante. Es carismático como Trump. Tiene fuerza personal y la gente le responde. Pero ese no es el aspecto económico. Está propalando duras verdades en lugar de simples mentiras.
En Estados Unidos el nivel de la elevada deuda pública actual está bajo debate. ¿Qué postura tiene al respecto?
Estados Unidos necesita, después de las elecciones de 2024, establecer una comisión en el Congreso para abordar la sostenibilidad fiscal y cuestiones sobre la deuda a mediano plazo. Nuestros números son malos y van en aumento. No es aún una emergencia, pero hay que abordarla. Porque además también debemos respetar la ley de hierro de la confianza. Cuando tienes deudas y no las pagas, éstas crecen cada vez y, finalmente, enfrentas una crisis.
¿Es posible una crisis de deuda en Estados Unidos?
Como Argentina aprendió a lo largo de los años, si no se controla, se tiene una crisis. Asà que estamos en una posición completamente diferente en este ciclo. Pero necesitamos abordar esta cuestión y dialogar al respecto. Los máximos dirigentes y el presidente de la Reserva Federal Jerome Powell lo mencionaron. Está en la agenda y personalmente le preguntaré a todo representante, senador, presidente o vice con el que me encontré si se involucrarÃa en algún plan para abordar y gestionar esta cuestión. Porque, como estadounidense, no quiero que estemos en crisis dentro de 20 o 30 años.
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