Emmanuel Macron se prepara para asumir la presidencia protempore de la UE a partir de enero, y ya tiene en mente proyectar su liderazgo dentro del bloque para hacerlo valer en las elecciones francesas de abril. A diferencia del canciller alemán Olaf Scholz, que llegó al poder con un discurso más determinante hacia los socios dÃscolos del bloque, el mandatario francés parece dispuesto a hacer concesiones para armonizar las relaciones entre sus miembros.
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Este miércoles participó en Bruselas de la cumbre de la Asociación Oriental, el grupo que reúne a las exrepúblicas soviéticas de Ucrania, Georgia, Moldavia, Azerbaiyán, Armenia y Bielorrusia -este último paÃs excluido por las sanciones que pesan sobre su presidente, Alexandr Lukashenko-, donde aprovechó para antagonizar con Rusia por la situación en la frontera ucraniana.
Macron y Scholz se reunieron con su par ucraniano, VolodÃmir Zelenski, para expresarle su respaldo, aunque el foco estaba puesto en acercar a Moscú y Kiev. En este sentido, el presidente francés busca mantener el pulso ante una eventual agresión rusa, pero allanando el camino para una negociación que lo tenga a él mismo en el centro, a través del llamado Cuarteto de NormandÃa, que incluye también a Alemania.
Macron imprimió en la diplomacia francesa un marcado protagonismo presidencial, algo de lo que recelan sus rivales para los comicios del próximo 10 de abril, si bien su estrategia consiste en dar un paso más: reemplazar la conducción de facto de Angela Merkel dentro de la UE. Sin abandonar la presión sobre los paÃses "iliberales" del bloque, HungrÃa y Polonia, ahora quiere lograr acercamientos en las áreas donde esto sea posible.
El lunes Macron se trasladó hasta Budapest para verse cara a cara con los lÃderes del Grupo de Visegrado, es decir, HungrÃa, Eslovaquia, Polonia y República Checa, con los cuales Bruselas mantiene una rivalidad por las violaciones al Estado de derecho y las provocaciones a la propia legislación comunitaria. "Quiero que encontremos una solución. El diálogo es muy importante", declaró desde HungrÃa. El anfitrión, el primer ministro VÃktor Orban, coincidió en esa observación.
HungrÃa y Polonia, que hasta hace pocos meses amenazaba con salir del bloque, necesitan destrabar los fondos europeos de recuperación que mantienen a flote las economÃas de ambos paÃses. Pero la Comisión Europea no dará el brazo a torcer a menos que vea cambios en las polÃticas de Budapest y Varsovia hacia las libertades individuales y la independencia de los poderes públicos.
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El encuentro fue tenso, Orban se refirió a las condiciones de Bruselas como "chantaje", y Macron se reunió más tarde con la oposición húngara, europeÃsta y afÃn al Eliseo. Con todo, en este caso cuentan más los gestos. El primero es que Macron viajó expresamente a HungrÃa. Una vez que no pudieron acordar sobre los fondos comunitarios, prefirieron hablar de la seguridad fronteriza tras el "ataque hÃbrido" de Bielorrusia. A Orban, la cumbre le sirvió tanto como a Macron para mostrar un logro diplomático sin demasiado riesgo.
Es la polÃtica de seducción que está implementado Macron para ganar fuerza en la UE y, antes, lograr un segundo mandato. ""¿Vamos a arreglar todo en quince dÃas, tres semanas o seis meses? No lo creo. Simplemente espero que los próximos meses nos permitan avanzar. Y creo que hay un camino a seguir. Soy un optimista irrecuperable", dijo antes de partir de HungrÃa.
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