Venceréis, pero no convenceréis, proclamó Miguel de Unamuno, entonces rector de la Universidad de Salamanca, luego de oÃr los violentos discursos de las fuerzas franquistas (¡Viva la muerte!) que ya dominaban la ciudad en 12 de octubre de 1936. Pocos meses después, despojado de sus cargos, el intelectual murió en la miseria. Asà el Partido Republicano ha pasado demasiados años ya venciendo, pero no convenciendo. Elección tras elección, el partido conservador ha sido incapaz de incrementar sus filas con nuevos creyentes, no han podido formar nuevos cuadros, y la ficción económica que defienden es un producto cada vez más difÃcil de vender ante una población que necesita dos y tres empleos para salir de la miseria. Es asà como el Partido Republicano se convirtió poco a poco en una máquina de estrategia electoral y no un proyecto polÃtico.
Su razón de permanecer en el poder es muy simple: continuar con la polÃtica económica del "goteo", el recorte de impuestos a las corporaciones y las clases privilegiadas -principales financiadores del partido- y las regulaciones que obstaculizan al capital. Por el otro lado, la guerra cultura: defender las posiciones sociales que creen que les interesan a sus bases de votantes, principalmente a la fuerte comunidad de cristianos evangélicos (prohibir el aborto, defender la Segunda Enmienda, defender las "libertades" de sus votantes).
Se dispara el Covid en estados clave pero el búnker de Trump cree que no influirá en la elección
Ya en 2012 el postmortem a la fracasada campaña presidencial de Mitt Romney advertÃa que el partido tenÃa que moverse a la izquierda en temas sociales o perderÃan a una generación de votantes. Trump derrotó a todos los candidatos republicanos que intentaron hacerlo en la interna de 2015-2016. Asà desaparecieron del mapa Marco Rubio, Paul Ryan, Jeb Bush y otros moderados en temas de migración.
No es casualidad que los dos presidentes republicanos del S. XXI hayan llegado a la Casa Blanca sin ganar el voto popular. Sin lo que algunos llaman el mandato del pueblo.
Las estrategias de los republicanos giran alrededor de desincentivar el voto, dificultarlo, o de plano prohibirlo a miembros de la población que normalmente votarÃan por los demócratas. Estas técnicas afectan a las comunidades latina y afroamericana y los blancos de bajos recursos de las ciudades. Si en los años 40 y 50 la supresión del voto ocurrÃa a través de la violencia, en el S. XXI es a través de la legislación y otras triquiñuelas. Mover las casillas, "limpiar" las actas en zonas demócratas con base en criterios draconianos, cerrar las casillas más temprano, establecer nuevos requisitos como tener una licencia de conducir, o no tener antecedentes penales, todo lo cual afecta a los votantes más desposeÃdos.
Otra estrategia, popular entre ambos partidos y enfocada en ganar curules en el Congreso, es el Gerrymandering, bautizada en honor al primer legislador que hizo uso de ella. De acuerdo con la ley, las Asambleas Locales de los estados tienen la responsabilidad de dibujar los distritos electorales cada diez años con base en el censo poblacional. Los republicanos antes de 2010 pusieron todos sus esfuerzos en ganar las mayorÃas de todos los congresos locales que pudieron, lo que les permitió dibujar mapas que los favorecieran. Lo que hacen es, por ejemplo, concentrar todos los votos de una minorÃa en un solo distrito para asà sólo darle a esa población un representante demócrata en el Congreso en vez de dos o tres. Los distritos que los puedan beneficiar los dividen en figuras exóticas para que les den más congresistas.
Muchas de estas estrategias estuvieron prohibidas durante décadas, luego de que en 1965 el Congreso pasó la Ley del Derecho al Voto para complementar la Ley de los Derechos Civiles de 1964, impulsada por John Kennedy y finalmente aprobada por su sucesor Lyndon Johnson. En 2013 la Suprema Corte destruyó la efectividad de dicha ley cuando decidió que ya no habÃa suficiente racismo como para justificar la columna vertebral de la ley. Antes de 2013 los estados no podÃan cambiar sus leyes electorales sin aprobación de la federación. La posición de la corte fue que el Congreso tendrÃa que escribir nueva legislación, acabando de un plumazo con décadas de lucha por garantizar el voto.
Los demócratas ahora amenazan a Trump con agrandar la Corte si gana Biden
Los aliados de Trump en los estados ya están intentando detener estos conteos a través de legislación. La Suprema Corte del estado de Pennsylvania rechazó un intento de los republicanos por rechazar cientos de miles de votos por correo. La Corte declaró que no podÃan destruir los votos cuyas firmas no coincidieran de manera exacta, otra estrategia clásica para eliminar votos demócratas.
En Texas la historia fue otra. Una Corte Federal de Apelaciones permitió la orden del gobernador republicano Abbott que autoriza sólo una casilla para dejar votos adelantados por cada condado. Esto significa, por ejemplo, que los 4.7 millones de ciudadanos del condado de Harris sólo podÃan dejar sus votos adelantados en un mismo sitio. Lo mismo para 2.6 millones de Dallas y los dos millones de habitantes Tarrant y Bexar.
Y luego están las técnicas de Donald Trump. El presidente ha dedicado los últimos meses a cuestionar la legitimidad de la elección, la capacidad de la Oficina Postal para procesar los votos por correo, las supuestas intenciones fraudulentas de los demócratas, y de plano ha advertido que tendrá sus abogados listos mañana para intervenir si algo le suena mal. Encima ha sugerido que su urgencia por aprobar a la nueva ministra de la Suprema Corte era en parte porque querÃa tener una mayorÃa conservadora que lo ayudara a defender su triunfo cuando los demócratas intentaran robar la elección.
Greg Abbott, gobernador de Texas.
Trump ha exigido que ningún voto debiese contarse después del 3 de noviembre, y es que la evidencia sugiere que de los millones de votos emitidos por correo debido al Covid-19, la inmensa mayorÃa probablemente son de demócratas. El partido realizó una campaña muy fuerte impulsando el voto a distancia.
Sus propios asesores reconocieron off the record en una nota reciente del New York Times que la esperanza que les queda es que Trump gane Ohio y que Florida quede muy cerrado para nombrar un ganador temprano, "quitándole al Sr. Biden una victoria veloz y dándole a Trump espacio para deslegitimar la validad de los votos por correo que no han sido contados".
El plan, parecen estar diciendo, es meterle ruido a la elección y continuar por la vÃa legal. Estrategia similar a la que vimos durante los últimos años con todas las investigaciones contra el presidente y sus aliados. Llenar todo de lodo para que nadie reconozca la verdad de la mentira, como dirÃa el ex estratega de Trump, Steve Bannon.
Lo cierto es que el plan de Trump podrÃa ser más de comunicación. Suena como una estrategia absurda para un proceso tan históricamente establecido; eso no significa que no tenga un objetivo. Es probable que el plan de Trump -apelando públicamente a su Suprema Corte y su Departamento de Justicia-tenga la intención de desincentivar a los votantes más cÃnicos. ¿Para que ir a votar si el maligno Donald se va a robar la elección igual? Está por verse si Joe Biden tiene la misma capacidad de inspirar esperanza que su exjefe.
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- 303/11/2015:35¿Estos son los que hablan de fraude en Bolivia y Venezuela? Los reyes de la democracia....
- 203/11/2013:47despues de militar durante meses a sleepy biden llega la nota final desde lpo "si trump gana es porque hizo trampa" brillante analisis, 200 iq
- 103/11/2011:37EE.UU. la democracia ejemplar donde todo es amañado, deciden el destino de 7.700 millones de habitantes de este planeta. Muy triste este show!