Santiago Peña está en segundo plano desde, al menos, la convención colorada del sábado. El presidente apenas acaparó el centro de la escena, pese a dar una especie de discurso de bienvenida a los convencionales de todo el país reunidos en la sede de la ANR, y a partir del lunes decidió refugiarse en su propia agenda, al margen de lo que sucedía por fuera de Mburuvicha Róga.
Mientras la Fiscalía imputaba a su antecesor, Mario Abdo Benítez, y a ocho de sus exfuncionarios -todos ellos dirigentes y figuras de su partido-, Peña intentaba promocionar la candidatura de Asunción para los Juegos Panamericanos de 2027. Pero finalmente la elegida fue Lima y el presidente perdió el entusiasmo. Al día siguiente, el martes, se filtraron los chats entre uno de los fiscales del caso, Aldo Cantero, y Pedro Ovelar, abogado de Horacio Cartes.
Tampoco el escándalo, que forzó a Emiliano Rolón a rediseñar el equipo de fiscales a cargo de la investigación, lo sacó entonces del mutismo. Hasta que los periodistas lo abordaron esta mañana en la sede de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), donde participó de una reunión técnica sobre el mundial de fútbol de 2030 juntos a varios de sus ministros, Enrique Riera (Interior), Claudia Centurión (Obras Públicas), Ángel Barchini (Justicia) y Gustavo Villate (Tecnologías de la Información).
"Mundial, mundial, mundial", respondió Peña, mientras se sacaba fotos con Robert Harrison, titular de la APF, y Alejandro Domínguez, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL). Esta vez fue más conciso y evasivo en comparación con sus declaraciones sobre la expulsión de Kattya González del Senado, una maniobra de la cúpula cartista contra la legisladora más votada de la oposición en las últimas elecciones.
Pero Peña bajó la orden a sus ministros de no expresarse sobre la situación judicial de Abdo, un tema que, según apuntó a su equipo, no tiene relación con el gobierno. Las opiniones sobre la imputación y el rol de Cartes en el proceso vinieron de dirigentes del cartismo apostados en el Congreso: Raúl Latorre, Bachi Núñez y Beto Ovelar.
Ni siquiera el comunicado del Grupo Libertad y Democracia, integrado por expresidentes y líder de la derecha latinoamericana -al que pertenece el propio Peña-, lo sacó de su burbuja. Ni el presidente ni su vocera, Paula Carro, lo comentaron, y mucho menos la Cancillería. La carta abierta le pedía a Peña "realizar mayores esfuerzos para restaurar la independencia y el equilibrio de los poderes del Estado", en un tono duro y sin eufemismos, en lo que supone la primera condena internacional de dirigentes cercanos como Mauricio Macri o Iván Duque.
Lo que sí admitió Carro es que Peña y Ovelar mantuvieron encuentros en el marco del comando político colorado. Pero el presidente siguió adelante con su agenda, sin aclarar si habló del caso contra Abdo con el abogado de Cartes, y salió de Asunción para inaugurar una fábrica de semillas en Alto Paraná, lejos de los medios y de la convulsión en la capital. Más tarde volvió a Mburuvicha Róga para mantener reuniones con los ministros Walter Gutiérrez, de Niñez y Adolescencia, y Adriana Ortiz, de Cultura.
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El miércoles no se mostró fuera de la residencia oficial y el martes se repitió la misma dinámica: reuniones presenciales con ministros y un zoom con Panam Sports por los Juegos Panamericanos. Desde Presidencia no quiseron aclarar si las actividades estaban programas desde la semana pasada o si sufrieron modificaciones sobre la marcha. Lo cierto es que le sirvió a Peña para escapar de las disputas al interior de su partido.
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