Las respectivas representantes de las grandes coaliciones de centroizquierda y centroderecha chilenas que lideraron Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, volverán a enfrentarse el 15 de diciembre y más allá de la amplia diferencia en favor de “La Bachelet”, ahora empieza otra elección.

Los porcentajes obtenidos por los candidatos que disputaban el bronce en el podio. Marco Enriquez Ominami, de perfil centroizquierdista (10,8%) y Franco Parisi, populista de centroderecha (10,17%) explican en parte porque el anunciado “Huracán Bachelet” no llegó a tener la fuerza suficiente para triunfar en la primera vuelta.

Es que Parisi en parte pero sobre todo Enriquez Ominami que proviene del Partido Socialista le “roban” votantes a la Nueva Mayoría, la alianza de democratacristianos, socialistas, radicales y ahora también comunistas que encabezó la ex Presidenta Bachelet.

En las encuestas previas Ominami no llegaba a los 8 puntos y Parisi apenas lo superaba. En Chile todos recordaron como con el casi 20% obtenido en las anteriores presidenciales de 2009, Ominami “colaboró” con el triunfo de Sebastian Piñera y la derrota de la hasta entonces invicta “Concertación”.

Otra argumento para explicar el nuevo escenario político chileno pasa por la digna elección realizada por la candidata de la “Alianza”, el frente oficialista que contiene a Renovación Nacional (liberales) y UDI (conservadores).

El 25% de los votos obtenidos por Matthei marcan que pese a algunos pronósticos agoreros alentados en parte por el espacio culturalmente de izquierda y en parte por los errores autoinfligidos, la derecha sigue siendo fuerte en Chile y conservará una importante bancada parlamentaria que si finalmente perdiera, resistirá los cambios al “Modelo” chileno.

Mattei y la búsqueda del "equilibrio"

Elegida como candidata tras la defección de otros tres “favoritos”, Matthei no pasaba del 20% en las encuestas y tenía que enfrentar dos grandes problemas internos: La falta de confianza de los votantes de la derecha por saber sido la cuarta opción del oficialismo y sobre todo el sutil pero visible esmerilamiento a la que la sometió el Presidente Piñera quien impedido constitucionalmente de poder ser reelecto ya empezó su campaña presidencial para 2017.

Muestra de ello fue como a contramano de Matthei (que se negó a cualquier autocrítica respecto al golpe de estado de 1973) pero en sintonía con el “renacer” de la figura del ex Presidente Salvador Allende en el 40º aniversario de su trágica muerte, Piñera fue sumamente crítico con el respaldo de sectores del poder económico para con la dictadura de Augusto Pinochet. Con todos estos obstáculos encima, el pase a segunda vuelta era ruidosamente festejado por estas horas en el comando de campaña de la Alianza, en el coqueto barrio de Las Condes.

Hay otra explicación más sutil. Analistas deslizaban que había entre los chilenos cierta idea de buscar un equilibrio dándole a Bachelet el triunfo pero un triunfo que no fuera tan amplio como para que creyera que tenía el poder absoluto. Curiosamente, uno de los argumentos de campaña de la Médica Pediatra, fue que en su anterior gobierno al no contar con el control del Congreso no había podido avanzar con todas las reformas que pretendía y en consecuencia pedía ahora mayor apoyo en las urnas para lograrlo.

Pero que los chilenos no le hayan dado el respaldo pedido y hayan buscado un equilibrio, no quiere decir necesariamente que no quieran cambios. Los votantes de Enriquez-Ominami son en general aquellos chilenos que quieren cambios profundos en lo económico, lo político y lo cultural como propone Bachelet pero no creen que ella los vaya a hacer.

El caso de Parisi es más complejo pero también atiende a la necesidad de cambios. De discurso populista y “antipolítico” pero perfil conservador, representó a aquellos que están descontentos con el estado actual del país, pretenden cambios pero reniegan de la elite política en general.

Bachelet, Matthei pero también Enriquez-Ominami son hijos de figuras de la política chilena.
Para la segunda vuelta probablemente ninguno de los candidatos principales que quedaron fuera de la misma brinden un respaldo directo a alguna de las dos candidatas, sobran ejemplos en la región que los votantes no responden automáticamente a las órdenes de sus “votados” y pedir el voto sería correr el riesgo de no obtenerlo. De manera que, Bachelet y Matthei, amigas de la infancia separadas por la tragedia de la dictadura, deberán esforzarse por convencer a quienes no las votaron de que lo hagan en las próximas cuatro semanas.