Las primarias abiertas y simultáneas que Néstor Kirchner pensó para atomizar a gobernadores e intendentes debajo de su figura se convirtieron ahora en una incógnita que provoca temores entre algunos operadores del Gobierno.

Son quienes temen que el 14 de agosto Cristina obtenga menos votos que los que las encuestas le marcan para octubre, como se estima, y el resultado sea caldo de cultivo para que la oposición destierre la idea de que tiene la elección está ganada.

“El gobierno va a tener que promocionar más las primarias. Hasta ahora lo hace en Fútbol para Todos, pero no alcanza para que la gente sepa bien de qué se trata”, consideró el consultor Carlos Germano.

Germano cree que ese desconocimiento general por el mecanismo de las internas hace inútil cualquier medición específica de las primarias. “La gente recién tomará clima electoral después de las elecciones de la Ciudad, Córdoba y Santa Fe. Esa va a ser la preparación”, explicó.

En Santa Fe, justamente, se aplica hace varias elecciones el sistema de primarias abiertas que debutará a nivel nacional en agosto. “La primera vez también fue complicado pero luego la gente fue a votar”, recordó Germano.

La duda en la Rosada no pasa sólo por la participación de los votantes sino por la función que tendrán los punteros del Gran Buenos Aires, donde sólo serán candidatos los intendentes, algo que no estaba previsto hace un año.

En ese entonces, Kirchner diagramaba internas en todos los municipios del conurbano con la idea de sumar votos de todos los frentes y menguar cualquier lista del peronismo que quiera enfrentarlo.

Por la buena imagen de Cristina esta última alternativa casi está desechada y en esa región, que concentra el 70% de los votos de la provincia, la movilización estará restringida a los intendentes.

En el kirchnerismo hay quienes creen que este escenario no es un problema porque de cualquier manera Cristina doblegará a sus rivales en agosto. “Esa será la foto, no la del número”, especulan.