04 de mayo, 2024
El bloqueo a ClarÃn espanta a los sectores moderados que necesita Cristina
La Presidenta tiene que sumar a los sectores independientes que perdió en la pelea con el campo, si quiere ganar en primera vuelta. El bloqueo a ClarÃn y La Nación emparenta al gobierno con lo peor del chavismo, justo a dos dÃas de la llegada del presidente de Venezuela.
Era previsible. El kirchnerismo tiene una pulsión inexorable por arruinarse sus mejores momentos. Un día después de protagonizar un triunfo notable en Catamarca, su candidata a gobernadora Lucía Corpacci no tuvo mejor idea que elogiar por radio a Ramón Saadi y minimizar el crimen de María Soledad.
Este domingo, cuando deberían haber disfrutado de sus medialunas mientras paladeaban el recuento definitivo de Chubut, que por primera vez pone al frente a Carlos Eliceche y ubica así al opositor Mario das Neves en las puertas del retiro, el kirchnerismo no tuvo mejor idea que bloquear la salida de los dos principales diarios del país.
Pocas cosas atentan más contra la esencia de una democracia, como los ataques a la prensa. No es casualidad que la existencia de una presa libre sea genéticamente impensable en cualquier régimen autoritario. De hecho, suele ser la primera libertad que se pierde cuando las sociedades se desbarrancan por ese desfiladero.
Si algún enemigo del Gobierno hubiera imaginado la vía más eficaz para espantar a los sectores moderados que Cristina necesita para ganar en primera vuelta, la jugada de hoy no podría haber salido mejor. El título del bloqueo a los dos principales diarios de la Argentina seguramente recorrerá el mundo y le dará a aquellos que ven en el kirchnerismo un primo cercano al régimen de Hugo Chávez, otro elemento para reforzar su presunción.
Para peor, el episodio ocurre dos días antes de la visita del presidente de Venezuela que por esos disparates a los que somos afectos, recibirá un premio por su colaboración con la prensa que le otorgará la Universidad de periodismo de La Plata. El galardón lleva el nombre de Rodolfo Walsh, que en La Plata acaso imaginen estaría encantado de galardonar al venezolano.
Es notable la distorsión que el actual proceso político provoca, aún en gente formada. La grandeza de Walsh está en sus crónicas e investigaciones, que poniendo en riesgo su vida, desafiaron al poder. Chávez, utiliza la maquinaria del Estado y sus infinitos recursos para acorralar al periodismo no complaciente.
De manera que por obra y gracia del propio oficialismo, los astros no podrían haberse alineado mejor para la oposición. En 48 horas la Presidenta sonreirá junto a Chávez para los fotógrafos, envuelta en la ola de una escándalo de diarios bloqueados y ataques a la libertad de prensa.
Se podrá argüir que el gobierno poco tuvo que ver con el bloqueo a las plantas de Clarín y La Nación. Pero la verdad es que el archivo no ayuda a los que esgrimen esa excusa. Como tampoco colabora el pesado silencio de la Casa Rosada y la inacción de los ministros Garré y Tomada frente al bloqueo que la propia justicia ordenó evitar.
El conflicto
En lo formal, el conflicto se generó por el despido de delegados de la empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), una vinculada del grupo Clarín que imprime la revista dominical Viva. Fuentes del diario de la calle Tacuarí afirman que hace más de una semana fueron reincorporados, y el propio Ministerio de Trabajo reconoció que no hay conflicto laboral.
No es esta la versión de los manifestantes, que según las declaraciones del delegado Luis Siri, que publicó ayer la agencia oficial Télam, reclaman su "reincorporación". Lo curioso es que Télam anunció el bloqueo de la planta una hora antes de que este ocurriera.
Como sea, para agudizar las paradojas de este sainete, esta mañana los lectores de Clarín si recibieron Viva, donde trabaja el personal que originó el conflicto; pero no el diario que imprime Agea –otra vinculada del grupo-, que por cierto no tiene trabajadores en conflicto.
La excusa esgrimida para bloquear la planta de La Nación, ubicada frente a la de Clarín, no hace sino ahondar las sospechas de que se trata de una embestida política, mas que un genuino conflicto de trabajo. La planta del diario de los hermanos Saguier fue bloqueada por unas horas “en solidaridad”, con los trabajadores de Clarín.
Entre los manifestantes hubo un compacto grupo de personas con remeras del gremio camioneros que entonaban el consabido: “Si se meten con Mayano va a haber quilombo”. Cántico que ya se escuchó en la patética conferencia de prensa de días atrás, en la que directivos de ese gremio lanzaron la amenaza que esta madrugada se cumplió: movilizarse a la puerta de todo medio que publique alguna información que afecte al líder de la CGT.
En la edición de hoy de Clarín hay una excelente nota de Luciana Geuna que contiene revelaciones explosivas sobre el patrimonio personal del camionero, incluida una descomunal mansión en Parque Leloir, que contra toda norma municipal esta resguardada por un enorme paredón de tres metros con garita en altura. Como si fuera un penal.
Tan evidente fue el objetivo no laboral del reclamo, que el bloqueo se levantó a las 12 del mediodía, la hora exacta en la que ya no tiene sentido salir a distribuir los diarios. El último momento más o menos razonable son las 9 de la mañana, pero pasadas las 12 ya es ridículo empezar a entregar un diario con noticias del día anterior.
Pura pérdida
Lo llamativo es que la primera línea del gobierno permanezca impasible ante este tipo de conflictos, a pura pérdida, cuando están a meses de jugarse enteros en una primera vuelta que nadie puede asegurar que ya tengan ganada.
Semanas antes de morir, en sus tenidas en la quinta de Olivos, Néstor Kirchner desplegaba sus rasgos más sagaces con las conocidas obsesiones. Exhibía un cuadro sinóptico al estilo de los que se ven en las películas del FBI, sólo que en vez de contener los rostros de alguna organización criminal, en el mismo figuraban los cuadros gerenciales y periodísticos del Grupo Clarín, con anotaciones al margen, como el resultado de exhaustivas investigaciones fiscales.
En esas conversaciones Kirchner afirmaba que “la pelea con Clarín ya la ganamos, ahora la gente se dio cuenta que no todo lo que publican es verdad, metimos la duda y ese es nuestro triunfo”. Pero a sus ocasionales visitantes les quedaba claro, que más allá de las afirmaciones triunfalistas, la destrucción del Grupo Clarín y de sus directivos, seguía siendo una obsesión muy arraigada del ex presidente.
No es necesario profundizar sobre las inconveniencias de convertir disputas políticas en peleas personales. Como sea, Kirchner luego de cerrar el inevitable capítulo Clarín de la charla, parecía otra persona. Sensato, calculador y muy astuto. Sostenía en esos diálogos la conveniencia de mantener a Chávez a una prudente distancia –ni muy lejos ni muy cerca- y en todo caso, seguir a nivel internacional un sendero similar al que recorrió Lula.
Y para las elecciones de este año, trazaba un análisis y un plan de trabajo que con el paso de los meses adquiere una vigencia que impresiona. “El desafío que enfrentamos no es tanto llegar al 40 por ciento, sino atomizar a la oposición para aumentar la distancia con el segundo, de manera que ninguno supere los 10 puntos de diferencia que se necesitan para evitar el ballotage”.
Es decir, el presidente no imaginaba posible alcanzar los 45 puntos que evitan cualquier ballotage, y trabajaba sobre un escenario de 40 puntos sacándolo más de 10 al segundo. Por eso buscaba evitar a toda costa una polarización.
Hasta ahora, la parte del plan que apunta a dividir a la oposición no podía estar mejor encaminada. Pero acciones como la del bloqueo de hoy, revelan que el kirchnerismo sigue siendo su mejor enemigo.
En el preciso instante que empezaba a enderezar la proa para un eventual triunfo en octubre, la embarró. Hizo una jugada de más, que tuvo el efecto simultáneo de espantar a los sectores moderados, unir a la oposición y darle además una bandera que la saque de su laberinto.
El insumo de la “lucha” contra los monopolios es útil para alimentar el ecosistema de militantes más inexpertos, que por ejemplo no revisan los balances publicados por La Bolsa la semana pasada, que revelan que Clarín y Techint tuvieron ganancias récord. El multimedios se llevó limpitos más de 530 millones y la empresa de los Rocca superó los 1.700 millones de beneficios.
Es evidente que el problema para el kirchnerismo surge cuando esa épica hábilmente prefabricada, se cruza con estrategias políticas más complejas, como recuperar votos en la clase media. Se trata de desafíos que no se alcanzan hostigando periodistas por Twitter o bloqueando diarios. Más bien lo contrario.
Este domingo, cuando deberían haber disfrutado de sus medialunas mientras paladeaban el recuento definitivo de Chubut, que por primera vez pone al frente a Carlos Eliceche y ubica así al opositor Mario das Neves en las puertas del retiro, el kirchnerismo no tuvo mejor idea que bloquear la salida de los dos principales diarios del país.
Pocas cosas atentan más contra la esencia de una democracia, como los ataques a la prensa. No es casualidad que la existencia de una presa libre sea genéticamente impensable en cualquier régimen autoritario. De hecho, suele ser la primera libertad que se pierde cuando las sociedades se desbarrancan por ese desfiladero.
Si algún enemigo del Gobierno hubiera imaginado la vía más eficaz para espantar a los sectores moderados que Cristina necesita para ganar en primera vuelta, la jugada de hoy no podría haber salido mejor. El título del bloqueo a los dos principales diarios de la Argentina seguramente recorrerá el mundo y le dará a aquellos que ven en el kirchnerismo un primo cercano al régimen de Hugo Chávez, otro elemento para reforzar su presunción.
Para peor, el episodio ocurre dos días antes de la visita del presidente de Venezuela que por esos disparates a los que somos afectos, recibirá un premio por su colaboración con la prensa que le otorgará la Universidad de periodismo de La Plata. El galardón lleva el nombre de Rodolfo Walsh, que en La Plata acaso imaginen estaría encantado de galardonar al venezolano.
Es notable la distorsión que el actual proceso político provoca, aún en gente formada. La grandeza de Walsh está en sus crónicas e investigaciones, que poniendo en riesgo su vida, desafiaron al poder. Chávez, utiliza la maquinaria del Estado y sus infinitos recursos para acorralar al periodismo no complaciente.
De manera que por obra y gracia del propio oficialismo, los astros no podrían haberse alineado mejor para la oposición. En 48 horas la Presidenta sonreirá junto a Chávez para los fotógrafos, envuelta en la ola de una escándalo de diarios bloqueados y ataques a la libertad de prensa.
Se podrá argüir que el gobierno poco tuvo que ver con el bloqueo a las plantas de Clarín y La Nación. Pero la verdad es que el archivo no ayuda a los que esgrimen esa excusa. Como tampoco colabora el pesado silencio de la Casa Rosada y la inacción de los ministros Garré y Tomada frente al bloqueo que la propia justicia ordenó evitar.
El conflicto
En lo formal, el conflicto se generó por el despido de delegados de la empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), una vinculada del grupo Clarín que imprime la revista dominical Viva. Fuentes del diario de la calle Tacuarí afirman que hace más de una semana fueron reincorporados, y el propio Ministerio de Trabajo reconoció que no hay conflicto laboral.
No es esta la versión de los manifestantes, que según las declaraciones del delegado Luis Siri, que publicó ayer la agencia oficial Télam, reclaman su "reincorporación". Lo curioso es que Télam anunció el bloqueo de la planta una hora antes de que este ocurriera.
Como sea, para agudizar las paradojas de este sainete, esta mañana los lectores de Clarín si recibieron Viva, donde trabaja el personal que originó el conflicto; pero no el diario que imprime Agea –otra vinculada del grupo-, que por cierto no tiene trabajadores en conflicto.
La excusa esgrimida para bloquear la planta de La Nación, ubicada frente a la de Clarín, no hace sino ahondar las sospechas de que se trata de una embestida política, mas que un genuino conflicto de trabajo. La planta del diario de los hermanos Saguier fue bloqueada por unas horas “en solidaridad”, con los trabajadores de Clarín.
Entre los manifestantes hubo un compacto grupo de personas con remeras del gremio camioneros que entonaban el consabido: “Si se meten con Mayano va a haber quilombo”. Cántico que ya se escuchó en la patética conferencia de prensa de días atrás, en la que directivos de ese gremio lanzaron la amenaza que esta madrugada se cumplió: movilizarse a la puerta de todo medio que publique alguna información que afecte al líder de la CGT.
En la edición de hoy de Clarín hay una excelente nota de Luciana Geuna que contiene revelaciones explosivas sobre el patrimonio personal del camionero, incluida una descomunal mansión en Parque Leloir, que contra toda norma municipal esta resguardada por un enorme paredón de tres metros con garita en altura. Como si fuera un penal.
Tan evidente fue el objetivo no laboral del reclamo, que el bloqueo se levantó a las 12 del mediodía, la hora exacta en la que ya no tiene sentido salir a distribuir los diarios. El último momento más o menos razonable son las 9 de la mañana, pero pasadas las 12 ya es ridículo empezar a entregar un diario con noticias del día anterior.
Pura pérdida
Lo llamativo es que la primera línea del gobierno permanezca impasible ante este tipo de conflictos, a pura pérdida, cuando están a meses de jugarse enteros en una primera vuelta que nadie puede asegurar que ya tengan ganada.
Semanas antes de morir, en sus tenidas en la quinta de Olivos, Néstor Kirchner desplegaba sus rasgos más sagaces con las conocidas obsesiones. Exhibía un cuadro sinóptico al estilo de los que se ven en las películas del FBI, sólo que en vez de contener los rostros de alguna organización criminal, en el mismo figuraban los cuadros gerenciales y periodísticos del Grupo Clarín, con anotaciones al margen, como el resultado de exhaustivas investigaciones fiscales.
En esas conversaciones Kirchner afirmaba que “la pelea con Clarín ya la ganamos, ahora la gente se dio cuenta que no todo lo que publican es verdad, metimos la duda y ese es nuestro triunfo”. Pero a sus ocasionales visitantes les quedaba claro, que más allá de las afirmaciones triunfalistas, la destrucción del Grupo Clarín y de sus directivos, seguía siendo una obsesión muy arraigada del ex presidente.
No es necesario profundizar sobre las inconveniencias de convertir disputas políticas en peleas personales. Como sea, Kirchner luego de cerrar el inevitable capítulo Clarín de la charla, parecía otra persona. Sensato, calculador y muy astuto. Sostenía en esos diálogos la conveniencia de mantener a Chávez a una prudente distancia –ni muy lejos ni muy cerca- y en todo caso, seguir a nivel internacional un sendero similar al que recorrió Lula.
Y para las elecciones de este año, trazaba un análisis y un plan de trabajo que con el paso de los meses adquiere una vigencia que impresiona. “El desafío que enfrentamos no es tanto llegar al 40 por ciento, sino atomizar a la oposición para aumentar la distancia con el segundo, de manera que ninguno supere los 10 puntos de diferencia que se necesitan para evitar el ballotage”.
Es decir, el presidente no imaginaba posible alcanzar los 45 puntos que evitan cualquier ballotage, y trabajaba sobre un escenario de 40 puntos sacándolo más de 10 al segundo. Por eso buscaba evitar a toda costa una polarización.
Hasta ahora, la parte del plan que apunta a dividir a la oposición no podía estar mejor encaminada. Pero acciones como la del bloqueo de hoy, revelan que el kirchnerismo sigue siendo su mejor enemigo.
En el preciso instante que empezaba a enderezar la proa para un eventual triunfo en octubre, la embarró. Hizo una jugada de más, que tuvo el efecto simultáneo de espantar a los sectores moderados, unir a la oposición y darle además una bandera que la saque de su laberinto.
El insumo de la “lucha” contra los monopolios es útil para alimentar el ecosistema de militantes más inexpertos, que por ejemplo no revisan los balances publicados por La Bolsa la semana pasada, que revelan que Clarín y Techint tuvieron ganancias récord. El multimedios se llevó limpitos más de 530 millones y la empresa de los Rocca superó los 1.700 millones de beneficios.
Es evidente que el problema para el kirchnerismo surge cuando esa épica hábilmente prefabricada, se cruza con estrategias políticas más complejas, como recuperar votos en la clase media. Se trata de desafíos que no se alcanzan hostigando periodistas por Twitter o bloqueando diarios. Más bien lo contrario.
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