Al final, Cristina Kirchner fue a Córdoba donde fue recibida por una importante protesta de productores agropecuarios. Realizó anuncios para los damnificados por la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, luego que por la mañana se especuló con la posibilidad de suspender la visita presidencial, excusándose en el riesgo a que la presidenta o alguien de la comitiva puedan contagiarse gripe porcina.

El grupo de productores que se congregó hoy con tractores en Río Tercero con la intención de conseguir una entrevista con la presidenta finalmente se tuvo que conformar con entregarle un petitorio de medidas al intendente local para que se lo trasladara a la jefa de Estado.

Los organizadores del denominado "tractorazo" tenían como objetivo mantener un encuentro con Cristina, para reclamarle una serie de medidas destinadas al sector agropecuario. "La delicada situación de 80 tambos de la zona y la caída de la producción ganadera y del trigo", se encontraban entre los principales pedidos de los ruralistas cordobeses, quienes se habían concentrado a primera hora de la tarde a tres cuadras de la Fábrica Militar de Río Tercero, a la espera de la llegada de Cristina Kirchner.

Según señaló uno de los organizadores del "tractorazo", el productor Guillermo Bonetto, la entrevista con la primera mandataria se había solicitado este jueves "a través del kirchnerismo local".

La presidenta, en su discurso al anunciar la reactivación de la Fábrica Militar, convocó a los argentinos a “una gesta para recuperar nuestras mejores tradiciones, que siempre estuvieron vinculadas a la producción y al trabajo, y que ha sido el modelo que desde 2003 nos ha permitido generar millones de puestos de trabajo", dijo la presidenta.

"Hoy vengo aquí y veo este nuevo techo en el que solamente había ruinas con telarañas, que era el símbolo de la decadencia de una Argentina que había perdido el rumbo y que creía que podía vivir sin producir y sin trabajar, ser solamente un país de servicios", expresó la mandataria.

El faltazo fue un riesgo que duró hasta bien pasado el mediodía. La presidenta amenazaba con retirar su visita a la provincia en medio de la pelea con el gobernador, Juan Schiaretti que se cruzó con Oscar Parrilli por dejarlo fuera del protocolo en la vistita de la mandataria a la provincia.

Schiaretti salió a quejarse de que no lo invitaron al acto, que se enteró por los medios de comunicación. Para peor, el secretario General de la presidencia le salió al cruce con una, por lo menos, poco firme excusa. "Recién confirmamos el viaje de la presidenta y, si él tenía problemas, nos hubiera llamado por teléfono", dijo según el diario Clarín. Lo que siguió fue una tardía invitación que el gobernador se apresuró a desdeñar por no sólo por tardía, sino por considerarla "una tomadura de pelos". Ayer, y como para que se note, se reunió con el vicepresidente Julio Cobos, en un hotel céntrico.