La Casa Rosada le puso empeño en las últimas horas a la difusión de la decisión de Cristina Kirchner de invitar a Hugo Moyano a su inminente visita a España. Hace años que un Presidente no realizaba semejante gesto a favor de un líder sindical.

Pero lejos de una concesión graciosa, la movida es fruto de la cada vez más extrema dependencia del gobierno del líder de la CGT, única válvula real para regular un conflicto social que amenaza agravarse junto con el notable deterioro de las variables económicas.

En la CGT la invitación no generó algarabía, ya que allí cuentan con encuestas que a nivel nacional otorgan al gobierno una aceptación bajisima de la opinión pública.

La versión se suma a un reciente relevamiento realizado entre 150 importantes empresarios por la prestigiosa consultora internacional Grant Thornton International Ltd, que les preguntó cuales consideran que son las principales trabas al desarrollo del país. En primer lugar con el 91 por ciento se mencionó a la corrupción y la inseguridad jurídica, seguido por un 88 por ciento que destacó la falta de confianza en las políticas del gobierno nacional.

Ambos datos –la baja consideración del gobierno y la altísima percepción de su corrupción-, se analizaron con suma gravedad en la CGT.

En ese marco y a contramano del discurso oficial, en la central obrera se evaluó que “la crisis que sufre nuestro país, es una crisis principalmente argentina y no consecuencia de la crisis internacional”.

Y para respaldar que la crisis es esencialmente “nacional”, hubo un abundante recordatorio de las medidas “inconvenientes” del oficialismo.

Fueron señalados así el freno a las exportaciones de carne y granos; la continuidad de las “injustas” retenciones a la producción del campo; el abandono de la industria lechera y la falta de créditos blandos para la producción.

Todo visto en un escenario de un gran aislamiento político y financiero de la Argentina. La última muestra del aserto fueron los saludos selectivos de Barak Obama a numerosos presidentes latinoamericanos (Lula da Silva, Michelle Bachelet, Alvaro Uribe, entre otros), entre los que no estuvo la mandataria argentina.

Se señaló también el error de “ no haber constituido un Fondo Anticíclico que permitiera al país afrontar con solvencia la creciente amenaza de recesión y consiguientes despidos de trabajadores”

El marco del análisis lo brindaron los incumplimientos del prometido pago de la deuda con el Club de París y de nuevas negociaciones con los “bonistas” que no habían entrado en el canje de deuda.

Sumados el traspaso de los fondos de la AFJP al sistema estatal de previsión social y los 23 mil millones de dólares que salieron de nuestro país.

Así las cosas, en este viaje a España, plagado de incertidumbres, dado el enorme conflicto de Aerolíneas Argentinas, la incorporación de Moyano, parece revelar que el “kirchnerismo” pretende su último refugio en el sindicalismo “gordo”.

Sueñan que esa fuerza podrá revivir con respiración “boca a boca” al alicaído al Frente para la Victoria. Pero todo está por verse.

Los resultados en las elecciones de octubre darán la última palabra.

Se verá entonces si el oficialismo seguirá siendo un Frente para la Victoria o, como presume toda la oposición, la suerte “kirchnerista” vire hacia un Frente para la Derrota.