Apurado y evitando el debate, el gobierno kirchnerista tomó la decisión de estatizar las AFJP. Dicen que Néstor Kirchner se las tenía jurada, después de que se enteró que uno de sus directivos más importantes negoció personalmente con un ministro de Mauricio Macri la compra de títulos de bonos que iba a emitir  Buenos Aires para financiarse. Fue inútil explicarle que el historial de pago de la Ciudad era garantía suficiente para cualquier inversión de largo plazo. Kirchner vio en esas negociaciones la mismísima piel de la conspiración y mandó a evitar la salida del FOISO, que así se llama el bono que logró aprobar el oficialismo porteño en la Legislatura de la Ciudad.

Pero la creatividad de Kirchner no tiene límites. Agobiado por las consecuencias de las malas políticas que viene implementando ya en forma evidente en los últimos tres años, y sin ninguna vocación de reparar nada, decidió lo que todo político argentino exitoso en situación de trance: huir hacia delante.

El razonamiento es sencillo. Para qué hacer las cosas en forma prolija, si los costos lo voy a pagar igual y si están bien hechas, lo va a aprovechar el que me siga. Inapelable.

El fracaso de los pragmáticos

En Argentina fracasan todas las ideologías y reina el peronismo, por puro pragmatismo y vocación de poder. Lo importante no es lo que se piensa, ni tampoco lo que se hace. Lo único importante es llegar  y sostenerse, creando siempre las propias reglas, para conocerlas como nadie y poder imponerlas sin esfuerzo. El que se somete, sobrevive y si tiene estómago, hasta ganar en los distintos andariveles en los que puede ganar un político, empresario, banquero o también dirigente social. El que no se somete, padece el desierto y, si tiene espaldas, ganará más adelante, tres casilleros en el futuro, pero perdiendo presente. Carlos Pagni dice hoy en La Nación que Kirchner hipotecó el futuro ante el altar del presente. El presente no tiene reglas ni moral. No tiene religión. No tiene ética. La verdad: el presente no tiene vergüenza.

Argentina es puro presente. Por eso aquí fracasan todos los sistemas. Fracasó el sistema de reparto, porque en los 70 y 80 se saquearon las cajas de jubilación para financiar un estado en colapso. Fracasó el sistema de capitalización, porque en el gobierno de Menem fueron sindicalistas los que obligaron a miles de trabajadores a afiliarse a tal o cual AFJP y después Domingo Cavallo, en el gobierno de De la Rúa, los obligó a comprar títulos públicos en caída final para financiar al gobierno en caída final. Fracasó el sistema mixto de los últimos años, porque tampoco alcanzó a calmar la ansiedad kirchnerista por más fondos frescos para evitar un ordenamiento previsible de la economía.

Argentina es excepcional, en todo sentido. Fracasan todos los sistemas, porque el sistema es siempre el mismo: el manoteo del estado neoliberal es igual manoteo kirchnerista. De lo que se trata es de llegar al estado para manotearlo a gusto. Por el simple placer del manoteo, demostración palmaria del poder del poderoso.

Extorsiones

Pagar impuestos en Argentina es saber que se usarán para extorsionar a gobernadores que aunque quieran defender su producción, están obligados a someterse al poder central para que envíe los fondos que le corresponden por ley.

Pagar la jubilación en Argentina es saber que se usará para rescatar desopilantes políticas de gobiernos irresponsables que sólo piensan en su propia supervivencia y/o en saqueos personales.

Refugiarse en el campo argentino es saber que nada de lo que produzca podrá ser rentable sin los subsidios del Estado que, por otra parte, tampoco se podrán cobrar si no formás parte del capitalismo de amigos.

Toda la Argentina parece manotera. Agobia. Si alguna Argentina no lo es, por favor, dejar comentarios aquí abajo.