
Cristina Kirchner les prohibió a los senadores leer durante más de cinco minutos durante sus discursos, como indica el artículo 196 del reglamento que rara vez se cumple. El resto del tiempo que hacen uso de la palabra deben improvisar.
Se lo recordó al senador radical Mario Fiad, mientras leía un descargo contra la kirchnerista María de los Ángeles Sacnun, por haber prolongado el debate sobre la intervención de la justicia de su provincia en la Comisión de Asuntos Constitucionales que preside.
"Le recuerdo que sólo puede leer cinco minutos", lo retó. "Es una ayuda presidenta", retrucó Fiad. "Lo que usted estaba haciendo se llama leer", lo corrigió Cristina y cuando terminó su intervención puso las cosas en orden.
"Voy a hacer una aclaración sobre el debate en general. El artículo 196 prohíbe la lectura salvo el uso que durante 5 minutos pueden hacer los senadores y senadoras cuando se está debatiendo un proyecto de ley".
"Para todo lo que es cuestiones de privilegio y mociones no corresponde la lectura. Voy a aplicar el reglamento y a partir de los cinco minutos de lectura. Voy a cortarles el audio, porque si no, no me parece justo para el resto", completó Cristina Kirchner.
Y no tardó demasiado en hacerlo: a los pocos minutos la radical jujeña Silvia Giacoppo quiso responderle a Anabel Fernández Sagasti, que la había aludido en su defensa a Sacnun pero sin nombrarla, para evitar la réplica reglamentaria.
Pero la vice le apagó el micrófono. "Nunca hemos permitido que se contesten las cuestiones de privilegio. ¡Córtenle el audio!", ordenó y recordó aquella sesión en la que se aprobaron los allanamientos a su domicilio, hace casi dos años.
"He sido parte de este cuerpo muchas veces. Es más: este cuerpo ha decidido cuestiones sobre mi persona que no se decidieron sobre nadie. Y siempre he respetado el reglamento, como lo respeté cuando era senadora en momentos más graves. Si plantea una cuestión de privilegio no es para responder lo que dijo otra senadora", cerró con un tono de voz similar al que utilizaba como presidenta de la Nación o senadora, que logró tapar los gritos de Giacoppo fuera de micrófono.
El radical Luis Naidenoff, jefe de Cambiemos, planteó la protesta contra Fernández Sagasti por haber criticado la presencia de diputados radicales en la comisión que debatió la intervención a la justicia jujeña y el asunto quedó terminado.
El límite de cinco minutos a la lectura en los discursos es un reclamo que aparece muy de vez en cuando, porque no son tantos los senadores que se empeñan en leer más tiempo y rara vez los corta la presidencia. Cristina jamás leía: se apoyaba en machetes que no eran más que una guía sobre los temas a tratar.
Las cuestiones de privilegio son un viejo problema de las sesiones porque complican su inicio y traen al recinto problemas de las provincias que poco les interesan a la mayoría. Era habitual que Miguel Pichetto protestara cuando se prolongaban pero no lograba ni siquiera callar a sus propios compañeros de bancada.
En Diputados, Sergio Massa evalúa con los jefes de los otros bloques reservar las cuestiones de privilegio para el final de la sesión, para no esperar varias horas que empiece a tratarse el orden del día. Todavía no se implementó.
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Aquellos que hoy premian con cargos de embajadores como el profesional del cobro público aquel que renunció a su cargo de vicepresidente de la Alianza antiperonista en un café como Chicho Alvarez.
Argentina no ahorra nada .....para hundirse ....
Que dios nos ayude alguna vez...
Apliquen el reglamento, aprendan, tengan vergüenza, porque a mí me tienen harto. Eso no es chicana, es mejorar la producción, que es lo que nos piden a los argentinos.
Los paseó a toda la opo.