Tensión e incertidumbre. Así se están viviendo los últimos días de la carrera presidencial en los Estados Unidos. Nadie, ni siquiera los más talentosos analistas, puede arriesgar un resultado porque la pelea se puso realmente cerrada. Sin embargo, cada equipo de campaña eligió un modo muy distinto de esperar el desenlace.
Hillary ya prepara un enorme festejo en el Jacob K. Javits Convention Center, en enorme edificio completamente vidriado que permitirá que los seguidores demócratas vean y escuchen desde el exterior toda la celebración. La expectativa es grande: a través de su base de datos, los equipos de Hillary están invitando a todos sus militantes.
Esta mañana LPO ingresó al centro de convenciones, donde todavía se estaba terminando de levantar el escenario y las tribunas que alojarán a miles de seguidores de Clinton. También se prevé armar un sector afuera para todos los que se quieren acercar.
Donald Trump esta vez eligió el bajo perfil. El magnate republicano esperará los resultados en una habitación del Hilton Midtown, que se ubica en el corazón de Manhattan, a muy pocas cuadras de su mítica Trump Tower.
Abajo, en la zona de salones de convenciones, armará también la Victory Party, la fiesta de la victoria, que más allá de su colorido nombre tendrá pocos invitados –sólo podrán asistir los máximos donantes de su campaña- poca prensa y nada de celebración anticipada.
Sus colaboradores salieron a explicar que Trump no quiere que le suceda lo mismo que a Mitt Rommey en 2012. El anterior candidato republicano tenía hasta fuegos artificiales comprados y se los tuvo que guardar. Se trata de una extraña cábala para un hombre que ha construido una imagen pública basada en su soberbia.
La Política Online pude ingresar a la sala del Hilton, que efectivamente resultó un espacio chico, deslucido y aislado. El personal de su campaña comenzaba a trabajabar en el armado del escenario y la iluminación.
A diferencia del comando de Hillary, donde ya había música, movimiento y un clima de triunfalismo, en el Hilton reinaba el silencio. Dos hombres que comandaban los trabajos allí, se lamentaban por lo “deprimente” que sería el cierre de esta larga campaña.
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