La debacle de los casos contra Rodrigo Medina en la instancia judicial va acompañada por la parálisis absoluta en el comité de Justicia Partidaria que debía tratar la situación del ex gobernador en el PRI de Nuevo León.  El 27 de septiembre pasado fue designado Óscar  Herrera Hosking al frente de dicho grupo que se creó tras los reclamos de figuras del Partido como Abel Guerra o Benjamín Clariond.

Herrera Hosking que fue una opción por su distancia respecto a los grupos en pugna (tanto a los medinistas como a Guerra), tomó su puesto con la promesa de que el movimiento más inmediato era suspender los derechos como militante de Medina. Lo daba prácticamente como un hecho.

A casi dos meses nada ha ocurrido. No se han suspendido los derechos, no ha habido reuniones de importancia con dicha comisión de Justicia Partidaria y el tema se ha evaporado de la actualidad del Partido que conduce el ex alcalde de Escobedo César Cavazos.

Según se comenta en el PRI, el derrumbe de los casos contra Medina en la Justicia dejó todo en suspenso y el propio Enrique Ochoa habría recomendado reducir la velocidad. Por otra parte el silencio del grupo de Guerra sobre la situación del ex gobernador también es sugestivo.

Guerra reclamó enérgicamente un avance desde el PRI pero no ha vuelto a pronunciarse al respecto. Tiene una enemistad con Medina desde hace años. Esto es interpretado por algunos referentes del Partido como la realidad de un supuesto acuerdo subterráneo entre Jaime Rodríguez Calderón y Medina. Guerra es muy cercano al Bronco y sería funcional a ese presunto entendimiento.

Este punto se suma a los permanentes errores de la Subprocuraduría Anticorrupción en los casos contra Medina. En los últimos días el vocero Aldo Fasci dio a entender que es probable que el ex mandatario estatal termine de librarse de todas las acusaciones. En sus discursos y apariciones en público hace un mes que el Bronco no menciona los casos de corrupción.