Ningún gobernador tuvo una reunión como la que logró Jaime Rodríguez Calderón ayer miércoles con Andrés Manuel López Obrador. No sólo por la cantidad de participantes, sino por la profundidad de los temas abordados en la casona de la colonia Roma en la Ciudad de México. Hace apenas unas pocas semanas que el Bronco, en su faceta de candidato, seguía disparando verbalmente contra el presidente electo.

La reunión tuvo un momento que explica este nuevo escenario. El tabasqueño le dijo al gobernador de Nuevo León que le mandaba saludos Alfredo Harp, magnate a quien ambos políticos conocen muy bien por el ambiente del béisbol, deporte que suelen frecuentar.

Harp tiene muy buena sintonía con el Bronco porque está en sus planes inaugurar un museo del béisbol en Monterrey, donde este deporte crece a gran velocidad por el equipo Los Sultanes, propiedad del constructor José Maíz, con quien, por cierto, el gobernador ha manifestado tensiones por el nombre del estadio del equipo.

Harp fue uno de los principales ideólogos de las citas de AMLO con el Consejo Mexicano de Negocios. Lo hizo a pesar de que en la última convención bancaría de Acapulco, meses antes de las presidenciales, el entonces CEO de Bancomer, Luis Robles, le hacía burlas por su simpatía con el tabasqueño. 

El ex dueño de Banamex proponía este acercamiento aún cuando varios de los que hoy por hoy graban videos pomposos y de felicitaciones ni siquiera querían saludar al ahora presidente electo. Gestos que en el mundo del presidente electo importan.

Su sobrina Susana es senadora de Morena por el estado Oaxaca. Dueño del equipo de béisbol de Toluca, tiene otro gran amigo en Luis Maccise Uribe, compadre de Enrique Peña Nieto y habitual consejero del nuevo hombre fuerte del Senado, Ricardo Monreal.