Tras la elección del Estado de México y Coahuila, donde aprovechó para tomarse unas breves vacaciones, Mario Delgado se concentró tanto en su deseo de ser candidato de Morena en la Ciudad de México que la vida partidista recayó en Citlalli Hernández.

La senadora de Morena asumió tal cantidad de asuntos de la dirección que en su momento se llegó a hablar de una "secretaria con funciones de presidenta" del partido. Al menos así lo aseguraron en el entorno del gobernador Alfonso Durazo, quien en más de una ocasión se quejó de la indisposición de Mario Delgado para asuntos del Consejo Nacional.

El propio Delgado Carrillo lo reconoció durante una conferencia de prensa en el CEN de Morena semanas atrás. "No hacemos distinción entre de qué partido vienen", dijo en referencia a los aspirantes a una candidatura. "Obvio tiene que ser partidos aliados".

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Y agregó: "Están ya en negociación. Nuestra Secretaria General es la encargada de negociar estas alianzas; primero es PT, Partido Verde, y vamos con algunas fuerzas locales". Según fuentes enteradas de dichas negociaciones, no fue fácil para Delgado hacerse a un lado y menos reconocer que Hernández Mora se encargaría de las nueve candidaturas estatales.

En particular en lo que se refiere al diálogo con Palacio Nacional, con quien Delgado nunca ha tenido la mejor comunicación. Salvo por actos públicos con corcholatas o legisladores, el dirigente de Morena no se ha visto personalmente con el presidente López Obrador. Citlalli Hernández tampoco, aunque sus canales son envidiables: Jesús Ramírez Cuevas y Beatriz Gutiérrez Müller.

El momento de mayor tensión en las candidaturas de Morena en los estados no ha llegado, pues al momento de definir la paridad de género -si se rebasa la mayoría de hombres en el número de los estados- el riesgo de ruptura o de crispación innecesaria es latente. En la mesa de Citla, la CDMX es un caso central por su amor a Clara Brugada, a quien no beneficias los sondeos más confiables y sale segunda ante la popularidad de Omar García Harfuch.