En el PSOE están que trinan con Yolanda DÃaz. El enfado no se hará público, pero existe. Le achacan haber perdido hasta el hilo más fino y delgado de negociación con Podemos, formación que la lÃder de Sumar se comprometió a "dominar" en esta nuevo ciclo polÃtico
A juicio de Ferraz, la votación de este miércoles, en la que los morados tumbaron la reforma del subsidio de desempleo, reconfigura la legislatura. A Podemos no le tembló el pulso para votar junto al PP y Vox con tal de dañar al Gobierno.
El mensaje es claro: nosotros, los pisoteados, los excluidos del Consejo de Ministros, a los que intentaron reducirnos a una formación insignificante y sin autonomÃa, vamos a condicionar la gobernabilidad de la coalición en los próximos cuatro años.
El problema ya no es Carles Puigdemont; el problema ahora es Pablo Iglesias. El lÃder catalán puede amenazar, tensar la cuerda al máximo, decir a través de su portavoz en el Congreso que sus votos no son a favor ni del Estado, ni del "reino", sino sólo para Cataluña. Pero al final está obligado a apoyar todo lo que el PSOE ponga arriba de la mesa.
La amnistÃa y su vuelta a Barcelona sólo será posible al lado de Sánchez. Junts está hoy dentro de la gobernabilidad de España. Y, como se vio este miércoles en el Senado, le sacará partido a este nuevo rol extirpándole al PSOE concesiones que perecÃan utópicas antes del 23J.
La necesidad, claro está, es recÃproca. Puigdemont necesita a Sánchez y Sánchez a Puigdemont. No hay legislatura posible para el Gobierno sin los siete votos independentistas.
Esta conveniencia polÃtica no existe con Podemos y con Pablo Iglesias, el cerebro y estratega de los morados. Cuando Ione Belarra anunció la salida al Grupo Mixto, Sánchez dio por seguro que su vicepresidenta mantenÃa algún mÃnimo control para evitar que la autonomÃa parlamentaria de este conflicto socio pusiese en jaque la legislatura.
En el pleno de este miércoles, mientras todo el PSOE intercambia mensajes con los dirigentes independentistas y se negociaba in extremis la abstención, la lÃnea telefónica entre DÃaz y Podemos estaba totalmente cortada.
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Nadie en las filas socialistas imaginaba un puente totalmente roto en la primera votación de la legislatura. Lo peor es que DÃaz y Sánchez saben que tienen poco (nada) para ofrecer y para evitar que se repita lo de ayer.
Podemos está fascinado con su nuevo rol. Sus cinco diputados hoy en el Grupo Mixto valen más que los 35 de la legislatura pasada y que las sillas que el partido supo tener en el Consejo de Ministros.
Lo reconoce el propio Iglesias en el editorial de este jueves en Canal Red. "El nuevo lugar polÃtico al que se empujó a los morados les colocó en una posición de mucha mayor libertad para exigir avances sociales a un Gobierno que, ya completamente dirigido por Pedro Sánchez sin oposición interna, condicionado por fuerzas de derechas en lo económico -como el PNV y Junts- y con el horizonte europeo de recuperación de las reglas de la austeridad, se verá repetidamente tentado de girar su acción polÃtica hacia avances muy limitados, e incluso hacia retrocesos".
En el texto, los de Iglesias advierten que "se inauguró un nuevo esquema aritmético y parlamentario que supone un cambio de rasante en la dinámica polÃtica entre los diferentes partidos".
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Y se agrega: "A partir de ahora, queda completamente claro que la época de los trágala y las imposiciones ha acabado, y que solamente se van a poder armar mayorÃas en el Parlamento desde el respeto a los posibles socios y la negociación honesta con ellos".
Sánchez tendrá que asimilar que DÃaz ya no controla a Podemos. Y que lo que era una bala de oro -armar una coalición de gobierno sin ellos- se ha transformado en una bala de plomo que puede hacer un daño que ni el socialista más pesimista habÃa calculado.
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