Benjamin Netanyahu dio marcha atrás con la reforma judicial que generó fuerte rechazo y puso a Israel al borde de la guerra civil. El primer ministro israelà está presionado por sus socios y por el movimiento de protestas que este lunes entra en su semana doce, cada vez más masivo y amplio. El domingo fue un dÃa crÃtico, con más de 600 mil personas en las calles, después de que Netanyahu despidiera al ministro de Defensa, Yoav Gallant.
Gallant fue el primer miembro del gobierno en criticar la reforma y desafiar públicamente a su jefe. "La división en la sociedad penetra en las Fuerzas Armadas y los cuerpos de seguridad", reconoció. Gallant es un moderado que contrasta con el ministro de Seguridad, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, que habÃa pedido su renuncia y ahora amenaza con dejar el cargo si Netanyahu congela la reforma para la reforma para aplacar a los manifestantes.
Ben Gvir representa al sector más duro del gobierno que promueve la ley que busca contrarrestar los fallos de la Corte Suprema a través del veto de una mayorÃa simple, como la que tiene Netanyahu en el Parlamento, y permitir que el Ejecutivo elija a los jueces. Pero el primer ministro no cuenta con apoyo externo y se espera que en estas horas se dirija a los israelÃes para frenar la iniciativa por un tiempo. Los manifestantes rompieron ayer el cordón de seguridad de la residencia oficial del jefe de gobierno. Netanyahu se siente cercado.
"Toda la nación está profundamente preocupada. Nuestra seguridad, nuestra economÃa y nuestra sociedad están amenazadas", aseguró el presidente Isaac Herzog. La sociedad está partida en dos, los israelÃes están sacando sus ahorros de los bancos y el sector de alta tecnologÃa, uno de los más dinámicos, se suma a las protestas. Lo que despertó a los dirigentes polÃticos opositores, cargos militares y jefes de inteligencia fue la huelga de reservistas. Nunca ningún otro polÃtico israelà habÃa atentado antes contra el propio paÃs.
Arnon Bar David, presidente de la Histadrut, la central sindical más grande de Israel, anticipó que si Netanyahu insiste con la reforma, habrá un huelga general histórica. Los trabajadores del aeropuerto de Ben Gurion no permiten que los vuelos despeguen y los del puerto de Haifa también pararon. La principal puerta de entrada de pasajeros y la principal vÃa marÃtima para el comercio paralizan la economÃa israelÃ.
Netanyahu gana con el impulso de la extrema derecha y vuelve más radicalizado al poder
La semana pasada el Parlamento votó una ley que blinda a Netanyahu, es decir, que le permite seguir en el cargo pese a las tres causas judiciales en su contra por corrupción. La jugada enfureció aún más a los israelÃes, que vieron en el blindaje el preludio de la reforma judicial y extendieron las protestas. Los empleados públicos, los comercios, los bancos y hasta las misiones diplomáticas están de paro. Votantes del Likud, el partido de Netanyahu, también rechazan la reforma.
Bezalel Smotrich, el ministro de Finanzas y de la familia polÃtica de Ben Gvir, llamó a la extrema derecha a contrarrestar las protestas anti reforma y marchar a Jerusalén, donde al menos 80 mil personas rodean la sede del Parlamento en oposición a los diputados oficialistas. Netanyahu frenó la reforma a riesgo de quedarse sin gobierno y sin inmunidad judicial.
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