En 2022, por cuarto año consecutivo, España ocupó el tercer puesto en el ranking de principales paÃses productores de vino del mundo, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino.
Según esta estadÃstica, la penÃnsula es el primer exportador mundial en volumen (más de cuatro mil bodegas destinada al comercio internacional) y responsable del 25% de la producción total de vino en Europa.
Un factor clave para mantener una producción tan alta ha sido, según los expertos, el traspaso de miles de hectáreas de secano a regadÃo.
Tradicionalmente el cultivo de la vid se ha tratado como cultivo de secano por su resistencia a la sequÃa. En 2004, hace diecisiete años, España tenÃa 885.047 hectáreas de viñedos en este régimen y solo 268.174 en regadÃo, según los datos oficiales del Ministerio de Agricultura y Pesca.
Sin embargo, pese a ser una planta que resiste el estrés hÃdrico, en muchas zonas semiáridas, los agricultores han instalado en los últimos años sistemas de riego, "una de las técnicas de cultivo que más puede influir sobre la producción y la composición de la uva".
En 2021, las hectáreas de secano se redujeron a 560.205, mientras que las de regadÃo subieron a 397.651, un incremento de casi 130 mil, es decir del 50%.
En Castilla La Mancha, por ejemplo, una de las regiones con más producción, pasó en las últimas dos décadas de 158.485 hectáreas con riego a 235.488. Desde 2018, se produce más vino en zona de regadÃo que de secano, una ecuación históricamente inversa. En 2004, la segunda triplicaba a la primera.
En Cataluña, una de las CCAA con más déficit hÃdrico producto de la sequÃa, el incremento de las hectáreas de regadÃo en viñedos ha sido del 80%: de 6.673 a 11.960.
"Las tierras de regadÃo valen del orden de cuatro veces más que las de secano. Al necesitar importantes medios de reproducción, infraestructuras de riego, más mano de obra, fertilizantes y pesticidas suelen pertenecer a grandes fondos", explica Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad, sobre esta transformación agrÃcola.
La inédita demanda de agua de los viñedos españoles coincidió con la expansión del regadÃo en toda la agricultura. Entre 2010 y 2019, esta superficie se incrementó un 14%. En la actualidad, son 3,8 millones de hectáreas las que utilizan riego (en torno al 80 % del volumen total de usos del agua), lo que supone alrededor del 23 % de la superficie total cultivada.
Hoy estas cifras, con sequÃas más intensas y recurrentes, con la aceleración de la desertificación y con régimen hÃdrico en mÃnimos histórico, son "insostenibles", según coinciden ecologistas y cientÃficos.
También el propio Gobierno. En el informe "Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación", confeccionado el año pasado por Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), Moncloa reconoce que en los próximos años habrá un fuerte incremento del estrés hÃdrico y "conflictos por el agua" por la nueva realidad climática.
"El cambio climático que ya vivimos hace que haya cada vez menos agua disponible par la agricultura, con más sequÃas y más precipitaciones irregulares. No sólo no hay que aumentar regadÃos, sino que hay que disminuirlos", reflexiona Prieto sobre el escenario hÃdrico de los próximos años.
En el caso del vino, el aumento de la producción (más demanda hÃdrica) se ha transformado, llamativamente, en un dolor de cabeza para el sector. En la actualidad, los agricultores españoles están produciendo más vino del deseable para que el exceso de oferta no "distorsione el mercado".
Por la sobreoferta, las bodegas quieren destruir unos 40 millones de litros de vino para evitar que lleguen al mercado a través de lo que se conoce como "la destilación de crisis".
Se trata, básicamente, de un herramienta que le permite a los productores retirar del mercado una cantidad de producto determinada con el objetivo de equilibrar la oferta y la demanda.
El producto retirado se destila para obtener alcohol etÃlico, que se puede utilizar para fines industriales o energéticos. La medida se cofinancia con fondos europeos y nacionales y requiere la autorización previa de Bruselas.
A fines de junio, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación habilitó una destilación de crisis de vino para Cataluña y Extremadura, con una erogación de más de 2 millones de euros. En La Rioja, una de cada tres compañÃa vitivinÃcola ha pedido al Estado ayuda para iniciar este proceso.
La justificación del sector es que las bodegas españoles tienen hoy un "gran stock de vino existente".
Según la Cooperativas Agro-alimentarias de España, que agrupa a las cooperativas agrarias españolas, "la destilación de crisis es imprescindible para hacer frente a la difÃcil situación que atraviesa el sector vitivinÃcola español".
"La guerra de Ucrania, que ha generado incertidumbre y tensiones comerciales; el alto incremento de los costes de producción y de la energÃa; y la dificultad para acceder a vidrio y otras materias primas, que han encarecido los envases y limitado la capacidad productiva, ha provocado un parón en el mercado nacional e internacional. Además, el sector ha sufrido una importante caÃda del consumo de vino en España, que ha descendido un 8% en el último año debido a la inflación", explica esta asociación.
La Federación Española del Vino (FEV), que agrupa a todos los bodegueros del paÃs, pide que la destilación se realice sólo en aquellas zonas en las que sea necesario y "no de manera generalizada en todo el paÃs".
Las voces crÃticas a la medida piden poner el ojo en la próxima vendimia, más corta por la sequÃa (entre un 10% y un 15% menos), según todas las estimaciones. "Si esto es asà va ser necesario tener existencia", aclaran algunas organizaciones agrarias como Asaja.
"El colmo de lo insostenible es producir excedentes agrarios con todo el impacto ambiental asociado, que se destruyen porque que no tienen salida en el mercado. Esto está pasando con el vino. Es increÃble", lamenta Prieto.
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