España tiene un problema climático: las sequÃas serán más frecuentes e intensas en las próximas décadas. También tiene un problema productivo: la sobreexplotación de sus embalses para satisfacer su agricultura intensiva.
Ambos factores están vaciando las reservas de agua a niveles históricos. Por segundo agosto consecutivo (2022/2023), la reserva hÃdrica española cae por debajo del 40%, un descenso inédito en la seria histórica.
Hay que remontarse a agosto de 1995 para encontrar unos embalses tan bajos. El estrés hÃdrico, sin embargo, se revirtió al año siguiente, en 1996, por la abundante lluvia caÃda en el otoño.
En la misma semana del año pasado, las reservas rozaron el 37%, con un almacenamiento de 21.291 hm3. El último informe del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (21 de agosto) sitúa al almacenamiento en 21.750 hm3 (38,8%) de agua, con una disminución semanal de 629 hectómetros cúbicos (el 1,1 por ciento de la capacidad total actual de los embalses).
La media de la última década sirve para dimensionar lo crÃtico de la situación. Los embalses están hoy casi 16 puntos por debajo del promedio de los últimos diez años (31.180 hm3 - 55,8%).
La falta de lluvia también afecta a la reserva de agua para consumo, por debajo que en la misma fecha del año pasado (33,6%), muy lejos del nivel medio de la última década para esta época (50,8%).
El panorama más crÃtico lo sufren seis cuencas: Guadalete-Barbate al 18% de su capacidad; Guadalquivir al 20,4%; Guadiana al 25,7%; Cuencas internas de Cataluña al 26,3%; Cuenca Mediterránea Andaluza al 28,1%; y Segura al 28,9%.
Según los últimos datos difundidos por Greenpeace, ya son más de 600 los municipios (andaluces y catalanes, en su mayorÃa) que sufren restricciones en el uso del agua.
LÃmites que van desde cortes totales en el abastecimiento, o cortes nocturnos, hasta limitaciones en usos agrÃcolas, industriales, lúdicos, prohibición de riegos en zonas verdes (públicas y privadas), limpieza de calles con agua potable y reducción en las dotaciones de agua por habitante.
Las restricciones alcanzan, por tanto, a casi 8,7 millones de personas, el 18% de toda la población de España.
El impacto económico
LPO adelantó que la crisis climática (sequÃa más olas de calor) disminuyó en dos años un 53% la producción de los cereales españoles. Aragón, por ejemplo, perdió hasta el 80% de su cereal.
Las últimas actualizaciones cientÃficas en el rubro de la alimentación primaria advierten que lo que hasta hace algunos años era una "eventualidad" o un "mal año" en términos productivos, en los próximos, como consecuencia del cambio climático, las "malas cosechas" podrÃan ser habituales y simultáneas, lo que representarÃa un "amenaza para la seguridad alimentaria mundial".
Un reciente estudio sobre estrés climático macroeconómico, elaborado por la Agencia Europea de Calificación Scope Group, que modela la exposición teórica de las economÃas y los sectores a la sequÃa y otros riesgos climáticos, concluye que la sequÃa podrÃa costarle a España 4,6 billones de euros hasta 2050. En este escenario, la pérdida sobre el PIB per cápita serÃa del 8,3%.
La sequÃa y las olas de calor podrÃan generar pérdidas de 32,7 billones de euros para el conjunto de la Unión Europea en el perÃodo comprendido entre 2020 y 2050. Esto representa el 3,3% del PIB total del bloque.
De la investigación se desprende que el 70% de las pérdidas relacionadas con la sequÃa se producen en las cinco mayores economÃas de la UE.
El análisis conjuga tres variables: la sensibilidad de la actividad económica a las sequÃas históricas; la exposición del paÃs a futuras sequÃas en función del escenario climático y el peso de la actividad económica en el PIB per cápita.
El estudio no contempla otras factores, como por ejemplo los incendios forestales, por lo que las estimaciones podrÃan ser aún peores.
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