
Brasil ya tiene presidente. Lula asumirá su tercer mando en un contexto adverso y con más preguntas que respuestas sobre su capacidad de encarrilar un paÃs polarizado. El nuevo presidente deberá esforzarse para anudar acuerdos que le den gobernabilidad ante una derecha bolsonarista que se siente fuerte para bloquear la gestión.
LPO entrevistó a Guilherme Casarões, politólogo y profesor de la Fundación Getulio Vargas y experto en Relaciones Internacionales quien asegura tener temor por lo que ocurra en estos dos meses de transición y considera que Bolsonaro deja "una bomba fiscal nuclear".
En su oficina ubicada en el barrio paulista de Jardins, el especialista plantea que el próximo gobierno no será de Lula porque "él no lidera más" y afirma que el Partido de los Trabajadores "no tiene sucesor".
-¿Qué significa para Brasil que Lula vuelva a ser presidente?
-Dos cosas. Lo primero, es un concepto de democracia que está siendo cuestionado. Brasil, sobre todo luego de la dictadura, se construyó encima de una idea plural de democracia, y esa idea esta en la base del PT, PSDB y otros partidos tradicionales que siempre creyeron en la negociación, el compromiso y la búsqueda de proyectos comunes. Bolsonaro cambió eso, su llegada la poder vino con una idea nueva de democracia en el poder, la idea de un paÃs donde la democracia sólo debe servir para la mayorÃas y no para las minorÃas.
Bolsonaro ha dicho mucho que Brasil es un paÃs de las mayorÃas cristianas, conservador y el que no se adapta no debe pertenecer. Esa una visión diferente, un especie de tiranÃa de las mayorÃas, no es una democracia. Entonces, la victoria de Lula es una intención de rescatar esa idea plural de democracia.
Por otro lado, la victoria de Lula es un intento de rediseñar las fuerzas polÃticas que se perdieron a lo largo de los últimos 40 años. Para usar una expresión brasileña, lo que está pasando es la intención de salvar la Nueva República, el Brasil que salió de la dictadura, el de la Constitución de 1988, ese brasil que está siendo presionado y cuestionado. Si vemos la composición de los partidos que están con Lula, son las élites partidarias de la Nueva República. Fernando Henrique Cardoso, José Sarney, Marina Silva, Ciro Gomes, todos los polÃticos antiguos post dictadura. Es muy simbólico, un frente amplio democrático. Es como si el Partido Justicialista de Argentina hiciera un amplio frente contra Milei.
Esos creo que son los dos grandes puntos. Después tenemos otras cosas, Bolsonaro destruyó polÃticas publicas que se veÃan haciendo como de defensa del medio ambiente, cambio climático, derechos humanos y distribución de la renta. PolÃticas importantes realizadas durante muchos gobiernos, no sólo en los gobierno de Lula. Eso puede volver ahora, es un contexto deferente, pero el simbolismo de tener un gobierno de union nacional es algo que no se veÃa desde 1985. Es una buena señal.
-Bolsonaro se va pero el bolsonarismo queda, tanto en las instituciones como en las calles. ¿Qué importancia puede tener eso para la nueva etapa con Lula en el gobierno?
-El bolsonarismo es la fuerza politica más organizada de Brasil. Tiene una caracterÃstica importante: no nace de un partido polÃtico sino directamente de la figura de Bolsonaro. En 2019 crea un partido, Alianza por Brasil que no pudo avanzar. Pero Bolsonaro consiguió algo mejor, que es capturar un partido entero como el Partido Liberal que metió 99 diputados, varios senadores y gobernadores, que va a colocar obstáculos al gobierno de Lula. Es la primera vez que vemos un congreso con una facción predominante ideológica.
La derecha siempre fue fisiológica, clientelista, ahora vemos una derecha ideológica fuerte, que va dificultar el gobierno de Lula. La implementación de cualquier polÃtica pública depende del Congreso pero también de la cooperación de los gobernadores. Lula hizo eso antes muy bien con gobernadores del PSDB que eran oposición y cooperaron, pero el bolsonarismo no es un grupo polÃtico que coopere, ven la polÃtica desde la óptica amigo-enemigo.
-Gobernadores aliados de Bolsonaro como Romeu Zema de Minas Gerais o Claudio Castro de RÃo Janeiro, que es del Partido Liberal pero no de la linea bolsonarista ¿Que actitud pueden tomar?
-Zema es del Partido Novo y no tiene una relación ideológica con Bolsonaro, sino estratégica. Yo creo que va a cooperar, de hecho ya dijo que lo hará. Eduardo Leite en RÃo Grande del Sur también, incluso hay gestiones para sumarlo a la coalición. En el caso de Castro es mas flexible, de la linea más dialoguista.
-¿Y Tarcisio en San Pablo?
-En el caso de Tarcicio va a depender de la composición del gobierno. Las primeras señales indican que habrá dialogo pero para el bolsonarismo, dialogar con el enemigo es traición. Es como si fuera una guerra. El propio electorado no perdona a los que cooperaron, los ex bolsonaristas como Joao Doria, Alexander Frota o Janaina Pascual fueron castigados en las urnas porque la lógica del bolsonarismo no es de conciliación.
-Pensando en 2026, ¿el bolsonarismo podrÃa elegir un liderazgo que no sea de apellido Bolsonaro?
-Yo creo muy difÃcil que el sucesor de Bolsonaro no salga del núcleo familiar. Eduardo, el hijo más chico, es el más habilidoso polÃticamente, tiene conexiones internacionales, es el representante de Steve Bannon en Brasil y el lÃder del Foro de Madrid creado para juntar a las fuerzas de ultraderecha en Iberoamérica. Por eso, Eduardo Bolsonaro es la figura lógica y natural para reemplazarlo, pero también hay quienes hablan de Michelle Bolsonaro, que tuvo un papel destacado en la campaña.
Ella siempre fue muy discreta, pero a la vez con fuerza. Puede no pasar nada, como en el caso de Michele Obama a la que muchos daban como la futura presidenta de Estados Unidos y no fue. Son personas fuera de la polÃtica pero Michelle Bolsonaro es más ambiciosa y tiene cualidades que su marido no tiene. Ella habla con el electorado envagélico y habla muy bien, tiene un refinamiento que el propio Bolsonaro no tiene y puede ser un camino para ella.
Lo cierto es que Bolsonaro, aún fuera del gobierno, puede continuar liderando, como pasa con Trump en Estados Unidos. Las redes sociales son una plataforma para eso, un megáfono permanente para que critique a Lula y su gobierno. Hoy los medios en EEUU no siguen la agenda de Trump, en Brasil hoy son todos temas que giran entorno a Bolsonaro, lo que dice, lo que calla, lo que cuestiona. Él entendió perfectamente esa estrategia, y habrá que ver cómo hace para seguir en esa lÃnea fuera del gobierno.
-Bolsonaro se apoderó de la centroderecha, ¿hay chances de una alternativa no bolsonarista de oposición?
-En este momento no. Vimos dos liderazgos en ese sentido, Joao Doria y Sergio Moro, pero ambos por diferentes motivos abandonaron la carrera presidencial y en el caso de Moro volvió a lo brazos de Bolsonaro. No creo que Moro sea un aliado permanente del bolsonarismo, él ya tiene un lugar en el Senado. El único que puede salvar esa experiencia de centro derecha demócrata es Eduardo Leite.
-¿Qué se puede decir de Simone Tebet?
-Es una figura interesante. En el centro-oeste brasileño ella ganó mucha fuerza en los ultimos años. Brasil, como Argentina, tiene una tradición industrial que viene de Perdón y Getulio Vargas y hasta los 80 era un paÃs muy fuertemente industrializado. Pero Brasil pasó por un proceso de desindustrialización en los últimos 25 años y la industria perdió relevancia relativa en relación a los agronegocios, tanto términos de PBI como de exportación.
Hoy, mas 50 por ciento de las exportaciones son de productos primarios del agronegocio, cuando antes era del 25-30 por ciento. Gracias a China el sector agro creció, China demanda, aumentaron las ganancias, el dólar está alto y las figuras polÃticas del centro oeste que antes tenÃan un rol secundario, ahora ganaron mucho poder y protagonismo. Hay una deslocalización de la polÃtica nacional en ese sentido, Bolsonaro tiene una base polÃtica muy fuerte ahà y Simone es fruto de esa ascensión de figuras del centro-oeste ante este nuevo contexto. No es la única, Tereza Cristina, ex ministra y senadora electa de Bolsonaro por Matto Grosso del Sur o Katia Abreu de Tocantinhas, son algunos ejemplos.
La diferencia de Simone con el resto es que pudo representar lo poco quedaba de la tercera vÃa y tuvo una votación que no fue grande en términos proporcional pero tuvo más votos que Ciro Gomes. Esa posición de tercer lugar, pequeño, pero tercer lugar al fin, le permitió entrar de cabeza a la campaña de Lula. Ella podrÃa haberse quedado neutral o apoyar con menos compromiso como Ciro, pero la decisión de entrar demuestra su compromiso con la democracia. Es antibolsonarista, pero también está intentando reconstruir la polÃtica del centro-oeste y acercar al PT, al MDB y a un pedazo del PSDB que pueda proyectarla para una candidatura presidencial para 2026.
¿Qué dificultades crees que puede tener Lula en su próximo gobierno?
Su gobierno será muy plural, son muchas fuerzas alineadas, economistas liberales como Henrique Meirelles, Arminio Fraga, el ex presidente del Partido Novo, Joao Amoedo, fuerza de centro, centro izquierda, todo el mundo esta con Lula. Entonces, lo que hay que ver es como será la construcción de ese gobierno, va a tener que tener mucho cuidado a la hora de entregar polÃticas importantes para grupos relevantes, no puede dejarse secuestrar por grupos especÃficos, y creo que un problema que puede surgir de este gobierno es que tendrá muchos candidatos a presidentes para 2026. Lula ya dijo que no tendrá otro mandato, ¿quién sera su sucesor entonces? Esa sera una pelea que se parece mucho a la de 2008-2009 cuando Lula podÃa elegir sucesor pero el PT no tenÃa ninguno. Trajo a Ciro, Aecio Neves y no funcionó. Dilma Rousseff fue fabricada por Lula, ella no era ni conocida ni carismática. El problema ahora es que hay muchos.
-Parece difÃcil que Lula tenga fortaleza para inventar un candidato en soledad como en esa época.
-Va a tener dificultares para hacer eso hasta porque él no manda más, es un gobierno de mucha gente. Eso tiene otro problema relativo al PT, un partido que no creó nuevos liderazgos. ¿Quien es la figura mas importante del PT después de Lula? Gleisi Hoffmann.
-Fernando Haddad..
-También, pero son figuras sin expresión nacional. Haddad es un burócrata que ya fue probado en la alcaldÃa de San Pablo y le fue mal, no en relación a lo que hizo o no en la gestión, sino porque perdió con Doria en primera vuelta en 2016. No son figuras de alcance nacional, no se crearon figuras para pelear la sucesión. El lulismo es más fuerte que el petismo, hay personas que votaron a Lula por cuenta de Lula no por petista sino por el frente amplio anti-bolsonarista.
-¿Tendrá la fuerza para lograr los acuerdos y evitar problemas de gobernabilidad?
-Lula es un polÃtico muy habilidoso que podrá lidiar con este Congreso y los sectores que no forman parte de la derecha ideológica que va intentar bloquear al gobierno. Puede conseguir apoyo del Centrao, puede dividir el Centrao, ya lo hizo. La gran diferencia del 2002 es que en ese momento existÃa un sólo partido del Centrao que era el PMDB. Era hegemónico y muy fuerte, no quiso entrar al gobierno en el inicio pero cuando entró se quedo con todos los ministerios. Ese PMDB no existe más. Hoy puede verse tal vez en Unión Brasil, pero un partido con raÃces en el interior, tradicional y con capacidad de demandar recursos y cargos no existe más. Entonces, Lula tiene una tranquilidad de poder dividir el Centrao en caso de ser necesario.
Pero anterior a eso, Lula tiene otro problema. Yo no sé que que puede pasar en estos dos meses de transición, puede tener tierra arrasada. Bolsonaro no querrá entregar el gobierno en pié, eso me asusta. La economÃa también es preocupante, la narrativa de Bolsonaro es que la economÃa esta muy bien, empleos creados, inflación controlada, pero eso es artificial. Muchos de los empleados creados son informales (aplicaciones, monotributistas, autónomos) y no representan una aceleración de la economÃa
Bolsonaro deja una bomba nuclear fiscal para el año que viene, los aumentos del Auxilio Brasil, los gastos para contener precios de gasolina y otras polÃticas creadas en el ultimo tramo de la campaña, como créditos para jubilados, van a generar un problema para el año que viene. Lula no va a tener un gobierno tranquilo pero croe que no se hubiese candidateado, si no supiera que puede dejar el paÃs de pie. Es difÃcil, el ya fue probado en dos mandatos y una vida polÃtica de 50 años. Tiene condición de hacerlo pero será con dificultades.
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