Panorama
El mercado como religión
Por Diego Genoud
Milei consiguió el perdón de Francisco desde la fragilidad pero sigue aferrado al evangelio del ajuste. Entre el llanto de los tibios, el optimismo de Punta del Este y el contexto social explosivo.

La gira que acaba de hacer le puede haber servido a Javier Milei para tomar distancia de los problemas que lo esperan y redimirse por un rato de sus pecados. El Papa lo recibió con una dedicación especial, como si nunca lo hubiera insultado y buscó interceder como una palabra no contaminada por la disputa doméstica. A la situación social agravada por el ajuste monumental, el eje de la preocupación del jesuita, se le suma un motivo personal. Francisco quiere venir a la Argentina y especula con hacerlo después de su viaje a Indonesia, en agosto próximo. Es una travesía de 12 días que pondrá a prueba su salud pero en una temporada de temperaturas agradables para los pulmones de Jorge Bergoglio. En septiembre o en octubre, tiene una oportunidad -tal vez la última- para volver a su país.

La conversación de 70 minutos y los gestos recíprocos de acercamiento y empatía no quieren decir que Francisco comparta el plan económico del líder del mesianismo de mercado. Al contrario, teme por la fragilidad de un gobierno que quema etapas y genera interrogantes en todos lados. La historia y los textos del Papa argentino a lo largo de los últimos 30 o 40 años muestran una oposición frontal a los dogmas del liberalismo. En la encíclica Evangelii Gaudium, Francisco dejó por escrito su rechazo al "mercado divinizado", algo que pocos políticos de su país se animan a contradecir en serio. Si Milei es la consagración local del mercado como religión, el Papa sabe que es porque los experimentos previos lo alimentaron con su fracaso.  

Mientras estaba en Israel, Milei y su círculo de acero se encontraron con lo que estaban buscando, la derrota de la Ley Omnibus y la impotencia en el Congreso. Con una mezcla de improvisación, desconocimiento y desprecio por el arco de aliados que se arrastra para ayudarlo, Milei condenó al silencio al coro que le pide consenso. 

El enfrentamiento en bloque con gobernadores que comparten las líneas gruesas de su rumbo económico genera desconcierto en las provincias. "Tienen una mirada unitaria y porteña exacerbada. No hay un solo funcionario del gobierno nacional que haya cruzado la general paz en su vida", dice un gobernador de Juntos que acaba de asumir, entre quejas porque la gestión está paralizada y el ajuste los tiene como blanco. La paradoja es que el ambacéntrico Milei ganó en casi todo el país casi sin necesidad de abandonar la ciudad de Buenos Aires y los mandatarios provinciales de la vieja oposición al peronismo comparten votos con el mismo que los señala como traidores.

Unidos al presidente por el rechazo al kirchnerismo que queda, son contados los gobernadores que tienen acceso a la secta de gobierno. Guillermo Francos no los llamó tantas veces como se supone, está desacreditado como interlocutor y hasta él mismo reconoce que no decide. Con la fé del converso, Luis "Toto" Caputo se dedica a amenazarlos, pero el que habla con ellos es su sobrino Santiago Caputo, preocupado únicamente por la publicidad de los hechos. El asesor presidencial es una extensión de Milei y con él se repite una característica que Mauricio Macri llevó a la gestión pública en su aventura de gobierno: los encargados de hacer política son estrategas de la comunicación que desconocen hasta los nombres de la dirigencia.

Las segundas líneas del macrismo que se mueren por acompañar a Milei ahora extrañan a Marcos Peña y hasta reivindican virtudes que en su momento le negaban. Peña, dicen, era capaz de contradecir a Macri; Caputo chico en cambio acentúa los rasgos performáticos de ese Milei. Siempre se puede estar un poco peor.

Desde Miami, donde pasa sus vacaciones, Nicolás Caputo pretende mostrarse alejado de la suerte de los familiares que tiene en el gobierno. Puede darse ese lujo, mientras el régimen especial de Tierra del Fuego quede a salvo del cepo que sostiene su primo Toto. A Santiago, dice, casi no lo conoce.

Diego Santilli y Cristian Ritondo y lo que queda del PRO se mueren por sumarse a un gobierno que no le reconoce sus oficios. Beneficiado con la debilidad de un Milei que hace dos meses no le quiso dar nada, Macri vuelve a elevarse como líder hasta para dirigentes como Rogelio Frigerio y Emilio Monzó. Siempre se puede caer más bajo.

El abismo de Milei

Desorientados al máximo, algunos de Juntos van a buscar racionalidad en Federico Sturzenegger. El problema que desespera a los socios no reconocidos de Milei es que no hay política para sostener la brutalidad del ajuste que el gobierno descarga sobre una sociedad sobreajustada, con la mitad de la población debajo del umbral de la pobreza y un continente en expansión que ve como los precios arrasan con sus ingresos en los primeros días del mes. En ese contexto, Macri aparece como un padrino de lujo. Pero los hermanos Milei no están dispuestos a cederle demasiadas acciones.

El problema es que la crisis política, económica y social que incubó a Milei en tiempo récord no cede sino que se profundiza con él en el poder. Todo acelera. Después de muchos años de caída sostenida del salario real, con grandes pérdidas para la mitad de los trabajadores que habitan en la informalidad, Milei ajusta por partida doble sobre el astillado mosaico laboral. Ahora no solo sufre el salario, que se licua a la velocidad de la luz con la inflación descontrolada: también ajusta el empleo, que empieza a destruirse por la caída de consumo y la recesión en sectores como el comercio, la construcción y la industria.

El último informe de la consultora Analytica muestra la magnitud del recorte que ignora la novela de las negociaciones en el Congreso. En enero, el gasto primario real sin estacionalidad disminuyó un 30,6% en relación al mismo mes de 2023. Entre las partidas con mayores ajustes reales figuran la obra pública (-70,5%), las transferencias a provincias (-58,9%), y los programas sociales (-40,7%). Solo aumentaron los subsidios económicos (+163,1%) ligados al transporte, el botón rojo que Milei acaba de tocar con una primera suba de 250 por ciento.

El problema que desespera a los socios no reconocidos de Milei es que no hay política para sostener la brutalidad del ajuste que el gobierno descarga sobre una sociedad sobreajustada.

Según Ricardo Delgado, el director de Analytica, en marzo, la inflación acumulada será del 80%, un ataque directo contra la base de la población, incluidos millones de votantes de LLA. La pérdida de poder adquisitivo es superior a la que se dio durante todo el gobierno de Macri. Para el director del Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma, Luis Campos, diciembre muestra la peor caída desde la hiperinflación. Una transferencia de ingresos de una violencia inusitada y sin compensación.

Titulado "Una economía con nuevos ganadores y perdedores", el informe de Analytica indica que el cambio de régimen beneficia al agronegocio y a los empresarios de la minería, la energía, el software y algunas industria de base como el aluminio y la siderurgia. Todos tienen grandes nombres propios. Entre los que pierden, está el resto de la actividad industrial, el comercio y la construcción, atados a un mercado interno que se resiente muy fuertemente.

El cuadro tiene un correlato en las reuniones de dueños en Punta del Este, donde predomina el entusiasmo. Daniel Sielecki puede brindar por la marcha atrás de Milei con la prescripción de medicamentos genéricos y haber designado a su sobrino Ian como embajador en Francia. Juan Cruz Avila festeja que dos discípulos suyos se quedaron también con la conducción de la Televisión Pública y Marcelo Figoli predica por las virtudes del gobierno mientras la época le sonríe a sus negocios comunicacionales. Sin embargo, la fragilidad está en el aire. La oportunidad única, que algunos creyentes vuelven a ver, tiene un déficit mayor. Entre las cosas que Milei desprecia pero necesita, está la sagrada gobernabilidad. 

El mercado como religión

Perdida en la nueva polarización que domina la ultraderecha, la burocracia de centro no entiende a Milei. Los desertores de la ancha avenida del medio quieren domesticarlo para ampliarle la base de apoyo y lloran porque Milei los apunta como traidores sin reconocerles su eterna vocación colaboracionista. Tal vez, esperen demasiado del presidente.

El ex panelista sigue en modo candidato y no se rinde a la lógica consensualista. Mimetizarse con Macri y Patricia Bullrich le resulta desde siempre más natural. Las caras de la derecha dura que se transfigura facilitan en la vereda de enfrente la cohesión del peronismo opositor. En el arco que va de Axel Kicillof a Martin Llaryora se dibuja el horizonte de posibilidades del peronismo. La suerte de Milei va a definir en parte esa pulseada pero el gobernador de Córdoba inclina la balanza y es visto por el resto como alguien distinto. "Quiere liderar y sabe que ese protagonismo está en el peronismo", dice uno de sus interlocutores habituales. Kicillof está librando una batalla durísima con Máximo Kirchner, que se refleja tanto en la información que trasciende como en la que no. Nada es lineal. Enfrentada a los tibios de Juntos, Karina Milei tiene sin embargo buena relación con la cúpula de lo que fue UP hasta el 10 de diciembre.

Milei ajusta por partida doble sobre el astillado mosaico laboral. Ahora no solo sufre el salario, que se licua a la velocidad de la luz con la inflación descontrolada: también ajusta el empleo.

Aunque Macri se asocie a Milei de manera más explícita, el problema es de fondo. Todos advierten lo mismo, la impericia política combinada con la falta de gestión y la ausencia de política sectorial. Después de un festival de aumentos de dos meses que elevó el precio de los combustibles un 160% en promedio, los integristas de la libertad empresaria salieron a pedirle a las petroleras que aflojen un poco y no abusen.

Entre las consultoras del mercado, hay preocupación. La inflación no solo pulveriza salarios y jubilaciones: además pone en tensión el precario esquema económico que presenta un desfasaje absoluto con el crawling peg y la tasa de interés. Por ahora, Milei y Caputo acumulan dólares gracias al freno a las importaciones y el parate de la producción, pero la brecha delata la inconsistencia del supuesto plan y tensa el vínculo con el agronegocio que especula antes de liquidar.

Quién lo soporta

Los sectores empresarios aprovechan para multiplicar sus márgenes de rentabilidad pero no pueden estar tranquilos. Entre los actores del establishment que ganaron en los noventa, la comparación es ineludible. Reconvertido en prócer por Milei, Domingo Cavallo construyó un proyecto de poder con actores centrales que estaban comprometidos en su éxito. Es lo que le garantizó Menem; es lo que Milei no hace ni muestra vocación por hacer. El paleolibertario anuncia una refundación que tiene pies de barro. "No hay un proyecto de poder, donde te consolidas por derecha. Lo que hay es improvisación y fisura en el sistema de poder", opina un economista de diálogo con las empresas.

El mayor activo del gobierno es todavía el rechazo a lo anterior, algo que no dura para siempre. Según la última medición de la consultora Fixer, la única que acertó al resultado del balotaje del 19 de noviembre, Milei y Victoria Villarruel son los dirigentes de mejor imagen a nivel nacional, Eso no impide que su imagen negativa supere a la positiva. En Milei (-50 vs +46%), en Villarruel (-47% vs +46%). Los sigue Bullrich, la dirigente del esquema de gobierno que más creció en imagen positiva (-51% vs +45%) desde que abandonó el PRO a titulo individual. Son números previos al fracaso de la ley ómnibus y que todavía no registran el caldo del descontento con Milei, que se está cocinando en los sectores medios y bajos a medida que los aumentos agreden a los votantes de LLA. En la Casa Rosada, lo saben, la caída es ineludible, pero se encomiendan a una máxima que hizo historia: estamos mal, pero vamos bien.

La fragilidad está en el aire. La oportunidad única, que algunos creyentes vuelven a ver, tiene un déficit mayor. Entre las cosas que Milei desprecia pero necesita, está la sagrada gobernabilidad.  

La visita de Milei a Francisco coincide con una situación social explosiva. La primera misión de Sandra Pettovello fue dar de baja 30 mil beneficiarios de la ayuda social mientras los precios de los alimentos expulsan cada día a más gente a los márgenes del sistema. En grupos familiares donde el padre y la madre recibían más de un subsidio, perdieron uno: dejaron de cobrar el Potenciar Trabajo, la asignación familiar, el seguro de desempleo o la pensión por discapacidad. En muchos casos, fueron las mujeres las que se quedaron sin ingreso debido a que el padre cobra una asignación familiar. 

Lo mismo pasa con los comedores que ahora deben llenar una declaración jurada con los nombres de los beneficiarios que asisten al lugar y tienen dificultades para hacerlo. Los movimientos sociales se enfrentan a una dificultad para llenar las planillas de Pettovello: las madres de los pibes que van a los comedores o merenderos no quieren pasar el número de DNI de sus hijos por miedo a que después les suspendan la Tarjeta Alimentar.

El convenio de asistencia alimentaria que la ministra firmó con la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (Aciera) insinúa un nuevo pacto. Pesó la influencia del prosecretario de la organización, Hugo Márquez, padre de la diputada nacional Nadia Márquez (LLA), pero también el contexto de crisis en el cual muchos pastores deciden resignar la autonomía del pasado y se abrazan a los libertarios. Los comedores evangélicos del Sur del Gran Buenos Aires que antes recibían 100 o 150 personas por día ahora cuentan que reciben 400 por día. Con estimaciones que hablan de un 25% de la población que se reconoce evangélica en la provincia de Buenos Aires, a Pettovello le salió barato lo que a Aciera le cuesta caro: quedar pegada al gobierno que vino ajustar sobre los más necesitados.

Con un pasado de militancia en la Ucedé de Alvaro Alsogaray y una relación personal con el presidente, Pettovello quiere darle prioridad al trabajo con católicos y evangélicos, eliminar la mediación de los movimientos sociales y licuar al extremo el Potenciar Trabajo  con partidas congeladas antes que con bajas masivas. El ejercicio es una agresión para las miles de personas que protagonizaron la Fila Contra el Hambre frente a su ministerio y una apuesta temeraria cuando el contienente de pobres asciende a niveles comparables a los de 2001. "Por ahora no explotó nada", dicen en su entorno, con la intención de mostrarse en control de la situación. La ministra tiene una cruzada personal contra el Movimiento Evita -dice que Emilio Pérsico dejó 5 mil convenios que firmó durante la campaña de Sergio Massa pendientes de ejecución- y desoye por ahora los pedidos de la Iglesia de Francisco para iniciar una interlocución con Juan Grabois. 

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