Toda expresión del ciudadano en las urnas es un “voto útil” .El voto es el sentir, es la esperanza, son las convicciones. Es la expresión del soberano sobre las ideas y propuestas. |
En estos últimos días desde distintos sectores de la compulsa electoral que se avecina, se comenzó a tratar de inducir al elector con la discusión del “voto útil” versus “voto inútil”, debate que en mi opinión degrada y subestima a nuestra democracia.
Toda expresión del ciudadano en las urnas es un “voto útil”, por cuanto por intermedio de éste puede dar continuidad o impulsar un cambio de la realidad política del país, es por ello, que resulta fundamental entender la importancia que reviste el “voto”.
Que no es útil ni inútil, el voto es el sentir, es la esperanza, son las convicciones, es la expresión del soberano, sobre las ideas y propuestas que cree son más acorde con su pensamiento político.
La Argentina tiene una larga historia de lucha y conquista del “voto”, durante largos años nuestro país vivió bajo un sistema de elección parcial, viciado, donde se amedrentaba al ciudadano, negando el derecho a expresarse libremente en las urnas, y cercenando toda vocación democrática hasta que en el año 1912 se sancionó en el país la Ley Nº 8.871, conocida como Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio universal, secreto y obligatorio, tal situación intento dar por finalizado el largo proceso de “fraude electoral”.
La reforma constitucional de 1994 estableció en su articulado que “El sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio”, agregando a la fórmula de la Ley Sáenz Peña, la igualdad, donde todos valemos un voto, y no existe distinción alguna. La constitucionalización del sufragio es una garantía del pleno ejercicio de los derechos políticos de todos los ciudadanos y reafirma el principio de soberanía popular, dejando por sentado que este es un derecho y un deber de cada ciudadano.
Por lo tanto, hablar de “voto útil” o “inútil” es grave, el ciudadano, debe votar conforme sus convicciones, ideas y propuestas.
Como enseña Bourdieu, el lenguaje es un “tesoro”, el cual es común, uniforme y universalmente accesible a todos los sujetos que pertenecen a la misma comunidad. Empero, existe un determinado sector que pretende monopolizar la “palabra”, y ese es el “político”, que habla por aquellos a quienes representa -y, a menudo, en lugar de ellos-. Así, resulta fundamental que éste entienda el efecto social de la utilización de las palabras.
Por ello, se debe ser responsable del uso de las palabras respetando su significado, y entender que no se debe subestimar al soberano. Nuestra joven democracia tiene muchas falencias, el clientelismo y las picardías se transformaron en la regla, en tal sentido, se deben desterrar estas prácticas que le hacen daño a la democracia, y buscar una reforma electoral que busque el respeto por lo que el ciudadano elige en las urnas, es decir, su voluntad de elegir y decidir qué destino quiere para la República.
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