A dos semanas del balotaje, Juan Schiaretti parece explicitar su preferencia: en sus últimas apariciones, el gobernador cordobés le disparó un torpedo a la línea de flotación de Sergio Massa: él personalmente y sus principales dirigentes lo trataron de "kirchnerista", con una clara intención de ubicarlo en un lugar de la grieta y a contramano de la estrategia de campaña del ministro de Economía.
La motivación para la ofensiva del schiarettismo duro fue la jugada de La Cámpora para retomar el juicio a la Corte Suprema, fuego "amigo" en medio de la campaña de Massa. Schiaretti habló del "Gobierno kirchnerista del ministro Massa"; y horas después Carlos Gutiérrez remarcó que "la fórmula kirchnerista quiere ir definitivamente contra la Corte". Hay silencio, por ahora, de Alejandra Vigo.
El plan de Massa en Córdoba para no repetir el error de Scioli que le costó la presidencia
La embestida del schiarettismo parece una reacción al alineamiento que la CGT Córdoba y decenas de intendentes están teniendo hacia Sergio Massa, estrategia que es coordinada por "Juanjo" Álvarez desde su búnker en un hotel ubicado en la zona norte de la ciudad, donde el bonaerense está prácticamente radicado en las últimas semanas.
En cambio, Martín Llaryora, quien recibirá la botonera de la Provincia en poco más de un mes, mantiene el silencio mientras autoriza a sus funcionarios a pronunciarse a título personal por la candidatura de Massa. Las necesidades de Llaryora y Schiaretti no son las mismas, claro está.
Sin embargo, hay otra lectura: la confirmación de que Mauricio Macri tomó el mando de la campaña de Javier Milei abre los vasos comunicantes entre el ex presidente y el casi ex gobernador. Cuando le tocó el turno a Macri de rechazar el juicio a la Corte, fue un cambio más abajo: dijo que era "impulsado" por el kirchnerismo y "avalado" por Massa.
El domingo, en La Voz del Interior, Guillermo Francos, virtual ministro de Interior en un gobierno libertario, dijo que a él le gustaría "una Argentina conducida con gente como la que integra el equipo del gobernador Schiaretti". De los funcionarios schiarettistas, Francos opinó que "tienen perfectamente claro el norte y hacen los esfuerzos necesarios para ir hacia ese norte; y el problema de Argentina es que no tiene brújula".
La camuflada invitación a sumarse tiene, por lo bajo, nombres propios, como el del ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano, experto en temas previsionales y quien sonó como jefe de la Anses en caso de que Patricia Bullrich hubiese llegado a la Casa Rosada. De hecho, Giordano estuvo en la primera fila cuando Patricia presentó a Carlos Melconian, en la fallida alianza con la Fundación Mediterránea. Todo indica que Giordano no continuará en el gabinete de Llaryora.
En el peronismo cordobés todo es desorientación. Con matices, distintos dirigentes coinciden en lo central: Schiaretti cree que será menos dañino para el país la reconstrucción post Milei que la entronización de Massa, anclada en el empobrecimiento estructural del Conurbano.
Este lunes, cuando Sergio Massa, en otro gesto hacia el delasotismo, hable en el estadio cubierto del Club General Paz Juniors, del cual el fallecido ex gobernador era hincha, se sabrá cuánto se resquebrajó el dique que armó Schiaretti para limitar la fuga de los cordobeses hacia el PJ nacional.
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Pero Massa interfirió el plan.
Ese rencor es lo único que puede explicar porqué se está exponiendo innecesariamente por Milei y Macri