México

Exclusivo: El dueño de Bimbo le advirtió a Alberto que hay mucho temor por los controles de precios

Fue en la cena con los magnates de México, que también mostraron preocupación por su pelea con Bolsonaro. La presencia de Ominami.

En la noche de ayer lunes, ante algunos de los empresarios más rutilantes de México, Alberto Fernández tuvo que escuchar algunas preocupaciones muy delicadas. Varias de esas alarmas son comprensibles: el temor de los inversores ante la advertencia de Mauricio Macri sobre el regreso del populismo a la Argentina.

Pero más allá de los miedos que dejan las heridas de campaña, algunas inquietudes tenían antecedentes muy concretos en la historia reciente. Por ejemplo, los controles de precios que ya utilizó Cristina Kirchner durante su mandato, y que también fue una herramienta usada por Axel Kicillof, su ex Ministro de Economía y ahora gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires.

La cena ocurrió en La Hacienda de Los Morales, en la exclusiva colonia Polanco de la Ciudad de México. Como adelantó LPO, estaban allí figuras del ecosistema empresario como Daniel Servitje (Bimbo), Armando Garza Sada (Alfa), Jorge Santos (presidente del consejo de Arca Continental), Máximo Vedoya (director global de Ternium) y Antonio Carrillo (director de Mexichem).

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El presidente electo asistió acompañado por Matías Kulfas, que podría ser su ministro de Hacienda -aunque su rol en esta gira también lo apunta para el Ministerio de Producción-, Felipe Solá que suena para Cancillería y, para asombro de los hombres de negocios, Marco Enríquez Ominami, histórico dirigente de la centroizquierda chilena y que viene a ser el nexo de Fernández con diferentes actores de la política latinoamericana.

La presencia de Ominami generó varios comentarios entre los magnates. Se preguntaban por qué un político de la oposición chilena tiene acceso a información tan sensible de un país vecino. Acaso un nuevo choque cultural con la hiper-institucionalidad mexicana.

Fernández esbozó un discurso racional, moderado aunque como sucedió a lo largo de toda la campaña sin explicar demasiado cómo se propone conseguir las metas que enuncia. Habló ante los magnates de inyectar recursos en la economía, de poner "dinero en el bolsillo de la gente" para así incentivar el consumo, que beneficiaría a muchos de ellos.

"No explicó cómo hará para evitar que esa inyección de recursos no caliente aún más a la inflación. Promete una reactivación industrial y una serie de incentivos al sectores de pequeñas y medianas empresas pero no se comprende de dónde vendrán esos recursos", reveló un empresario con información de esa comida.

El momento más sensible de la cena giró en torno a esa promesa: Fernández dijo que el consumo está hundido en Argentina y que urgía una reactivación. Servitje, el dueño de Bimbo, consultó si él comulgaba con la idea del control de precios, porque ese era el principal temor que había entre los inversores mexicanos. Es decir, un regreso de las políticas de Cristina. Comprensible: Bimbo tiene sus productos en góndolas de supermercados.

Alberto replicó que siempre había sido critico de los controles de precios y recordó que ese era uno de sus motivos de constantes peleas con el Secretario de Comercio de los Kirchner, Guillermo Moreno, que defendía la tesis de mantener controlados los precios.

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En el transcurso de la velada Fernández habló mucho de la región, de los avatares de América Latina y en ese capítulo apareció otra preocupación, esta vez por la relación con Brasil. Llegaron hasta México los roces del peronista con Jair Bolsonaro. "Mi plan no es cambiar a México por Brasil como socio comercial, voy a buscar estar bien con los dos", respondió.

Para los empresarios ésta es una cuestión delicada porque muchos tienen inversiones también en ese país, y quienes están en Argentina tienen procesos industriales integrados con las plantas brasileñas: necesitan que la relación bilateral tenga una mínima normalidad a pesar del abismo ideológico que parece separar a ambos políticos.

Sobre el final se le preguntó directamente por el equipo económico y a pesar de tener a Kulfas sentado a un metro, Fernández dijo que nada había sido decidido. Esta es una de las cuestiones que más sorprendieron al auditorio que lo escuchaba porque cuesta comprender que en un país con todas las variables macroeconómicas fuera de eje se tarde tanto tiempo en una definición que será decisiva para el inicio de la nueva administración.