Editorial
Malvinas: los pueblos como garantes del diálogo
| Por Juan RecceEs el momento de darle profundidad social de alcance continental masivo a la causa Malvinas. Poner a nuestros pueblos como garantes del diálogo y la paz es darle más que un inmenso anclaje territorial, es sembrar apoyo de alcance transgeneracional, augurándole sustentabilidad diplomática de largo plazo. |
Malvinas re-emerge a la escena global en la “Hora de los Pueblos”, un apelativo de época al que evocan tanto el pensamiento Neoconservador norteamericano como el Socialismo del Siglo XXI. Hoy está más claro que nunca antes en la historia que la política internacional es el último nivel de la vida social del hombre y que allí se dirimen cuestiones sumamente importantes para nuestro futuro colectivo.
En el presente, casi no existen asuntos diplomáticos que no estén atravesados por la nueva tridimensionalidad activa de las cuestiones internacionales: a) los estados y los organismos internacionales, b) los partidos políticos y los grupos de interés, y c) la gente y sus pueblos. Argentina ha logrado consolidar inteligentemente dos de esos niveles: a) Todos los estados de América del Sur y América Latina se han abroquelado en torno a la posición argentina dotándola de una enorme legitimidad interestatal, b) al mismo tiempo en que ha conformado una gigantesca red de partidos políticos y movimientos sociales que respaldan activamente nuestras gestiones diplomáticas. Los recientes hechos políticos acontecidos en la Cumbre de la CELAC, en Chile, y los encuentros generados con los Grupos de Amistad Parlamentaria en Londres, dan cuenta de ello. Nos queda por delante, como sociedad civil organizada, liderar el surgimiento de un sólido entramado conformado por nuestra gente, por nuestros pueblos.
Malvinas es una causa de los pueblos y una causa del futuro, justamente porque allí convergen los dos escenarios estratégicos más importantes del siglo XXI: la Antártida y los fondos marinos, dos espacios, con la capacidad de cambiar nuestra geografía social y nuestra performance energético-productiva a escala regional en las próximas décadas.
Por eso, Malvinas está más allá de todas las disputas, porque tiene que ver con nuestro patrimonio, con aquellas riquezas con las que podremos forjar un nuevo rol en la división internacional del trabajo y una base material de prosperidad que nos facilite el diseño de una “justicia social sustentable”, es decir, una de movilidad social mejor y posible para las próximas generaciones. Porque cuando hablamos de Malvinas, no nos referimos a un mero “archipiélago”, referimos a un “sistema” de recursos que puede desplazar nuestras Fronteras de Posibilidades de la Producción e impactar decisivamente sobre nuestra estructura productiva y la toda Suramérica. En el fondo del mar hay varias veces más minerales que en nuestra cordillera, gas y petróleo para varias generaciones y una incalculable riqueza en genética y biodiversidad.
Imagínennos a nuestro país con plena independencia energética, autónomo en su abastecimiento limpio de minerales indispensables para la industria y liderando la investigación biotecnológica en el fondo del mar. Malvinas es más que una herida del pasado, es una promesa de prosperidad futura que exige respuestas del futuro.
En la Hora de los Pueblos, sumemos fuerza y creatividad al rol internacional de nuestro país y la región, conscientes de que nuestra participación impacta decisivamente en moldeado del plástico horizonte de la política internacional, último nivel de la vida social del hombre.