
La imagen viral de Antony Blinken en San Francisco mostró bastante más que la cara de sufrimiento del funcionario de más alto nivel que acompaña a Joe Biden. Sentado en primera fila, el secretario de Estado no pudo evitar exponer en público el temor que le generaba la pregunta que iba a terminar arruinando la cumbre más importante del año entre Biden y Xi Jinping.
Blinken comenzó a retorcerse en público apenas escuchó que un periodista le preguntaba al presidente de Estados Unidos si aún consideraba al lÃder chino un "dictador" y estuvo al borde de descomponerse cuando su jefe respondió en forma afirmativa.
Biden puede pensar que fue honesto en su definición o que debÃa contener un frente interno tomado por la presión republicana en contra de China, pero no hizo más que tirar abajo el trabajo de meses que llevó adelante Blinken para distender el clima de tensión que rige las relaciones entre las dos potencias más poderosas del planeta y avanzar en acuerdos estratégicos.
Pensadas o no, las palabras de Biden derrumbaron en un instante el clima que se habÃa logrado en una reunión de cuatro horas y redujeron al mÃnimo los "pasos positivos" que el propio presidente habÃa destacado.
"Después de hoy, ¿seguirÃa refiriéndose al presidente Xi como un dictador?" preguntó un periodista al presidente en una conferencia de prensa en California. Se referÃa a comentarios previos que habÃa hecho Biden a principios de este año. "Mira, lo es. Es un dictador en el sentido de que es un tipo que dirige un paÃs que es comunista y se basa en una forma de gobierno totalmente diferente a la nuestra", respondió Biden, en una definición innecesaria a los ojos de la Casa Blanca.
La cara de Blinken ante el sincericidio de Biden alimenta una hipótesis que circula desde hace tiempo en los cÃrculos de poder de Washington. El secretario de Estado no solo es el principal funcionario de Biden sino que además es, para muchos, el verdadero cerebro del gobierno y el que entiende mejor que el propio presidente en qué mundo está parado. Todas las decisiones importantes pasan por su despacho y están a cargo de sus funcionarios.
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Blinken no es ajeno a la dificultad que tiene la administración demócrata para entablar una relación de no confrontación con China y también él está enredado en las idas y vueltas. En junio pasado, consultado sobre la misma definición que habÃa hecho Biden, el secretario de Estado afirmó: "habla por todos nosotros". La diferencia, no menor, era que Xi Jinping no se habÃa trasladado 9500 kilómetros para una cumbre en la que el objetivo declarado era disipar las tensiones.
Por momentos, Biden parece no tomar nota de la dimensión de sus propios actos. Asà no hace más que favorecer la postura de quienes cuestionan su avanzada edad y afirman que no está capacitado para ir en busca de un segundo mandato.
En junio pasado, tras definir a Xi Jinping como dictador, el presidente consideró que no creÃa que el comentario hubiera "tenido ninguna consecuencia real". Sin embargo, apenas unas horas después de sus declaraciones, la agencia Reuters informó que un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China dijo a los periodistas que "esta declaración es una manipulación polÃtica extremadamente errónea e irresponsable". Biden se reunió con Xi el miércoles al margen de la Cumbre de Cooperación Económica Asia PacÃfico (APEC) en San Francisco, su primer encuentro cara a cara en casi un año.
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