William "Bill" Ackman, fundador y CEO del fondo de inversiones Pershing Square Capital Management, se lanzó a lo largo del último mes a una cruzada en alegada "defensa de la educación superior" de Estados Unidos. Logró, asÃ, la renuncia de Claudine Gay, la controvertida presidenta de Harvard, universidad de la cual Ackman es graduado, e inició conflictos con la dirigencia de MIT y el periódico de negocios Business Insider. Su principal enemigo son las polÃticas de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión por sus siglas en inglés), las que ha acusado de crear un sistema de clases definido según nuevos paramentros, en una de las fuertes coincidencias que tiene con Elon Musk. "El grado de opresión de uno lo determina su posición dentro de una llamada pirámide interseccional de opresión donde blancos, judÃos, y asiáticos son rotulados opresores, y un gupo de personas de color, LGBTQ y/o mujeres son rotulados oprimidos", afirma.
La militancia y convicción de Ackman formaron la base de su carrera como "inversor activista". Tras estudios de grado y un MBA en Harvard en los 90 y principios, cuando cofundó, junto con su compañero David Berkowitz, el fondo de inversión Gotham Partners con $250,000 dólares prestados por Marty Peretz, su exprofesor y entonces editor y propietario de la importante revista demócrata The New Republic. El fondo alcanzó los $3 millones rápidamente, y logró su primer gran triunfo en 2002 al apostar que la aseguradora de bonos municipales de Massachussets, M.B.I.A., estaba sobrevaluada.
Tras años de investigación por parte de reguladoras, la compañÃa casi colapsó durante la crisis del 2008 y Gotham-que para entonces ya habÃa sido disuelto-recibió alrededor de $1.4 mil millones en ganancias. Pershing Square, fundada con estos capitales, se estableció con una serie de inversiones exitosas, entre estas una apuesta a Canadian Pacific Railway, que duplicó el valor de su acción en menos de un año. También tuvo grandes fracasos, incluyendo Target, en la cual perdió junto con sus inversores $1.5 mil millones.
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Pronto, Ackman comenzarÃa a elevar su perfil público con una serie de inversiones "en corto"-apostando a la baja del valor de una acción-con las que tuvo un éxito limitado. Su apuesta de mil millones de dólares en contra de la compañÃa de "multi-level marketing" Herbalife, la cuál según Ackman estaba basada en el fraude, atrajo un volumen notorio de atención en 2011.
Ackman, como inversor activista, se abocó a una campaña pública de crÃtica a Herbalife, lo cuál motivó un grado limitado de fluctuación negativa en el precio de sus acciones. Sin embargo, un grupo de inversores entre los que se encontraba el multimilmillonario Carl Icahn y su examigo Dan Loeb, motivados tanto por la posibilidad financiera como por su desprecio por Ackman, apostó en su contra, a la suba de la acción, complicando asà sus aspiraciones. Tras cinco años de insistencia, Ackman se dio por vencido. No obstante, recuperarÃa gran parte de su capital al apostar, en marzo de 2020, a la baja de la bolsa en el contexto de la pandemia del COVID-19.
Lo que motivó tanto la intervención de sus colegas inversores y, supuestamente, el accionar de Ackman, fue su insistencia en que sus inversiones eran "buenas para América" y que buscaba cambiar el mundo con las mismas.
Aunque una meta loable, en el mundo de Wall Street donde el egoÃsmo y la avaricia no precisan esconderse tras falsa nobleza, el discurso de Ackman suena a narcisismo y autengaño, a una supuesta solidaridad social que no se conforma con su trabajo como financista y su voraz acumulación de capital. Esto se suma a una competitividad casi desaforada.
Como dijo en un perfil publicado por Vanity Fair en 2013 Robert Chapman de Chapman Capital, uno de los fondos que apostó en contra de Ackman: "Parece tener un complejo de ‘superman'. Si saltase de un edificio en búsqueda de un poder de vuelo superhumano pero luego se golpease contra el piso, estoy bastante seguro que culparÃa a la no anticipada e injusta fuerza de gravedad".
El involucramiento de Ackman con su alma mater llegó a un punto álgido con una importante donación de $25 millones en 2014, que financió una expansión del departamento de economÃa y la dotación de tres cátedras. También hizo una donación de menor envergadura al equipo de remo de la universidad, del cual formó parte durante años.
Sin embargo, como evidenció una investigación del New York Times, sus desacuerdos con la dirigencia de la universidad se remontan al 2020 y una serie de intentos de influenciar la administración de la institución y su manejo de la pandemia de COVID-19. También se habÃa visto enfurecido tras la venta sin su consentimiento de un paquete de acciones que habÃa donado a Harvard, y que consideró podrÃa haberse empleado de manera más productiva.
Sin embargo, las tensiones se intensificaron luego de los ataques de Hamas el 7 de octubre, los cuales generaron elevadas discusiones en la mayorÃa de las instituciones universitarias del paÃs. Algunas asociaciones judÃas denunciaron un clima de antisemitismo generado por marchas a favor de un alto al fuego en Gaza y el fin de la ocupación israelÃ. Respondiendo con preocupación a esto, Ackman envió, el 4 de noviembre, una extensa carta a la Dra. Gay delineando su consternación respecto al antisemitismo en la institución y las posibles avenidas para administrar y resolver el conflicto, la cual no recibió mayor atención por parte de los administradores de la universidad.
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Entre sus propuestas públicas-efectuadas en la red social X, antes conocida como Twitter, de la que Ackman es usuario asiduo-incluyó una demanda de que Harvard publicase los nombres de los estudiantes involucrados en las protestas con tal de evitar su contratación en sus fondos de inversión y el sistema bancario. Para Ackman, las polÃticas de DEI eran las causales de raÃz del antisemitismo que observó en Harvard.
Tras la aparición altamente mediatizada de Gay junto a la entonces presidenta de la Universidad de Pennsylvania, M. Elizabeth Magill, y la presidenta de MIT, Sally Kornbluth, Ackman se acopló a los llamados por su renuncia. Fueron acusadas, en un intercambio con la senadora republicana y exalumna de Harvard Elise Stefanik, de evadir preguntas sobre acciones disciplinarias por parte de sus instituciones en el contexto de un llamado al genocidio de los judÃos. Tras una campaña liderada por poderosos donantes disidentes, que amenazaron con restringir cientos de millones de dólares en donaciones a su institución, Magill renunció a principios de diciembre. Gay y Kornbluth, por su parte, en un principio recibieron el apoyo incondicional de sus instituciones.
Sin embargo, pronto iniciarÃa una campaña liderada por el operativo republicano Christopher Rufo, quien desató el pánico conservador alrededor de la teorÃa crÃtica de la raza en 2020 y se ha dedicado a criticar las polÃticas de diversidad e inclusión, junto con la currÃcula supuestamente ideologizada e indoctrinante de las universidades.
Descubiertos alrededor de 50 errores (descriptos como "menores" por el grueso de la comunidad académica) en las publicaciones de Gay, una masa crÃtica de opositores clamó por su renuncia, la cual obtuvieron el 2 de enero tras lo que Gay llamó, en una columna de opinión en el New York Times, "un ataque" y "una escaramuza dentro de una guerra más amplia para deshacer la fé pública en los pilares de la sociedad americana". La presidencia de Gay fue la más breve en la historia de la ilustre institución.
Ackman, quien sugirió con anterioridad que Gay habÃa sido seleccionada para el puesto por "criterios de la oficina de DEI"-porque es una mujer afroamericana-es un histórico donante demócrata y ahora apoya la candidatura a presidente de Dean Phillips. Celebró a viva voz la renuncia de Gay y aprovechó la ocasión para advertir a Kornbluth y al resto del paÃs que se lanzarÃa a la búsqueda de más casos de plagio dentro del sistema académico mediante el desarrollo de programas de Inteligencia Artificial (IA).
Si bien la integridad académica no ha sido un tópico de su particular interés a lo largo de los años-ni parece ser un problema sistémico al que la IA pueda aportar algo-la supuesta cooptación de su querida Harvard y otras instituciones lo motivó a salir a la caza de estos casos. Sus opositores, entre los que se puede contar a la gran mayorÃa del sistema académico y el periodista Mehdi Hasan, quien llamó a Ackman un "bravucón de derecha", lo acusan de perseguir hombres de paja para instalar en su lugar a personas afines a su propia ideologÃa.
En un giro de particular ironÃa, el sitió Business Insider publicó sólo dÃas después de la renuncia de Gay un artÃculo en el que acusaba a la esposa de Ackman-la académica, arquitecta y artista estadounidense-israelà Neri Oxman, quien habÃa enseñado en MIT hasta el 2019-de plagios similares a los de Gay. Entre estos, se encontraron una serie de copias directas de páginas de Wikipedia, al igual que citas sin atribución y paráfrasis sin cita. Esto le seguÃa a una controversia del 2019 en la que Ackman habÃa presionado a la administración de MIT para que evite mencionar a su esposa luego de que su laboratorio recibiese una donación de $125000 dólares de parte del milmillonario pedófilo y traficante humano Jeffrey Epstein. Oxman junto con algunos de sus estudiantes compusieron una escultura y una carta en agradecimiento.
Tras las revelaciones, Ackman acusó a Business Insider, su compañÃa madre, Axel Springer, y a los accionistas mayoritarios en la misma, el fondo de equidad KKR, de difamar a su esposa y cruzar una "lÃnea" al ir tras su familia. No obstante, tras una evaluación interna de alto rigor, Springer se ha mantenido del lado de sus periodistas, cuya investigación rotuló como "sólida" y carente de "sesgos injustos". No obstante, Ackman ha dicho que se encuentra preparando un caso legal en contra de la publicación, y que publicará en X/Twitter una lista puntuada de errores fácticos dentro del mismo.
En simultáneo, permanece su proyecto aún difuso alrededor de la honestidad académica, el cual ha justificado, como siempre, como un bien común para el paÃs. Puede pensarse al mismo dentro de la guerra conservadora contra los campus universitarios, que busca "desideologizar" a los mismos debilitando el sistema de cátedra permanente (o tenure, como se le llama en inglés) que protege la libertad de expresión de los académicos, aunque tras años de desfinanciamiento un número cada vez menor de profesores reciben su protección. Esto mismo le permitió a Gay mantenerse como docente en Harvard tras renunciar a la presidencia de la institución. Su supuesta "desideologización" esconde detrás la eliminación de la disidencia ideológica en los campus universitarios, pilar clave de la libertad académica.
¿Los próximos pasos de Ackman? Lograr finalmente la renuncia de Sally Kornbluth, presidenta de MIT, la exinstitución de su esposa. No obstante, con tantos frentes de batalla abiertos en simultáneo y una relación de enemistad con los medios que amplificaron sus primeras demandas, es difÃcil ver un escenario en el que Ackman triunfe en su quijotesca cruzada.
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