Si bien el Presupuesto 2013 establece que el precio de la divisa norteamericana no sobrepasará los 5,10 pesos promedio en todo el año, Guillermo Moreno ahora abrió una veta de incertidumbre sobre el futuro de la moneda estadounidense en el corto plazo.
En un papel más de ministro de Economía que de secretario de Comercio, Moreno anticipó algunas de las proyecciones que prevé para la economía argentina y dio definiciones de fondo sobre las políticas que aplicará el Gobierno en lo que resta del año. Mientras tanto,
Hernán Lorenzino pasa por sus peores horas, con un poder de acción absolutamente recortado.
Contra el dólar estimado por el Presupuesto de este año, el secretario de Comercio Interior reconoció que "no es descabellado pensar que puede cerrar 2013 cerca de los seis pesos, con un ritmo de apreciación similar al del año pasado".
Si la "Ley de Leyes" votada por el Congreso de la Nación a fines de 2012 preveía que la moneda norteamericana llegara a 5,10 pesos, el funcionario ubicó sus estimaciones en torno a "una devaluación equivalente a entre 18 y 20 por ciento". La cotización actual del dólar en las principales casas de cambio y bancos de la city porteña se ubica en los 4,96 pesos, pero de cumplirse los vaticinios de Moreno, cerraría el año entre 5,85 y 6 pesos.
En diálogo con Página/12, el funcionario también dijo que "a medida que la crisis internacional se vaya disipando, el control al ingreso de las importaciones también se irá relajando".
"Nosotros vemos un horizonte para la crisis financiera internacional que en marzo comenzará a ver la luz al final del túnel, por lo que hasta mediados de año, al menos, prevemos continuar con la administración actual del comercio. En la medida en que los precios internacionales se estabilicen, los empresarios podrán hacer una mejor planificación para buscar competitividad y el Gobierno podrá relajar sus políticas de control a las importaciones", aseguró.
Las declaraciones de Moreno coinciden con las especulaciones de que, en este año electoral, el Gobierno podría comenzar a relajar algunos de los aspectos más irritantes de su política económica: el cepo al dólar y las restricciones a las importaciones.
Además, un dólar oficial más alto le garantizará a la Casa Rosada la recuperación de algunos sectores productivos que están sufriendo duramente el atraso cambiario, como las economías regionales y las pequeñas y medianas industrias.