Después del 10 de diciembre, sin dudas, el bloque Frente para la Victoria será una minoría en la Legislatura porteña y, a diferencia de estos últimos cuatro años, no tendrá tanto peso en el armado de mayorías legislativas ya que pasará de diez a siete legisladores, con lo cual estará detrás de la bancada que responde a Pino Solanas y la de la Coalición Cívica.

En este contexto, los cuatro nuevos legisladores que ingresarán por el “Encuentro por la Victoria” que llevó a Carlos Heller como diputado nacional, empiezan a acomodarse al nuevo mapa político porteño que se viene.

Uno de ellos, Mateo Romeo (actual director en Ausa), se sabe que no será orgánico del bloque y, por el contrario, tendrá juego propio junto a Silvina Pedreira. Es que ambos son dirigentes del Suterh, el poderoso sindicatos de porteros, que ha mantenido cierto nivel de autonomía en estos años, en especial a partir de la conducción del saliente legislador Juan Manuel Olmos.

Internas

Por su lado, María José Lubertino ya se ganó la furia de dos legisladores kirchneristas que dejarán sus bancas a fin de este año: Silvia La Ruffa y Christian Asinelli (vinculado a la menemista y ahora funcionaria K, Kelly Olmos).

El problema surgió luego de que la titular del Inadi trató de “delincuentes” a los integrantes del FPV porteño tras votar la venta de los millonarios terrenos de Retiro conocidos como “Catalinas”. Fue en un debate de mujeres candidatas en el que se encontraba, entre otras, María Elena Naddeo (ibarrista).

El enojo fue total. A tal punto que los dos legisladores que no renuevan su mandato analizan iniciarle acciones legales por su exceso verbal.

Ante esto, Lubertino, lejos de aquietar las aguas fue a ver La Ruffa a su propio despacho. Allí, mientras la legisladora saliente esperaba un pedido de disculpas, la electa diputada le pidió los dictámenes que desembocaron en la sanción de la ley.

La batalla por el bloque

Pero la pelea de fondo, la más feroz, se da por la conducción del nuevo bloque kirchnerista. Allí ya cruzan operaciones políticas dos aspirantes al sillón que hoy tiene Diego Kravetz, quien hace meses ha perdido poder de fuego y prédica en el macrismo (lo que lo llevó a colocar un director en el IVC, por ejemplo).

Se trata de Juan Cabandié, nieto recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo y hombre que tiene línea directa con Néstor Kirchner; y por su lado Francisco “Tito” Nenna, gremialista docente y secretario adjunto de la CTA.

Si bien todavía faltan seis meses para la asunción de los nuevos legisladores kirchneristas, los cruces están a la orden del día.

Cabandié le plantea a su tropa y a sus diputados cercanos que “hay que ampliar” el armado político y sumar a otros progresistas al espacio. En ese sentido, dice que Nenna no está en condiciones de manejar el bloque. “Es rechazado por los docentes y está quemado, no podemos ponerlo como conductor”, repite.

Nenna no se queda atrás: bajo las sombras le dice a sus futuros compañeros de bancada que el FPV “no puede ser conducido por un chiquilín”.

A este enfrentamiento hay que agregarle un dato más: el cuarto legislador que ingresó, Claudio Palmeyro, entre los suyos destroza al dirigente gremial de los docentes y se niega a que sea presidente de la bancada. Es que se trata de un sindicalista de confianza de Omar Viviani, titular del sindicato de Taxistas, y “jamás podría ser conducido por alguien de la CTA”, cuentan en el kirchnerismo de la ciudad.

En todo este juego de tironeos, Kravetz intenta jugar de armador, generar consensos y mostrarse como una suerte de estadista. Claro que la situación política personal y general cambió y, justamente, su suerte está echada.

Lo cierto es que las peleas por un bloque de apenas siete diputados y, mientras todavía siquiera está confirmado que todos formen parte del mismo espacio, sigue y promete nuevos capítulos.